MILITARES y DEMOCRACIA en el SIGLO XXI (NOTA III) | Honduras como laboratorio de regreso.

Tras el Golpe de Estado los Presidentes de la UNASUR apoyaron a Zelaya. En la foto con Rafael Correa (Ecuador) y Cristina Fernández (Argentina).

Por Daniel do Campo Spada
(CEDIAL)

En junio de 2009 el Ejército hondureño, presuntamente con el apoyo del empresariado ligado a sectores derechistas y la Embajada de Los Estados Unidos en Tegucigalpa dieron un Golpe de Estado en el que secuestraron al Presidente constitucional Manuel Zelaya y en piyama lo llevaron a San José de Costa Rica. De esta manera se abortaba una consulta popular no vinculante que abría la posibilidad para que el pueblo se manifieste por el cambio de la Carta Orgánica que terminaría con las desigualdades sociales. En declaraciones al canal Telesur, el propio mandatario denunció que un grupo irregular compuesto por comandos del ejército lo sacaron de la cama y con la ropa que tenía puesta lo sacaron del país, corriendo incluso riesgo su vida porque en la puerta de su domicilio se produjo un tiroteo. Rompieron los portones con metralletas caladas y sin ninguna autorización legal lo sacaron del país.
Zelaya no entendía el motivo de la acción y pidió a la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que intervinieran en su país para restaurar la democracia. En Tegucigalpa se había reunido la OEA unas semanas atrás permitiendo (si lo desea) el retorno de Cuba a la corrupta organización continental.
Estados Unidos, quien se sospechaba detrás del golpe, no se manifestó al respecto, mientras que la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, seguía hablando de la crisis de Irán, ignorando lo que estaba ocurriendo en las proximidades de su frontera. Los mandatarios de la región prepararon una declaración inmediata e inmediatamente se organizó una reunión urgente de la UNASUR convocada por Brasil y Argentina (que sufría los embates golpistas de los terratenientes). Los Presidentes Hugo Chávez (República Bolivariana de Venezuela) y Daniel Ortega (República de Nicaragua) fueron los primeros que lo llamaron a Zelaya y le dijeron que vaya hacia cualquiera de esos países asegurándole que sería recibido como el auténtico Presidente de Honduras.
El Cardenal Oscar Andrés Rodríguez, en representación de la Iglesia Católica Romana (Vaticana) en Honduras, apoyó el Golpe de Estado y pidió a la Organización de Estados Americanos (OEA) que entiendan que el gobierno del dictador Roberto Micheletti está conforme a las leyes constitucionales. Miles de manifestantes católicos se manifestaron ante las iglesias a las que concurren habitualmente a misa para manifestarse en contra de la actitud de la jerarquía, pero fueron duramente reprimidos. Las parroquias dispusieron de guardias militares.
En un primer momento se desconocía la posición por un pedido que aparentemente había provenido del Vaticano llamando a la prudencia, pero la fuerza de los acontecimientos hizo reflotar la parte más triste de la historia católica en el continente. Las iglesias evangélicas, que tienen sus cabeceras en Estados Unidos saludaron la incorporación de los católicos a la coalición golpista.

La complicidad de los jueces y la pata del “lawfare”.

El Poder Judicial legalizó el Golpe de Estado dado por el Ejército en contra de la democracia, que se aprestaba a realizar una consulta popular sobre la reforma de la Constitución. Los evangelistas y el silencio cómplice de la Iglesia Católica Romana junto a una supuesta colaboración de la Embajada de los Estados Unidos estaban detrás de la interrupción del poder popular. Los supermercados abrieron temprano para que los ciudadanos se abastezcan ante la inminencia del toque de queda. Las fuerzas armadas ocuparon la capital y los edificios gubernamentales.
Los uniformados secuestraron las urnas distribuidas por todo el país, presuntamente antes de la orden judicial de recogerlas. Ello demostraba que el poder lo tenían los uniformados que desde hacía una semana empezaron a opinar sobre temas políticos referentes a la consulta que se iba a realizar.

Zelaya en un acto de resistencia con Libre.

La Primera Dama, Xiomara Castro se tuvo que esconder con parte de su familia en las montañas del país sin precisarse el lugar ya que se estaba moviendo en forma permanente para no ser alcanzada por las fuerzas represivas. Desde un día antes a última hora no se sabía dónde estaban sus hijos ya que había sido intervenida toda la telefonía celular y fija por lo que las comunicaciones y el acceso a internet estaban suspendidos.
La canciller Patricia Rodas fue detenida en una unidad aérea y fue golpeada junto al Embajador de Venezuela Armando Laguna que había concurrido a prestarle apoyo de su país. El representante caribeño fue liberado bajo la advertencia de retirarse inmediatamente del país, donde las garantías constitucionales mínimas habían sido suspendidas.
El dictador hondureño Roberto Micheletti dictó la suspensión de las libertades civiles e implantó el estado de sitio, para poder allanar sin orden judicial, algo que el ejército estaba implementando en forma apresuradas. Cerca de 400 personas se encontraban con paradero desconocido solo en las primeras 48 horas. Bloquearon los accesos a las ciudades grandes para evitar manifestaciones a favor de Zelaya.

