EL DIEGO

Por Adriana Fernández Vecchi

Diego Armando Maradona fue adorado no sólo por sus prodigiosos malabarismos sino también porque era un dios sucio, pecador, el más humano de los dioses. Cualquiera podía reconocer en él una síntesis ambulante de las debilidades humanas, (..)
Pero los dioses no se jubilan, por muy humanos que sean

Eduardo Galeano

Hay dioses opacos porque son de barro, de tierra igual que nosotros. Pero es una opacidad de luz. Esa luminosidad que atraviesa la sensibilidad de la sabiduría de los pueblos.
A pesar de todo el avance de un pensamiento hegemónicos, ¡Sí..! hay pueblo. Ese que aparece sabiendo el misterio de la lucha por la dignidad y la soberanía. Ese sujeto colectivo reconoce a sus líderes. Ellos son los emergentes de la pluralidad de voces que tienen la esperanza de la felicidad.
Así Diego, El Diego, es el de la palabra inocente que dice lo que se espera. El que viene de abajo y nunca traiciona su conciencia de clase y representa los anhelos de muchos robados por pocos.
Así, en el juego se gambeta mucho más, porque la pelota no se mancha. Es la que rueda para acertar en el arco aquello que ilusiona con lo humano de la humanidad. El grito de gol de Maradona es el deshago de mucho silencio y se expresa en instantes de Felicidad. Y qué es la felicidad sino aquello que representa una buena vida: bienestar, salud, tranquilidad, ventura.
Por eso, esa tristeza de pueblo. Porque El Diego ha sumado esperanza y deseos de felicidad Se ha puesto aguerrido, cuando se huele a carroña, Porque se ha atrevido siempre a decir lo que ha pensado, ha sido siempre el de la palabra honrada. El Diego ha sumado desventuras y a pesar de todo sigue haciendo Gol. Nosotros somos en ese grito de la “Mano de dios”, en ese: ¡Marodo, Marodo!, los que juntos a Él gambeateamos la vida. Es un símbolo, es el héroe irresponsable, borrachín como dice Galeano. pero como todo héroe vence las desventuras y se inventa un destino que representa el camino de deseos hecho cancha, expresado en bandera de comunes, hombres y mujeres que espera, juega a salvar.
Por eso, Ese dios, el dios sucio que dice Galeano es nuestra divinidad que va más allá de un entretenimiento. Es la cara sucia de nuestra alma en búsqueda de esa Felicidad que recorre el continente de los que aspiran a estar en una condición de respeto.

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