PENSAR UNA SEÑAL | TRIPLE FEMICIDIO: EL ESPEJO DE UNA SOCIEDAD ROTA EN UN ESTADO PATRIARCAL

Por Adriana Fernandez Vecchi

La realidad da que pensar. Una señal de las ultimas semanas ha sido el triple femicidio ligado al narcotráfico y la vida de sectores vulnerables y un Estado Patriarcal donde se normaliza la violencia y el negacionismo.
Podemos reflexionar, a partir de la lectura crítica de autoras como Rita Regato y Silvia Federici —dos investigadoras inscriptas en el feminismo comunitario y decolonial—, sobre cómo esta perspectiva configura un campo de resistencia frente a la violencia estructural que atraviesa los cuerpos de las mujeres en sociedades marcadas por la desigualdad y la desposesión. El triple femicidio con implicancias ligadas al narcotráfico constituye un ejemplo paradigmático de esta trama, donde la violencia patriarcal, machista, no puede comprenderse de manera aislada, sino en su entrelazamiento con la economía criminal, la precarización de la vida y la ausencia del Estado en sus responsabilidades fundamentales. La muerte de estas mujeres no solo revela el horror de la violencia de género en su máxima expresión, sino también el modo en que los cuerpos femeninos se convierten en territorios de disputa, disciplinamiento y control, tanto por el crimen organizado como por las instituciones estatales que fallan en garantizar derechos básicos.
La lectura feminista de Regato enfatiza la necesidad de entender los femicidios como parte de un continuum de violencia, que no se agota en el acto de matar, sino que incluye prácticas sistemáticas de subordinación, silenciamiento y despojo. Desde esta perspectiva, la articulación entre violencia narco y violencia patriarcal no es casual: ambas operan sobre los cuerpos como dispositivos de control, reafirmando jerarquías de poder y asegurando la reproducción de un orden social que margina a las mujeres. Federici, en consonancia, ha señalado cómo la violencia contra las mujeres se inscribe en una lógica histórica de acumulación, donde la explotación de los cuerpos y la destrucción de sus redes comunitarias resultan funcionales a sistemas de dominación económica y política. En contextos atravesados por economías ilegales, estas dinámicas se intensifican y el femicidio se convierte en una herramienta extrema para sostener el control territorial y disciplinar a las comunidades.
El caso del triple femicidio evidencia con crudeza la ausencia del Estado en su rol de garante de la seguridad, la justicia y el cuidado. No se trata únicamente de la falta de políticas efectivas de prevención de la violencia de género, sino de una omisión más amplia que deja a vastos sectores sociales a merced de poderes paralelos. Allí donde las instituciones estatales se retraen, se abre espacio para que el narcotráfico y la violencia organizada se constituyan en formas perversas de gobierno sobre la vida cotidiana. Esta ausencia se manifiesta no solo en la falta de protección concreta, sino también en la escasa implementación de políticas públicas que sostengan redes de cuidado, acceso a derechos y condiciones de vida digna. El feminismo, en este sentido, plantea la urgencia de politizar el cuidado como dimensión central para la vida en común, entendiendo que sin estructuras colectivas que garanticen protección, salud y educación, la violencia se reproduce con facilidad.
El triple femicidio no puede leerse como un hecho aislado ni como producto exclusivo de la acción criminal, sino como síntoma de una trama más amplia en la que confluyen violencia patriarcal, economías ilícitas y desidia estatal. La mirada feminista propuesta por Regato y Federici invita a pensar en la necesidad de repensar el rol del Estado, no solo como garante de la seguridad, sino como responsable de generar políticas de cuidado que restituyan a la vida de las mujeres y de las comunidades su valor y dignidad frente a la lógica de la muerte.

2 thoughts on “PENSAR UNA SEÑAL | TRIPLE FEMICIDIO: EL ESPEJO DE UNA SOCIEDAD ROTA EN UN ESTADO PATRIARCAL”

  1. Creo que este trabajo aporta al diálogo sobre un fenómeno subyacente y constitutivo que atraviess la sociedad donde las diferencias son percibidas y, por ende actuadas, como peligrosas.
    El otro no es el complemento sino el enemigo.

  2. Algo así de espeluznante, inenarrable, sin embargo, se repite y repite como reflejo de los hechos en imágenes constantes, como ceremonias que parecen celebrar la violencia.
    Asusta ver la cantidad de basura mediática en películas de cuarta que zapineando una tarde de sábado de cable podían verse en los días siguientes al martirio: mujeres descuartizadas, perseguidas, vejadas, secuestradas. Tanto como las escenas de guerra o de luchas competitivas entre hombres.
    El castigo y sometimiento a quien se atreve a ser en su femeneidad plena, es tan arraigado que indica a la sociedad la noción de punir ese desborde como si fuera merecido. Y se percibe en las narrativas con un dejo de castigo explicado como consecuencia de mal comportamiento. Descontrol y anarcorealidad confusa: la vuelta atrás también para los derechos, especialmente al respeto y dignidad de las mujeres… Siglos y siglos igual

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