PENSAR UNA SEÑAL – NATURALIZACION DE LA VIOLENCIA (III) | ¿Cuál es el poder de banalización del mal?

Por Adriana Fernández Vecchi

Nos encontramos con el Licenciado Miguel Acuña, sociólogo integrante de la Comisión Directiva del CEDIAL.
Fernandez Vecchi: En el artículo anterior “Naturalización de la violencia II ¿Cómo dejamos que crezca el odio?”, afirmamos de lo limitado que es quedarse solo en el debate en torno a los años de condena frente a los hechos de violencia, y no en su causa. Los discursos del odio son la materia prima, el magma de la exclusión, del desprecio étnico, o de clase. ¿Qué opinión le merece estas sentencias?
Miguel Ángel Acuña: Coincido que no puede reducirse el hecho del asesinato de Fernando Baez Sosa, a un debate sobre los años de condena de los asesinos. Lo primero que deberíamos preguntarnos es como adolescentes a todas vistas no muy diferentes de muchos otros jóvenes de nuestra sociedad, fueron capaces de cometer un asesinato haciendo alarde de crueldad y alevosía. Algunos periodistas ya sea por ignorancia, ya sea por su ideología o la del medio en que trabajan (que generalmente son congruentes), tienden a construir un perfil de los asesinos, como si fueran inusualmente violentos, inhumanos, en el sentido que no son como nosotros “personas normales”, y ese es uno de los principales problemas. Los casos individuales encubren una matriz social violenta, es decir el árbol nos tapa el bosque.

Adriana Fernández Vecchi.

Fernandez Vecchi: El corazón del texto publicado anteriormente, alerta sobre el tratamiento individual de los delitos sin tener en cuenta que son manifestaciones políticas. Usted habla de matriz social de la violencia. ¿A qué se refiere con esta noción?
Acuña: Lo que tenemos que tomar en consideración, que el aberrante homicidio de Fernando, no es un fenómeno aislado, sino que permanentemente estamos escuchando o viendo una enorme diversidad de hechos violentos, en diferentes espacios de vida social, no solo en los boliches, en las canchas de futbol, en las escuelas, en el trabajo, en la vía pública, en instituciones públicas, privadas, en las familias, etc. Por supuesto que estas violencias tienen distinto grado de intensidad, pero la modalidad y la intensidad de la violencia tiene mas que ver con las características de cada espacio social en donde se encuentran los involucrados y la contingencia de factores que confluyen en el momento del hecho violento, que con las características individuales de los victimarios.
Los seres humanos somos seres sociales, nacemos, nos desarrollamos y morimos dentro de sistemas sociales, es decir que actuamos como individuos, pero dentro de una sociedad de la que formamos parte y que todo el tiempo está incidiendo en lo que pensamos y hacemos. Hay un concepto muy famoso en el campo de la Sociología, desarrollado por Durkheim, que se llama “hecho social”, para referirse a formas de pensar, sentir y actuar que tienen los individuos, pero que no surgen de su subjetividad, sino de la sociedad a la que pertenecen. Las personas piensan y actúan en función de estas inducciones sociales sin ser conscientes de esa influencia, para ellos es “natural”, por ejemplo las modas. Consecuetemente en una sociedad como la argentina, la violencia se transforma cada vez más, en el medio mas utilizado para resolver las diferencias de intereses que existen entre sus miembros, en vez de buscar mecanismos racionales como el dialogo para resolver los conflictos.
Entonces tenemos que en ciertos ámbitos sociales (por ejem. canchas de futbol, boliches bailables, villas, etc.), donde se dan ciertas condiciones (escasa presencia de las fuerzas de seguridad pública, poca luminosidad, miedo a intervenir de las personas que viven en ese entorno, etc.), ciertos individuos que nacieron y crecieron en entornos familiares/sociales violentos, van a tender a desarrollar comportamientos brutales casi naturalmente, sin que haya una causa que amerite ese comportamiento y menos una justificación racional. De aquí podemos vincular con la banalización de la violencia.

