Por Adriana Fernández Vecchi
Las prácticas sociales son aquellas que producen determinados saberes. Foucault en la quinta conferencia expone cómo del siglo XVIII al XIX se produce “la apropiación por parte del poder central de los mecanismos populares de control.”. Un ejemplo de esta afirmación es el panóptico es reunidor de las características que expresan ese saber. El objeto de este período histórico se relaciona con la legitimidad del poder del Estado moderno, la familia burguesa y la producción industrial. Las utopías capitalistas y obreras necesitan disciplinar las conductas y legalizar las prácticas acreditándose la verdad mediante el dominio del saber. En primera instancia, aparecen las instituciones de reclusión como control moral y social. La pertenencia al grupo indica “la estructura de vigilancia que al convocar a los individuos, al integrarlos, los constituirá…como grupo”. Así, la escuela, el psiquiátrico, la prisión, excluyen. Su finalidad es fijarlos a un aparato normalizador. La reclusión del siglo XVIII, en el XIX aparece como instituciones de secuestro. En definitiva, el objetivo es fijar los cuerpos al aparato reproductivo. Surge la necesidad de que los individuos coloquen el tiempo a disposición de la producción La preocupación son las técnicas de explotación máxima del tiempo. Pero no sólo se refiere al tiempo laboral sino a todo el tiempo, tiempo libre, tiempo de educación, etc., cuyo único propósito es la reposición de fuerzas de trabajo. Entonces, abarca la vida entera, bios, toda la existencia a disposición del aparato productivo.
La salud y la seguridad, las ciencias sociales en torno al cuidado de la vida, caracterizan el biopoder. Dice Foucault “En nuestra época todas estas instituciones —fábrica, escuela, hospital psiquiátrico, hospital, prisión— no tienen por finalidad excluir sino por el contrario fijar a los individuos.
La fábrica no excluye a los individuos, los liga a un aparato de producción. La escuela no excluye a los individuos, aun cuando los encierra, los fija a un aparato de transmisión del saber. El hospital psiquiátrico no excluye
a los individuos, los vincula a un aparato de corrección y normalización.
Y lo mismo ocurre con el reformatorio y la prisión. Si bien los efectos de estas instituciones son la exclusión del individuo, su finalidad primera es fijarlos a un aparato de normalización de los hombres. La fábrica, la escuela, la prisión o los hospitales tienen por objetivo ligar al individuo al proceso de elaboración, formación o corrección de los productores que habrá de garantizar la producción y a sus ejecutores en función de una determinada norma.” Por eso también la llama de secuestro. De esta manera, no sólo controlan el tiempo sino, los cuerpos. Éstos se disciplinan mediante la higiene y las prácticas sexuales. Por último, el poder político y económico también crea un poder judicial, pues estas instituciones también castigan o premian, de acuerdo a los parámetros que ese poder instaura, por lo general una minoría hegemónica que sólo cuida los intereses individuales. Todas estas dimensiones son atravesadas por un poder epistemológico, o sea, se considera objetivo y científico la verdad que se impone desde el dominio colonialista.
La ciencia Economía Política determina un saber técnico de producción. “Al lado de este saber tecnológico propio de todas las instituciones de secuestro, nace un saber de observación (,…), el de la psiquiatría, la psicología, la psico-sociología, desde el saber del derecho nace la criminología, etc.” Así la epistemología es el micropoder y observador de nuestro comportamiento, es decir, el panóptico de nuestras conductas y su consecuencia es la técnica de dominio sobre ellas.
Recorriendo la historia vemos que aparecen las ciencias sociales por primera vez en la humanidad a fin del siglo XVIII, que al tomar como objeto al sujeto lo sujeta a los mecanismos de control. De las relaciones políticas, económicas, judiciales, de micropoder, se extraen nuevos saberes que abrevan de los comportamientos de los sujetos. Éstos son transcritos y generan nuevas normas, nuevas formas de control, nuevos saberes tecnológicos. Estas nuevas técnicas normalizan los comportamientos reforzando el control del uso del tiempo, plus-ganancia sostenida por sub-poder, capaz de fijar a los hombres al aparato de producción. Las ciencias sociales es un espacio que atrae la mirada, así como el panóptico, observador oculto siempre presente que controla normalizando la conducta, las ciencias sociales ocupa su lugar como “el gran hermano” creando las tramas que legitiman tal o cual comportamiento. No sólo duplica la representación para objetivarse (el sujeto es objeto de estudio), sino que, “luego interpreta esa duplicación desdoblándose nuevamente para extraer leyes científicas” La verdad, se desemboza a partir de los dispositivos de saber-poder que se juegan en la historia externa e interna de las ciencias. “Evidentemente el núcleo gnoseológico, al que denominan interno, interactúa con la supuesta exterioridad” Creemos que el poder del colonialismo intenta tejer un sentido común que piense y crea saber desde una normalidad generada a partir de los intereses particulares de dominación
Pero un análisis ampliado intenta descubrir la trama, la costura de da por resultado una trama de continuidades y discontinuidades, pero también las prácticas sociales que suponen poder, ética, deseo, política, etc. Por tanto, el hecho sólo puede ser evaluado bajo el perspectivismo, donde el aparecer de la verdad se debe al saber-poder. Sin embargo, las ciencias sociales modernas expresan la verdad como adecuación. Sólo donde hay correspondencia o adecuación es posible hablar de normalidad. El saber, desde este modo de entender la verdad, es juez que establece el parámetro para limitar o habilitar el comportamiento y regular el hacer.
¿Desde donde regulas tus deseos, tu comportamiento, tu forma de juzgar?
¿Quizás los medios de comunicación es el panóptico? ¿Cuál es tu discurso empoderado? ¿Qué tipo de jueces regulan la peligrosidad de delito, la educación de nuestros hijos, nuestros deseos de bienestar?
Buenas tardes, encantado de saludarte. Soy Jose
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