OEA convoca urgente por golpe de Estado en Honduras.

LA Organización de Estados Americanos (OEA) se reunió de urgencia en Managua a instancias de tomar inmediatas medidas en contra de los militares que habían tomado el poder en el país centroamericano. Su Secretario General, el chileno Miguel Inzulsa dijo que no había habido un Golpe de Estado desde que en 2002 los empresarios y la derecha venezolana habían derrocado a Hugo Chávez en Venezuela. Desafiando a la OEA, el Congreso hondureño designó como Presidente golpista al titular del Parlamento Roberto Micheletti, quien quería restaurar a la oligarquía en el poder.
El Secretario General de la Organización de Estados Americanos aterrizó en el Aeropuerto de la capital hondureña y fue inmediatamente recibido por la Corte Suprema de Justicia, que avalaba al gobierno de facto apoyado por el Ejército. Tras varias conversaciones, dejó la firmeza original y llamo a reunión nuevamente a los países miembros, quienes habían decidido que si Zelaya no podía volver al poder, el país sería expulsado.
Adelantándose a los acontecimientos, el gabinete de facto dispuso su propia salida de la OEA y del ALBA (Alternativa Bolivariana de las Américas), ratificando su unión al Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos. Los mandatarios percibieron una negociación paralela de la Casa Blanca para “tolerar” a los golpistas, aunque en lo formal decían no abandonar el tándem del resto de los países americanos y la ONU que reclamaban la inmediata restauración de la democracia.
Inzulsa volvió a Washington convencido de que el arribo del mandatario constitucional acompañado de Cristina Fernández, Rafael Correa y Fernando Lugo, sus colegas de Argentina, Ecuador y Paraguay respectivamente, podría convertirse en una situación violenta ya que los usurpadores dijeron que lo detendrán ni bien aterrizara en el aeropuerto de Tegucigalpa.

Falla la mediación de Oscar Arias
y se consolida el golpe en Honduras.

Tras el fracaso de mediación entre el golpista Micheletti y el Presidente Zelaya, se diluyó el apoyo internacional y se consolidó el peligroso antecedente del quiebre institucional en la república centroamericana de Honduras. Oscar Arias, Presidente de Costa Rica, dijo que llevaría mucho tiempo y paciencia concluir la negociación que le encargara la Secretaria Estado de los Estados Unidos, Hillary Rodham.
En el Congreso de la superpotencia se dio la semana pasada una audiencia en la que parlamentarios y especialistas expusieron en turnos de diez minutos su visión de la crisis hondureña, generando gran preocupación ante la certeza de que los halcones no se habían movido de Washington a pesar de la llegada al poder de Barack Obama. El mandatario demócrata parecía estar sufriendo una guerra interna en la que los sectores medios puestos durante el régimen de George Bush y Dick Cheney tomaron decisiones aun contrariando las líneas directivas de la Casa Blanca. Cabe recordar que durante el gobierno del Partido Demócrata de John F. Kennedy se intentó la invasión de Cuba que terminó en la derrota norteamericana en Bahía de los Cochinos.
Durante las primeras semanas en Honduras se siguieron dando resistencias heroicas de vecinos que pintaban paredes o intentar superar el estado de sitio accediendo a la capital. La esposa de Manuel Zelaya, Xiomara Castro fue una de las figuras más destacadas de las manifestaciones callejeras que eran rápidamente disueltas por el Ejército golpista. Incluso algunas parroquias habían suspendido sus misas para evitar que las personas se manifestaran en plena ceremonia o a la salida de la misma, en una clara fractura entre los fieles y la jerarquía católica que había adherido al golpe.

La prensa monopólica de Honduras apoyó el golpe.