Fernandez Vecchi: Afirmamos en nuestro artículo anterior que la banalización es anclarse en el debate sólo en torno a los años de condena frente a los hechos de violencia, y no en su causa ¿Cuándo hablás de la banalización de la violencia a que te estas refiriendo?
Acuña: Estoy de acuerdo que quedarse en una discusión sobre las penas es trivializar el debate, es no ir al corazón del problema. Pero cuando me refiero a “banalización de la violencia” estoy estableciendo una relación directa con el concepto de “banalización del mal” desarrollado por Hanna Arendt en su libro Eichmann en Jerusalén.
A diferencia de la gran mayoría de las personas que creían que los criminales nazis eran psicópatas, monstruos inhumanos, lo que muestra Arendt tomando el caso particular de Eichmann, es que este no era particularmente cruel ni antisemita. La gente que lo conoció lo consideraba un buen padre, un buen amigo, no le gustaba presenciar los asesinatos ni las torturas de un campo de concentración. Era un burócrata muy eficiente, el problema es que su función fue administrar el genocidio. En síntesis, lo que busca Arendt no es exculpar a Eichmann de su participación en la organización del holocausto, sino mostrar que gran parte de las personas, sin ser particularmente violentos o crueles, son capaces de cometer maldades inconcebibles con tal de mantener la calidad de vida de él y su familia, reconocimiento social, etc.
Justamente de ahí viene el concepto de “banalidad del mal”, significa que cualquier individuo, bajo ciertas circunstancias, puede convertirse en un Eichmann y realizar los actos mas atroces, completamente convencido que está haciendo su “trabajo”.
Si relacionamos este concepto con el asesinato de Fernando, vemos que resulta más fácil pensar, para gran parte de la sociedad, que los rugbiers en cuestión son jóvenes particularmente violentos, crueles y que si se quedan en la cárcel, la sociedad vuelve a la normalidad con unos loquitos menos en la calle. Es mas angustiante pensar que nuestra sociedad es una fábrica de individuos violentos, y que aquellos que tienen menos escrúpulos y cuando se dan ciertas situaciones, manifiestan toda su carga de crueldad. Pero ¿Cuántos otros individuos no son capaces de desarrollar también una explosión injustificada de furia irracional hacia otros? Solo basta que se den ciertas condiciones para ese estallido. Acá al igual que con Eichmann, el objetivo es ir a la verdadera causa de este problema, y eso implica tomar conciencia que esta violencia no surge de los individuos y termina en ellos, hoy son los rugbiers, mañana van a ser otros los victimarios, hay que parar con esta generación de violencia que está presente en la sociedad. Eso no significa exculpar de su delito a los asesinos de Fernando, ellos tienen que pagar las consecuencias de sus actos, sino apuntar al centro de problema, porque sino el día de mañana van a haber más Fernandos y otra vez volvemos caer en el mismo circo mediático, que oculta mas de lo que muestra. La explicación de estos comportamientos violentos, no puede reducirse a la individualidad de los victimarios, sino que hay que verlos como manifestaciones individuales de una matriz de violencia social.

Fernández Vecchi: ¿Cómo surgió en nuestro país esta matriz de violencia social? ¿Hay forma de detenerla?

