HISTORIA | BRASIL, Siglo XX (III) Del tenientismo a la dictadura pasando por Vargas y Goulart.

Por Daniel do Campo Spada

En sucesivas entregas vamos a recorrer el siglo XX en el mayor país de América Latina. Brasil tiene sus propias particularidades que parten de un origen distinto al del resto de nuestro continente Abya Yala.

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5.- La Revolución Constitucionalista.

A mitad de 1932, la falta de una nueva Constitución que reemplazara a la de 1889 abrió el espacio a un movimiento opositor surgido en San Pablo, centro de poder político que se sentía desplazado desde el nacimiento del Gobierno Provisional. Para exigir el fin del estado de indeterminación institucional se unieron el Partido Republicano Paulista y el Partido Democrático de San Pablo creando el Frente Único.
Las diferencias no solo eran a través de los medios de comunicación y los actos púbicos sino que incluyó enfrentamientos armados entre civiles con algún que otro militar suelto. Durante tres meses, entre el 9 de julio de 1932 y el 2 de octubre del mismo año se dieron combates con un número impreciso de muertos y heridos.

Getulio Vargas firma un Decreto.

Aunque el Gobierno Provisional se impuso, Vargas supo leer el momento político y abrió el juego a la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente para que se abrieron las elecciones el 3 de mayo de 1933. Allí, Vargas logró imponer algunos lineamientos progresistas que luego se plasmarían en la flamante Constitución. Las mujeres votaron por primera vez abriendo la participación al género femenino.
Desde 1934 la Nueva Constitución, inspirada en la denominada Constitución de Weimar que había adoptado la Alemania derrotada tras la Primera Guerra Mundial. Desde 1919 los germanos experimentaron una debilidad política como consecuencia de un sistema parlamentarista que obligaba a permanentes acuerdos de bloques. De todas formas, determinaba como factor estabilizante el servicio militar obligatorio, la enseñanza pública obligatoria y gratuita con la presencia además de cierto adoctrinamiento religioso. Brasil, cabe recordar, era en ese momento la región del mundo con mayor cantidad de católicos romanos en el mundo1.
En la misma Asamblea Constituyente eligieron como Presidente a Getulio Vargas, apelando al voto indirecto que era muy común en las repúblicas de la región. De todas formas, al ser superado el movimiento constitucionalista quedaba en una situación de libertad que duraría solo algunos meses.
El movimiento opositor se radicalizó ya que desde 1934 el intelectual Plinio Salgado alentó un movimiento de tendencia fascista denominado Acción Integralista Brasileña (AIB). No solo en Europa sino también en América Latina las ideas políticas de la intolerancia habían ganado un espacio de preponderancia que le permitió alcanzar el control de más de un Gobierno.
Pero a Vargas también le surge una oposición por izquierda llamada Alianza Nacional Libertadora (ANL) donde el principal actor era el Partido Comunista Brasileño (PCB). El Presidente persiguió a muchos de sus militantes y dirigentes a los que llevó a prisión, llevando a ese espacio hacia la ilegalidad.
Estas instancias obligaron a decretar el estado de sitio en varias oportunidades y Estados. Esta inestabilidad política desataría las condiciones extremas que empujaron hacia lo que se denominó el Estado Novo que comenzaría en 1937.

6.- El Estado Novo (1937-1945)

En enero de 1938 se iban a desarrollar las elecciones presidenciales, pero el 10 de noviembre del año anterior Getulio Vargas dio un golpe de Estado e instauró un régimen semi-dictatorial que se prolongó con costos y beneficios hasta el 29 de octubre de 1945. A ese período se le llamó Estado Novo en donde conjugó falta de libertades cívicas con acciones progresistas desde lo social y lo económico2.
Vargas comenzó su régimen autoritario justificándose en la existencia de un plan revolucionario comunista encabezado por el Capitán Olympio Mourao Filho. El supuesto Plan Cohen pretendía un cambio de sistema político, pero con el correr de los meses todo fue quedando en un bluff que se habría inventado para dar pie a la irrupción autoritaria de los varguistas3.
El Presidente de facto se manejó a base de decretos ya que cerró el Congreso y suspendió la actividad política. No dudó en establecer el Estado de Sitio y toques de queda en los distritos que se mostraban reticentes a su autoridad4. Uso discrecionalmente todas las herramientas que el vacío legal le permitían para reprimir cualquier disidencia. La mano dura política se trasladaba al manejo de las instituciones públicas y organizaciones civiles5.

Con la redacción del Ministro de Justicia Francisco de Silva Campos se impuso una Nueva Constitución que le daba a Vargas poder de control sobre los tres poderes de la República. Lejos de mostrar benevolencia suspendió a todos los partidos políticos incluido Acción Integralista Brasileña (AIB) que era su propia herramienta de representación. Esto aumentó cierto encono de las dirigencias de la oposición y un aislamiento internacional que no se profundizó porque el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial (SGM) en donde el foco estaba puesto en otra región del mundo. Al mismo tiempo, mas allá de su situación política Brasil era útil por ser una fuente de materias primas y entre otras cosas casi veinte mil soldados que fueron enviados al conflicto (equipados por completo por Estados Unidos).

