MUESTRA CEDIAL | ARTE Y PANDEMIA | Relatos | María Victoria Escoz

El Hombre, para vivir en sociedad, en una comunidad organizada debe renunciar a parte de sus pulsiones. Éstas quedan, al decir de Freud como un resto generador de malestar. ¿Qué hacer con ese malestar? El Arte permite tramitar lo inefable, lo indecible, el dolor y el malestar que la cultura genera. En tiempos de Pandemia, en los que las renuncias se acentúan en función de un bien común: la vida, pero donde el malestar también aumenta, el Arte nos proyecta y enlaza a otros.
CEDIAL acompaña y agradece a los artistas que se sientieron convocados a esta Muestra de ARTE y PANDEMIA

Prohibido tocarse.

Por Maria Victoria Escoz

Me desperezo al mediodía con la grata sensación de que sea mediodía en mi cuarto, y que este virus haya burlado la insistencia obstinada de mi reloj clavado a las siete. No está tan mal después de todo eso. Lejos queda el negocio de ropa y la insoportable de Martha , siempre con su dedito inquisidor , marcándome lo que hago mal. Ahora está que arde. El sólo pensar en eso me divierte. Ella que es tan avara, se ve obligada a pagarnos sin ir a trabajar. Eso es lo mas .
Me reencuentro con mis plantas que me echaron de menos en todo este tiempo. Veo que la enredadera se abrió camino en la pared a su antojo. Veo al jazmín moribundo por falta de cuidado. No soy buena madre de mis plantas. Veo en el techo del baño un cuadro surrealista hecho de humedades. Veo que hace tiempo que no me veo. Me miro en el espejo, tengo el pelo muy corto, arriba de la nuca. Quizás me pasé con tanto corte , me hace la cara chupada de tan flaca. Cada vez me parezco más a la vieja, cosa que odio.
El tiempo parece estacionado, como si siempre fuera el mismo día repetido. Por eso me armé una rutina. Me despierto bien tarde , me cebo unos mates y hago unos ejercicios. En mi vida hice gimnasia pero ahora necesito moverme.
Cuando camino por la calle, miradas esquivas .Cada uno encapsulado. Ni con los ojos quieren rozarse. Quizás siempre estuvimos así pero lo disimulábamos. Si en realidad cuando hablamos , monologamos. ¿Es que alguien realmente comprende al otro? En realidad la pregunta primera es : es que alguien realmente escucha al otro? Debo estar volviéndome loca, me pregunto y me respondo yo sola. Incluso empiezo a fantasear con la vida de mis vecinos, ya les conozco sus ruidos y algunas de sus manías. Es increíble cuanta vida nos quita el trabajo .
Está prohibido tocarse, husmearse de cerquita. ¡Con lo lindo que es eso ! Imaginé muchas posibles catástrofes , siempre imaginé bombas y explosiones. El mundo estallando en mil pedazos. Nunca imaginé esto. La muerte por contacto. La vida sin contacto. Un escenario donde lo prohibido es tocarse. Donde lo más maravilloso del otro queda congelado en una imagen. Por suerte no está prohibido tocarse en la fantasía .
Pienso mucho en Pablo. Lo pienso durmiendo acurrucado en su cama revuelta, sin mí. Lo pienso en el atardecer tomándose una birrita en el balcón, donde yo ahora no estoy. Cuando lo pienso me rio por dentro. Le imagino los ojitos esos que tiene pícaros. Esta noche con la luna de testigo nos tocaremos a la distancia. Con los ojos. Con la voz. El allá y yo acá . Nos haremos un festín de sensaciones. El amor es inmune a los virus.

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