Miguel Ángel Acuña

Acuña: Justamente en la nota que escribiste Adriana, marcas con fuerza la importancia de la ideología y creo que es ahí por donde hay que empezar a abordar el tema.
En toda sociedad hay diferentes ideologías, que representan los intereses de los diferentes sectores sociales. Pero cuando hay una ideología dominante que cohesiona a los individuos de una comunidad, por encima de sus diferencias, hay menos conflicto. Hasta hace unas décadas atrás cuando todavía el nacionalismo era una ideología viva en nuestro país, existía un orgullo en ser argentino, y uno podía sentirse identificado y por lo tanto con otro argentino/a aunque no lo conociera, ya sea de La Quiaca o de Ushuaia, esa es la magia de la ideología. Desde la penetración cultural de la Globalización y la destrucción de la Escuela Pública por parte de los Gobiernos Neoliberales, se perdió ese conjunto de ideas y sentimientos que nos unía a pesar de nuestras diferencias, ser de River o Boca, Peronista o Radical, etc., no era una línea divisoria tan fuerte que nos impidiera vernos como argentinos y empatizar con el otro.
Desde principio de los años 70 en Occidente, y en Argentina a partir de la última dictadura y sobre todo con el gobierno de Menem en los 90, comienza a instalarse una ideología neoliberal, que no se queda solo como paradigma de funcionamiento de los mercados, sino que penetra en el funcionamiento de la política y de la sociedad. Esta ideología exacerba el crecimiento del individualismo, generando por tanto una sociedad poco integrada y anómica, es decir donde gran parte de la sociedad tiende a no respetar las normas, en pos de su beneficio personal.
Si bien desde la formación del Estado han existido fisuras sociales, siempre hubo “otro” que no formaba parte del “nosotros”, por ejemplo en la segunda mitad del siglo XIX eran los pueblos originarios y los gauchos. A principios del siglo XX ese otro discriminado va a pasar a ser encarnado en los inmigrantes europeos; durante los inicios de la industrialización argentina y los primeros gobiernos peronistas van a ser segregados los migrantes del interior tachados de cabecitas negras; en los años 70 bastaba reclamar cualquier derecho para ser tratado de subversivo. En la actualidad ese otro marginado de la página social son los grupos mas vulnerables, quienes llegaron a esa situación como consecuencia de las políticas económicas implementadas por los gobiernos neoliberales, sin embargo a pesar de ser las victimas hay un discurso dominante que los convierte en los causantes de su propia situación y surge el término “planero”, que según la ideología dominante se refiere a los vagos que no quieren trabajar y que viven muy bien con los planes que reciben del estado y que salen de nuestros impuestos. Lo paradógico es que muchos de los que piensan así buscan cualquier artilugio legal o ilegal para no pagar sus impuestos al estado.
Sintetizando, desde la formación del estado, hemos identificado distintos grupos de argentinos que fueron excluidos del “nosotros los argentinos”. Ese “nosotros” era delineado por los grupos dominantes de nuestro país, pero apoyado por otros sectores sociales que adoptaban la misma mirada ideológica, porque les permitía sentir y creer que estaban del lado de “los ganadores”.
Sin embargo, las fisuras sociales se potenciaron con la irrupción de la ideología neoliberal hasta transformarse en grietas que incrementándose la virulencia de los conflictos. Esto se debió en gran parte a que el neoliberalismo instala que toda participación del estado es nefasta, erosionó el papel del estado y con su debilitamiento también fue perdiendo fuerza la ideología que unía a las sociedades: el nacionalismo. Este ataque al Estado no es casual, justamente el neoliberalismo expresa los intereses de las corporaciones multinacionales y transnacionales, debilitar el poder de los estados redunda directamente en menos control y mas ganancias para ellos, sobre todo depredando los recursos naturales de los países periféricos.
Al estado había que debilitarlo desde adentro, y para eso impulsaron a gestores de sus intereses para que llegaran al cenit del poder político, ya sea por golpe de estado como pasó con la última dictadura, o por elecciones democráticas como se dio posteriormente en los dos gobiernos de Menen y por último en los cuatro año de Macri. Mas allá de sus discursos populistas, estos gobiernos neoliberales, con sus políticas económicas implementadas lograron una mayor concentración de la riqueza en los grupos económicos más poderosos. Frente a estos gobiernos lacayos del poder económico, han surgido en America Latina, gobiernos populares, llamados desde los grupos hegemónicos “populistas”, que continuan con una lógica político económica que busca apuntalar el mercado interno, y para ello desarrollan estrategias redistribucionistas. Obviamente estas medidas van en contra de los intereses de los grandes grupos económicos y dentro de ellos, de los medios de comunicación hegemónicos, que van a recurrir a denostar de cualquier forma a los líderes de estos gobiernos populares, siendo la estrategia más efectiva la utilización de los fake news en conjunción con la lawfare, que se evidenció tanto en el caso de Lula como de Cristina Kirchner.