En lo que debe ser una lección para todo el continente, la prensa monopólica hondureña apoyó el Golpe de Estado que encabezó Roberto Micheletti y llevaron a la opinión pública hacia la división de aguas en un eje basado en el nacionalismo. Los titulares defendían a la flamante dictadura diciendo que los países que reclamaban el retorno de Manuel Zelaya al poder “respondían a Hugo Chávez”. La Prensa, El Tribuno y El Heraldo adquieren el mismo discurso virulento de la oligarquía que tomó el poder por la fuerza.
Los diarios y las radios que aún transmitían eran los que permitía el ejército, ya que según denunció la Federación Latinoamericana de Periodista (FELAP) reinaba la más extrema calma. Incluso la corresponsalía de la mayoría de las cadenas internacionales debía hacerlo a través de sus teléfonos satelitales, que superaban el corte de la telefonía celular cortada al igual que internet.
El mandatario de facto Roberto Micheletti dispuso que el ejército cerrara las entradas a la capital, para que los partidarios de Zelaya no pudieran llegar a la zona céntrica. Cerca de cien mil personas se habían manifestado en los alrededores, aunque los periodistas no pudieron llegar al lugar por los férreos controles en rutas y calles que impusieron las fuerzas armadas.
La oficialidad del Ejército hondureño temía por otra parte que los nuevos oficiales dieran un golpe de timón para la restauración de la democracia, por lo que les relegaron de la conducción de las unidades con poder de fuego. La vieja camada fue formada al calor de la intervención y formación norteamericana que tiñó la historia del país centroamericano.
Pero también hubo contra-ejemplos de dignidad. La radio Globo de Honduras no pudo transmitir por internet durante varios días y el contacto se ha vuelto muy irregular con el exterior. Los e-mails no llegaban y los teléfonos intervenidos no le comunicaban con sus colegas.
Radio Progreso, a diferencia de Globo, que duró un mes en el aire, fue allanada la misma madrugada del golpe cívico militar, donde parte de sus equipos fueron requisados sin ningún tipo de orden judicial, que por otra parte hubiera sido tan ilegal como el propio gobierno de facto. Para evitar que hubiera un enfrentamiento entre los militares fuertemente armados y los vecinos y oyentes que se acercaron para defenderla, suspendió voluntariamente sus transmisiones por un día, hasta que reanudó con una programación “especial”. Entre canciones que tienen letras que llaman a la reflexión, emiten informaciones de la resistencia democrática. Durante meses suspendieron sus transmisiones por internet. Fue un acto de heroísmo que apenas duró semanas.
Algo similar le ocurrió a Globo, quien luego de la prohibición de las primeras horas tomó el perfil de transmitir en directo cada marcha sorpresiva que esquivara la represión de la dictadura, hasta que su transmisión al mundo también fue interrumpida desde la salida del país. La acusación de un auditor militar fue que incitaba a la rebelión social, ya que transmitía en directo cada intento de retorno del Presidente Zelaya o llamado de la Primera Dama, Xiomara Castro.

Zelaya entró en Honduras.

Al menos por unos metros Manuel Zelaya ingresó en Honduras en la frontera entre los pueblos de Estelí y Las Manos, donde la orden de los militares de la frontera era no dejar ingresar al Presidente constitucional en su territorio. El dictador Micheletti decretó el toque de queda en los pueblos cercanos para evitar que los ciudadanos cubrieran al mandatario en caso de que se intentara detenerlo.
Los treinta kilómetros que separan el último pueblo nicaragüense hasta la frontera hondureña delimitada por una cadena cruzada en el camino se recorrieron en media jornada en la que Zelaya intentaba reunirse con su mujer Xiomara Castro, quien encabeza la resistencia en el país. Al ser demorada por los retenes militares, no se pudieron encontrar.
De todas formas, una vez ingresado quince metros en su país, el depuesto Presidente se entrevistó con el Coronel Recarte y le pidió hablar con la comandancia del Ejército. El jefe de esa fuerza armada, el General Romeo Vázquez no lo atendió pero le ofreció a toda la familia de Zelaya trasladarse en avión hasta Managua. La primera dama rechazó el convite porque sabía que de esa forma se liberaban de toda la conducción de la resistencia interna. A las pocas horas, un simpatizante del Presidente, un joven de 23 años llamado Pedro Muñoz apareció en un descampado atravesado por varias cuchilladas que le costaron la vida, en lo que fue considerado un amedrentamiento para todos aquellos que quisieran apoyarlo.
A los pocos días Zelaya viajó a Washington, donde fue recibido por la Secretaria de Estado Hillary Rodham. El ex mandatario norteamericano Bill Clinton, esposo de la funcionaria, había calificado el gesto de intentar ingresar a su país como una imprudencia. En la Casa Blanca empezaban a tallar los “halcones”, que le estarían ganando la partida al propio Barack Obama.
En los siguientes dos años se formó el Frente Nacional de Resistencia Popular que derivó en la fundación en junio de 2011 del partido de Libertad y Refundación (LIBRE) que llevó en elecciones totalmente amañadas a Xiomara Castro (esposa de Zelaya) como candidata a Presidenta. Fue derrotada por escaso margen en un escrutinio totalmente sospechoso.
Desde ese momento, reformando la Constitución Juan Orlando Hernández lleva dos períodos consecutivos. Cuando los militares, la oligarquía, la Iglesia Católica Romana y los militares dieron el Golpe de Estado en 2009 usaron como excusa que Zelaya quería reformar la Constitución que ellos sí reformaron.

Presencia de Estados Unidos.

Estados Unidos fue partícipe del golpe. No solo usaron una de sus bases y una de sus naves para llevar secuestrado desde su casa a Costa Rica al Presidente Zelaya al que habían derrocado sino que además aterrizaron en una base de San José de Costa Rica que también les pertenece. Desde 2013 el Pentágono tiene la base más grande en Centroamérica en el norte de Honduras. El país es utilizado como un portaaviones en tierra. Incluso alteraron la zona de Mosquitia, con gran impacto en el medio ambiente y en los pueblos originarios que viven allí ancestralmente.
En estas condiciones ya no solo estamos hablando de presencia militar endógena sino que el despliegue en algunos países es una causa exógena que les hace perder soberanía a las naciones que ceden su soberanía.

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