RESEÑA | “La retórica neoliberal y la subjetividad de nuestra época”

Sebastián Plut

Pandemia, retórica neoliberal y opinión pública.
Sebastián Plut
Editorial Ricardo Vergara
Buenos Aires. 2020.

Por Ricardo E. J. Ferrari

En la Grecia Clásica, en el siglo V, el siglo de Pericles, momento de esplendor económico y artístico, donde el proceso de democratización alcanza su punto máximo, los atenienses llamaban idiota a aquel que se mantenía al margen de los asuntos de la polis. El idiota era aquella persona que sólo se interesaba de sus asuntos privados desentendiéndose del bien común, de la cosa pública. El anti ciudadano, podríamos decir. Por otra parte, la libertad, en la antigüedad clásica, es la libertad del ciudadano, es decir, la libertad de aquel que se define como “ser de la polis”, el “Zoon Politikón” de Aristóteles. No hay libertad por fuera de la polis. Los antiguos ya habían intuído que la libertad es siempre dentro de los límites de la comunidad. Es decir que hay algo tercero, la ciudad-estado, la sociedad o la esfera axiológica común en la que inhiere la llamada libertad. La libertad no es sin los límites que impone la polis. No hay libertad sin restricciones que garanticen la convivencia.
En los tiempos contemporáneos, más precisamente desde las últimas décadas del siglo XX, para el modelo neoliberal, la concepción del ciudadano, “del vecino”, en términos del macrismo en Argentina, se contrapone a la de alguien integrado, comprometido y hacedor de “la cosa pública”, que, en nuestra democracia moderna, a diferencia de la antigua, es a través de sus representantes.
El modelo neoliberal, tal como lo enuncia Sebastián Plut en su libro, propicia un sujeto desinteresado por lo público, un sujeto egocentrado en su propio esfuerzo como única condición de triunfar en la vida. Siendo además, el triunfo, un valor incuestionable. Un sujeto meritocrático. Esta producción subjetiva del neoliberalismo, cuando se manifiesta, por ejemplo, en un acto público, como nos recuerda el autor, lo hace en “forma independiente”, sin “una organización detrás”. Un sujeto desafiliado. Recordemos que la etimología de afiliación remite al griego philía (amor fraternal, amistad). Estamos ante un sujeto “que se corta solo”. En un modelo cultural hegemónico que, al decir de Plut, “califica como buena la ausencia de dependencias o filiaciones.”. El ejemplo del “periodista independiente” y de los anticuarentena “desafiliados” e “idiotizados”, en el sentido del origen semántico del término, clamando por esa libertad por fuera de la polis.: “A mí nadie me va a decir lo que tengo que hacer”, son otras de las formas en que según el autor del libro aparece este sujeto configurado por una concepción individualista de la libertad. Como si ser libre significara poder hacer narcisísticamente cualquier cosa.
Evidentemente, tal como refiere el texto, hay una relación inextricable entre el discurso neoliberal, como discurso que soporta un deseo de alienar, y el sujeto que se identifica con ese discurso desde un deseo de ser alienado o, como indica Plut, desde una regresión del pensamiento que es propicia para esta inducción discursiva.
El autor nos introduce a la problemática de la configuración de una subjetividad, inscripta en un contexto de retórica neoliberal, desde una perspectiva psicoanalítica.
Nos advierte de una relación dialéctica entre la retórica neoliberal y la tendencia, en ciertas subjetividades a la regresión del pensamiento, caracterizada por una indiferencia con respecto a la realidad y la alteración de los nexos causales que operan en todo pensamiento crítico. Hay un encuentro ominoso entre un discurso taxativo y sin argumentación y una subjetividad dispuesta a ocluir todo tipo de interpelación. Encuentro entre una fuerza discursiva alienante y un pensamiento dispuesto a ser enajenado. Quedan dañados en ese encuentro la capacidad de recordar y en función de ésta, el pensamiento anticipatorio que relaciona el pasado con el presente y el futuro.
No hay aprendizaje porque no hay historia. Entendiendo la historia como el recuerdo de los acontecimientos pretéritos y su relación con la actualidad. Podríamos pensar en una lógica del instante, de la inmediatez, de lo que “tiene que ser ya mismo” porque “no hay tiempo para perder” y el pensar requiere tiempo y detenimiento. El pensar requiere lentitud y sabemos que, desde siempre, para el capitalismo, “Time is Money”. Todo es para hoy, sin pensar en el mañana ni en el futuro.
Estamos por un lado, frente a un discurso que intencionalmente genera una regresión del pensar, inhabilitando la conciencia de lo percibido por exceso de estimulación, por recurrencia de mensajes cuyas frases contienen argumentos falaces y que anula los nexos causales ubicando el efecto como causa e invisibilizando a ésta. Un discurso que pretende atemporalidad y ahistoricidad y, por el otro lado, con un sector de la sociedad cuyo desvalimiento social y psicológico lo hace disponible a ser hechizado por “lógoi” persuasivos y engañadores que les impiden conectar la realidad dolorosa con el pasado y el futuro y poder así prever repeticiones ominosas.

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