UNA MUJER – UN PUEBLO

Por Adriana Fernández Vecchi

El pueblo se hace oír y se enuncia con su propia voz. Un retrato acústico que se expresa en un espacio propio de actores del campo popular. Escena que refuerza en la calle una atmósfera contra las concepciones que tiene por objetivo disolver la soberanía política. También se manifiesta la represión como descargas de resentimiento social a quienes pronuncian su voluntad y determinación de adhesión a una Lidereza que representa un movimiento nacional y popular.

La desarticulación del espacio, la inversión de las reglas públicas es producto de la emergencia de un imaginario social popular que, ante el despliegue espontáneo, se expresa desconociendo formalismos. La demostración a favor de Cristina se convierte en portavoz de los anhelos sociales contra hegemónicos. Ante la posibilidad de manifestase, lo hace expresándose en su lengua, con sus formas y sus símbolos. A partir de esta condición, la expresión asume su posibilidad humana de emitir un mensaje desde la comunicación alternativa. Lo SentiPensante aparece como relato motor de la movilización y los manifestantes recogen el hilo histórico de un movimiento popular.
Esto sólo es posible en la medida que, los que tienen el monopolio de los discursos se repliegan frente a la desarticulación del espacio, su poder es desafiado y neutralizado. La calidad omniabarcativa de la comunicación de los discursos de poder corporativo encontró una frontera: la expresión de símbolos ocultos de una identidad cultural. La eliminación provisional de las jerarquías crea la posibilidad de un tipo particular de comunicación inconcebible en situaciones normales. Constituye una especie de liberación transitoria basada en la abolición de las formas y visibilizar los deseos de los actores sociales inclusive más allá o más acá de los dirigentes.
Este brote de expresión, de comunicación alternativa, sólo es posible porque en la concentración se da un “clima de fiesta” que supone el reconocimiento de la identidad política entre los participantes y a la vez el poner el pecho a la impunidad de un sector del poder Judicial y la amenaza a los valores democráticos simbolizados en la lidereza, Cristina.

La palabra en la calle asume la función de interpelación y a la vez expresa el deseo descolonizante. Se re construye un relato de los sectores vulnerados y se cristaliza la memoria de los derechos adquiridos desde un período de doce años que representa una política progresista que levantó el ninguneo de la necesidad y reivindicó aquella sentencia “ donde hay una necesidad hay un derecho”
El imaginario social popular, desde su capacidad de expresión, desde una inteligencia emocional, ensaya símbolos que les permite subsistir. En la jornada, los actores populares comprueban que podían reafirmar sus proyectos de soberanía y dignidad. La concentración visibiliza la posibilidad de la emergencia de una larga historia política, dispuesta a volver a hacer su experiencia de poder en su dirigente que representa la propuesta de simplemente de una buena vida.

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