PENSAR UNA SEÑAL | La soberanía alimentaria en riesgo. NO AL CIERRE DE PROHUERTA

Por Adriana Fernandez Vecchi

 

 El Programa PROHUERTA nace en los años `90 como política pública de respuesta a la crisis que enfrentaba la Argentina en ese momento. Es un programa de alcance nacional y tiene como objetivo abastecer de insumos primarios para que las familias puedan llevar adelante huertas familiares, escolares y comunitarias y tener acceso a alimentos sanos, propios. Además, resulta operativo para favorecer la producción y el comercio local produciendo sinergia en el desarrollo idiosincrático de la soberanía alimentaria y regional. ProHuerta es una demostración para poder analizar la interrelación entre las escalas: local, regional y global. También pone en juego las dimensiones social, económico y cultural. En este caso, el programa apuesta a fortalecer la producción de alimentos a escala local. Es decir, si bien hay una discusión global sobre las semillas, las formas tecnológicas de producción, – ítem sobre lo cual los grandes capitales intentan presionar a los Estados, – Argentina por medio del programa ProHuerta ha encontrado la forma de sortear esta disputa y promover la obtención de alimentos sanos y con semillas propias. Esto refleja que la producción no es en su totalidad global, sino que la elaboración de alimentos frescos en un gran porcentaje es local. Por lo tanto, es pertinente destramar y analizar cada escala para vislumbrar el valor de lo local y regional sin caer en teorías globales que distraen del problema local. “El 80% de la producción mundial está dedicada a los mercados internos, el 95% de la inversión se financia con ahorro interno y 9 de cada 10 trabajadores trabajan para los mercados nacionales” (Alburquerque (1999)1 (1).
Frente al deterioro institucional y al cierre del programa, es impactante y conmovedor los distintos testimonios de técnicos/as, promotores/as, y beneficiarios/as. Por ejemplo, en Ituzaingó, en Baradero, en Santa Victoria Este, en Mendoza, San Juan, y en todo el país. Además, se implementó una política de ajuste y de achicamiento del espacio despidiendo a trabajadorxs con contratos precarios que se renovaban año a año automáticamente. Hoy en día, no fueron renovados. Por tanto,40 empleadxs del programa se quedaron sin trabajo. Este marco de despidos masivos produce la precarización del trabajo Lamentablemente, hoy más que nunca, sigue vigente la consigna “la precarización laboral mata” como ejemplo tenemos a Melisa Bogarin2 (2). En estos días se activó una fuerte campaña para que no desaparezca el programa ProHuerta que técnicamente desde abril ha dejado de funcionar. “Según se pudo saber, el programa coordinado por el Ministerio de Desarrollo Social, hoy Ministerio de Capital Humano y co-ejecurado con el INTA, sufre un cierre debido a baja de contratos y la falta de respuestas del Ministerio”.
El programa ProHuerta consistía en proveer de semillas y animales de granja, brindar asistencia técnica y capacitaciones a la sociedad para producir sus propios alimentos. Según un testimonio recogido del diario Nación de Cecilia Berzoni de 77 años, de la provincia de Buenos Aires, que desde hace 32 años integra el ProHuerta, declara que le ha permitido capacitarse tanto ella como otras 1000 familias en la región para poder tener sus propios alimentos. Dice. “He criado a mis hijos y nietos con el ProHuerta; con nuestra huerta comemos sano. Hay un montón de gente con la que trabajamos muchísimo. Por eso, todo el barrio se enganchó, comenzó a capacitarse y se le entregaba la semilla”3(3).
Tomando los conceptos de Boisier4(4), llevado a nuestro caso el crecimiento económico en Argentina está principalmente condicionado por los comoditis y el agronegocio (factores exógenos), en base a una lógica global. Sin embargo, a escala local el desarrollo implica estrategias que apunten al consumo de alimentos y mercados locales, (desarrollo endógeno). Esto implica llevar a cabo programas de desarrollo, como el PROHUERTA. Esta perspectiva nos brinda la oportunidad de examinar cómo estas escalas (endógeno, exogeno) interactúan entre sí y cómo impactan en diversos aspectos de la economía, la sociedad y la cultura. La idea de “transversalidad”, avalada por Ortiz en su libro Otro Territorio (1996), implica “considerar al espacio como un conjunto de planos atravesados por procesos sociales diferenciados” (Ortiz, 1996: 60).
Frente a los resultados negativos que implica la apertura al mercado, con perspectivas políticas de ajuste que excluyen, el programa ProHuerta incentivaba una visión inclusiva y de soberanía regional. El impacto beneficioso a la sociedad, promovía integración y posibilitaba el acceso a alimentos y también, la posibilidad de comercializar excedentes. El programa si bien no resolvía la situación de pobreza y desigualdad era una política pública que permitía generar oportunidades de trabajo, alimento, salud, socialización, comercialización, desarrollo local, entre otras.
Hoy en día nuestro país está atravesando un proyecto libertario con fuertes tintes neoliberal, cuya consecuencia es el rechazo a agendas tendientes a fomentar espacios participativos de comunidades, y privilegia políticas de mercado monetaristas. El cierre del programa ProHuerta es parte de ajustes y achicamiento del Estado. Sostiene una economía para licuar derechos sociales justificando que la inversión comunitaria es un gasto, y no privilegia las cuestiones positivas de otorgar recursos a ProHuerta y el alcance nacional de autogestión. “Coraggio5 (5), afirma que la economía capitalista global deja “un Estado nacional sin capacidad para dinamizar sus sociedades, una política democrática que ha sido vaciada de su voluntad de transformar progresivamente las sociedades y, por otro, dificultades para encontrar caminos y proyectos propios que puedan revertir fácilmente esas tendencias” (2005: 6). Este es el punto de partida desde donde el autor propone (re) inventar la democracia, el Estado, la sociedad civil y la economía, desde lo local.”
Reivindicamos: Todxs somos Melisa. La precarización laboral mata. Reinventemos la democracia de un Estado que persiga el Bien Común. La inversión en recursos de programas comunitarios es garante de la soberanía alimentaria y regional.

CITAS

1.- # ALBURQUERQUE, Francisco (1999) “Desarrollo económico local en Europa y América Latina”. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid.

2.- # Melisa Bogarin. El 12 de abril del 2016 recibimos la triste noticia de su muerte. Se encontraba en una reunión con autoridades regionales y nacionales del INTA. En la misma, Melisa pidió la palabra para reclamar por la situación de precariedad e incertidumbre en la que vivían en ese momento lxs contratadxs de Pro Huerta. La compañera no pudo terminar su exposición porque sufrió una descompensación que finalizó con un infarto. Tenía 28 años y una hija de poco más de 1 año.

3.- # https://www.lanacion.com.ar/economia/campo/esto-nos-permitia-vivir-desconcierto-por-el-futuro-de-un-programa-oficial-que-ensena-a-producir-nid10042024/

4.-  BOISIER, Sergio (1997) “El vuelo de una cometa. Una metáfora para una teoría del desarrollo territorial”. ILPES, Santiago de Chile, “¿Y si el desarrollo fuese una emergencia sistémica?” (Mimeo) Chil

5.-  CORAGGIO, José Luis (2005) “Desarrollo regional, espacio local y economía social”. Versión revisada de la ponencia presentada en el Seminario Internacional “Las regiones del Siglo XXI. Entre la globalización y la democracia local”, organizado por el Instituto Mora, México. Disponible en: http://www.coraggioeconomia.org/jlc/archivos%20para%20descargar/El%2
0desarrollo%20regional%20espacio%20local%20y%20ES_2.pdf

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