En mayo de 1938 los propios integralistas quisieron invadir el Palacio Guanabara para deponer a Vargas. El “levante integralista” encaminó un ataque el 11 de mayo de ese año en lo que fue una acción fallida que terminó con varios detenidos. Lejos de amedrentar al Jefe de Estado, profundizó su plan de acción aplicando todo lo que precisaba ante la libertad de movimientos que le daba la suma del poder6.

El gran eje de los cambios que implementaría fue la modernización del Estado en todas sus áreas, comenzando por la profesionalización del Servicio Público. Para ello creó el Departamento Administrativo del Servicio Público (DASP).
En lo que fue una corriente también existente en la región creó el Consejo Nacional del Petróleo, de donde en 1951 surgiría la empresa Petrobras que en el siglo XXI es una de las principales petroleras del mundo. La necesidad de auto-abastecerse en medio de un contexto mundial en el que todos los recursos iban al conflicto bélico fue el plafón político de la necesidad de esta construcción estratégica.
En materia de materias primas y energía también creó la Compañía Siderúrgica Nacional junto a otros megaemprendiientos como Vale do Río Doce, la Compañía Hidroeléctrica San Francisco y la Fabrica Nacional de Motores. De esta manera Vargas estaba sembrando la potencia industrial que explotaría en la década de 1960 cuando de ser una economía menor a la de Argentina se convertiría en la más importante de América Latina.

En el área social en 1941 se creó el Código Penal y pocos meses después el Código Procesal, completando el círculo de vacío legal que se había creado con el período especial de una década antes en donde faltaba todo y por ende todo estaba por crearse. Aquí debe destacarse una de las creaciones más recordadas hasta el siglo XXI que fue la consolidación de las Leyes del Trabajo (CLT) con derechos progresistas inclusive hoy en día. Después de los diez años de trabajo, el empleado tenía derecho a reclamar su estabilidad en la contratación.
El descanso semanal fue una manera de terminar con la super-explotación habitual en los trabajos con tareas con menor calificación. Por eso se reglamentó además la jornada de 8 horas con un régimen especial para los horarios nocturnos. Las mujeres y los niños ingresaron en la rueda del trabajo como consecuencia de la profundización del modelo industrial.

Para consolidar el frente político de un país extenso como pocos y lleno de líderes regionales profundizó el centralismo, Vargas fue designando interventores de su máxima confianza aunque ellos no fueran propiamente de esa región. De esa forma, casi con un criterio quirúrgico, fue desplazando lo poco que iba quedando del “tenientismo” que se había fortalecido en el golpe de 1930.

7.- La opinión pública.

El mejoramiento intelectual evidente de la sociedad brasileña le agregó valor a la opinión pública como herramienta. El mayor consumo de medios de comunicación permitió que de esa forma se prestara atención a un territorio de lucha política tan claro como los propios cuarteles, asambleas fabriles o actos callejeros.
Vargas creó el Departamento de Prensa y Propaganda (DPP) en un momento en que todos los gobiernos, más allá de su ideología, habían entendido que el espacio de la comunicación era tan esencial como otros, pero que sería imprescindible de allí en más. La necesidad de la difusión de la ideología del Estado Novo impulsó el fomento en la difusión de noticias, donde la radio (la televisión aún no existía en Brasil) y las pequeñas publicaciones cumplían un rol central. Aunque no lo trataremos en este ensayo, no debemos descartar la incidencia que los ritmos musicales y los trovadores ocupan en la cultura brasileña en particular. El rito del carnaval, al igual que en Uruguay, aunque con características distintas, es un espacio artístico pero fundamentalmente político.
Desde el DPP también se manejaba la censura, que se ejercía desde formas sutiles como la no asignación de cuotas de papel para imprimir como desde inspecciones a las antenas de transmisión que podían estar “casualmente” fuera de regla. El mejoramiento del nivel de vida permitía el acceso a la adquisición de pequeños equipos de radio que desde la llegada del transistor habían bajado mucho en sus costos. Para muchas familias era el único factor de entretenimiento tras sus arduas jornadas de trabajo.
Como en muchos otros aspectos, el Brasil potencia que se perfila en el siglo XXI se formó en este momento. Los diarios y las radios fueron creciendo técnicamente pero esencialmente como empresas que con la llegada de la televisión consolidaron los poderosos multimedios que son en la actualidad, compitiendo por el primer espacio en América Latina con los de México.
La concentración mediática empezaba a tomar forma, aunque se agudizaría con la irrupción de la televisión en la década de 1950 y los gobiernos militar-empresarios a partir de los 60 del siglo XX. En el siglo XXI es imposible pensar la política como algo escindido del sistema mediático.

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