OPINIÓN | La historia y el fenómeno permanente de la militancia.

Por Daniel do Campo Spada
(CEDIAL)

El Peronismo le ha dejado dos días a la sociedad argentina dos días emblemáticos y que ya superan las fronteras propias del Justicialismo. El 17 de Octubre y el 17 de Noviembre son parte de la cultura socio-política y se han fortalecido simplemente como los días de la Lealtad y la Militancia, dos de las actitudes más nobles que puede tener un ser humano, ya que en ambas implica la entrega “al otro”. Son posturas de entregarse, de quitarnos tiempo a nosotros para darlo a los demás. Así como oportunamente dijimos que el 17 de octubre de 1945 ya es un símbolo que se extiende más allá de una agrupación política, el 17 de Noviembre de 1972 fue el Día de la Lealtad de las siguientes generaciones que incluyeron el factor de la Resistencia, porque a diferencia de la primera epopeya donde nadie la vio venir, en el caso de la segunda la oligarquía trabajó duramente intentando exterminar todo vestigio de dignidad.

En la tercera década del siglo XXI los adolescentes usan una expresión que es “en tu cara”, significando que hemos obtenido un triunfo delante y a pesar de sus oponentes. Cuando el avión de Alitalia logró aterrizar con Juan Domingo Perón a bordo, era algo más que un gesto político. Era decirle a la sucesión de dictaduras militares, empresarias y de gobiernos civiles (que aceptaron ser cómplices de la proscripción del peronismo) “no pudieron con nosotros”. En el medio hubo miles de historias de entrega. Exilios involuntarios y forzados (la mayoría de ellos muy lejos de las idílicas imágenes de los intelectuales en París), detenidos, asesinados, expoliados, saqueados en sus propias narices, familias masacradas y todas las atrocidades que las variantes de la derecha argentina no escatimaron aplicar. Y no pudieron. Estaba ese fenómeno que no logran entender que es la militancia.
En diciembre de 2015, los sectores acomodados, ricos, prebendarios de varias generaciones, extranjerizantes y anti-nacionales tomaban la Casa Rosada. Apoyados por votos que en gran parte salieron de sectores populares que le creen más a una conductora televisiva vespertina que a su propia realidad. Este fenómeno es algo que hay que encontrarle explicación. Que el rico defienda sus intereses es harto entendible, pero que el pobre sea el que defienda la desigualdad está fuera de toda comprensión. El día anterior, la Presidente Cristina Fernández habló ante cuadras y cuadras de personas que fueron a agradecer. Nunca en la historia argentina un mandatario saliente tuvo más gente en la Plaza de Mayo, superando varias veces incluso al que asumía al otro día.
En esa mítica noche del 9 de diciembre, Cristina Fernández dijo “cada uno de Ustedes tome su bandera y sea su propio dirigente”, avisando que se venían tiempos de resistencia. La oligarquía volvía al poder y se terminaba la democracia. La represión, las causas inventadas, los negociados, los derechos solo para los que tienen dinero, la meritocracia (de los ricos que nacen con la empresa de sus padres), las fake news, las detenciones políticas y todo lo que sigue. Desde ese momento se instaló un cantito que no dejó de sonar. “Vamos a volver, a volveeerr, vamos a volveer”, se empezó a escuchar en subtes, trenes, calles, baños públicos, estadios de fútbol y recitales. Cada vez sonó más fuerte hasta que las urnas fueron contundentes y en 2019 un Gobierno democrático volvió a la Casa Rosada.
Las oligarquías cambian sus métodos y sus nombres. Todo lo hacen por dinero. Está en su lógica. Pero lo que no logran entender es que la gente tenga un sentido colectivo, pensando en “nosotros” o en “todos/as”, a cambio de lo que es ni más ni menos una ética. Una forma de ser. Ellos, cuando pueden sacarle algo de tiempo a sus holgados trabajos se van a Miami o Aspen (porque el país no les interesa) y no comprenden a quienes van a pintar un colegio, participar en una Cooperadora, poner una mesa en una esquina o en el local que presta un vecino. Jamás podrán comprender la militancia.

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El 17 de noviembre de 1972 el ex Presidente Juan Domingo Perón retornaba a la Argentina luego de una proscripción que había comenzado en 1955 cuando fue derrocado por un Golpe de Estado. Ello fue fruto de 17 años de una resistencia popular que incluso la muerte, la prisión, el saqueo, la tortura, el exilio forzado y el olvido.

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