Los economistas y políticos neoliberales, por sentido común, no van a admitir que son los culpables de la aparición de la pobreza estructural en nuestro país, por el contrario necesitan encontrar chivos expiatorios que desvíen la mirada de los verdaderos responsables de la crisis. Como ya no alcanza con echar la culpa a los inmigrantes ilegales, se acusa a los gobiernos populares por los costos que generan los derechos que otorgan a los sectores mas relegados de la sociedad. Se los acusa de corruptos cuando los casos mas resonantes de corrupción están vinculados a sus propios gobiernos, pero ahí es donde aparece el blindaje mediático que protege a sus aliados políticos y persigue a los gobiernos populares.
Pero uno de los aspectos mas indignantes de la ideología neoliberal es la deshumanización del pobre, al que se lo construye como vago y peligroso: “planero” como dijimos anteriormente. Estos sectores vulnerables, en situación de exclusión, víctimas de sus políticas, son transformados en victimarios, achacándoles la inseguridad que existe en nuestra sociedad y se los instala como parásitos que drenan los recursos del estado, en otras palabras, enemigos de “nosotros” que trabajamos y somos “buenas personas”. Este proceso de deshumanización incentiva la aparición de la aporofobia: Miedo y rechazo hacía el pobre. No es casual que crezca la aporofobia en nuestro país a medida que se expande la ideología neoliberal.
Entonces ahora se puede apreciar que la matriz de violencia social, se fue constituyendo en torno a la aparición y crecimiento de la ideología neoliberal y sus segregaciones, generando una sociedad cada vez más individualista y anómica, que da por resultado comportamientos egoístas y violentos.
Cuando anteriormente hablamos de las condiciones que se tienen que dar para que ciertos individuos estallen con una violencia irracional, una de las premisas fundamentales es la presencia de este tipo de ideologías como la neoliberal, que impulsan el egoísmo, la indiferencia hacia el otro y regirme solo por mi interés personal. Si además se articula por cuestiones de la cultura familiar con otras ideologías, como la de género, de clase, racistas, etc., se dan los condimentos necesarios para la irrupción estos fenómenos violentos aberrantes.
Lo curioso y preocupante, pero que sirve para evidenciar el poder de esta ideología y de los dispositivos mediáticos que la instalan, es que estas miradas prejuiciosas y agresivas, no solo están presentes en gran parte de los sectores medios y los mas favorecidos de la sociedad, sino también dentro de los mismos grupos excluidos, que son los que mas sufren esta situación, también varios de sus miembros reproducen esa ideología dominante.
Entonces tenemos que el corazón de esta matriz social está conformada por los grupos de poder económico, y sus aliados mediáticos, políticos, etc. Ellos constituyen el núcleo duro de esta matriz social, pero a través de todos los dispositivos y el poder que ejercen en medios de comunicación, redes sociales, etc., van expandiendo su forma de pensar y se va ampliando a otros sectores que empiezan a pensar como ellos. De esto modo, se va tejiendo toda una red que al final termina abarcando a millones de personas, convencidas en distinto grado, y que terminan reproduciendo la ideología de ese grupo minoritario. Por eso, hago hincapié en la noción de matriz dado que este es un sistema que se caracteriza por reproducir automáticamente lo que está instalado, de esta manera, cada individuo se transforma en un defensor de esa ideología, de esa forma de sentir y pensar en cualquier punto del sistema y lo peor es que está convencido que está defendiendo valores importantes, como la República, la libertad, luchando contra la corrupción, etc., y está defendiendo una ideología y un sistema que lo que provoca es justamente lo contrario que dice defender.

Fernandez Vecchi: Bueno Licenciado nos queda pendiente un programa audiovisual que en cualquier momento saldrá en CEDIAL. Agradecemos su compartir en este espacio de Pensar una Señal
Acuña: Muchas gracias Adriana por la entrevista, me gustaría terminar con una frase del genial filósofo iluminista Voltaire, que resume bastante de lo que charlamos aquí: “Quienes consigan que creas en lo absurdo pueden conseguir que cometas atrocidades”.

Fernandez Vecchi: Cerramos ratificando consideraciones ya vertidas en nuestra anterior entrega: Despolitizar el crimen es disolver el todo en la parte. Es creer que la instituciones son humo o querer convertir las instituciones sociales en puro aire para licuar cualquier intento que tuerza los caminos que lleven al Bien Común; y lo hay, cuando hay verdadera política de Estado y no un mercado de intereses que regule el enriquecimiento de algunos sin piedad.
Sin piedad siguen pateando la cara, pero la huella de sangre queda en la suela de una zapatilla. Así los mártires, los desaparecidos, los hambrientos, la pobreza, los femicidios, el aumento sin control de los precios, deuda externa, el racismo, la fobia al diferente.
Algunos llevan ese calzado. ¿Dictaduras, lawfare, quienes?

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