Personas en situación de calle y COVID 19. Vieja y nueva normalidad. Ciudad de Buenos Aires 2017-2019

Por Verónica Paiva
FADU-UBA

Introducción

El objetivo de este trabajo es presentar una síntesis de la investigación “Personas en situación de calle. Ciudad de Buenos Aires. 2017-2020” que llevo adelante con un proyecto UBACyT con sede en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires. Durante los años 2017 y 2019 se llevaron a cabo dos Censos Populares de Personas en Situación de calle que organizan una serie de instituciones de la sociedad civil que trabajan con ese sector poblacional y que realizan dicho relevamiento para discutir con las cifras de los “conteos” anuales del GCBA que otorgan un número menor de personas en situación de calle. (876 en 106, 1066 en 2017)
En el año 2017 el Censo Popular arrojó la cifra de 4394 personas en la calle efectiva y 1478 en hogares y paradores. El 23% de esas personas habían ingresado a la situación de calle en el último año. En el 2019 volvió a realizarse el Censo Popular y las cifras fueron las siguientes: 7251 personas, de las cuales 5412 pernoctaban en la calle y el resto en paradores y hogares. De ese total, el 52% afirmó que era la primera vez que estaba en la calle. (Informe 2017 y 2019)
Dada la gravedad de las cifras nos decidimos a realizar la investigación, que busca conocer los siguientes aspectos: las causas de orden macro que provocaron el aumento de las personas en situación de calle, los motivos personales que provocaron el ingreso, si viven de modo permanente o alternan con otras alternativas habitacionales, el tiempo en la calle, las estrategias de supervivencia y las redes que los sujetos tejen para sobrevivir en la calle. Además de estos aspectos previamente estipulados, pusimos atención y recuperamos cualquier otra información que surgiera del trabajo de campo y ameritara ser incluida y, para este documento en particular, utilizamos los datos del Censo Popular de 2019 e hicimos un sondeo rápido de los cambios sufridos por esta población a partir de la expansión del Covid 19, es decir, que trataremos de contestar en cuánto y cómo afectó la pandemia su vida cotidiana.
La investigación fue realizada centralmente, con base a una serie de entrevistas que se tomaron durante los años 2018, 2019 y 2020 en comedores populares, centros de día, paradores y hogares religiosos, sitios donde las personas pueden bañarse y lavar su ropa y también en la calle, junto con las asociaciones civiles que realizan recorridas nocturnas. Las entrevistas fueron tomadas de acuerdo a un guión que señala el rumbo del encuentro pero que no determina las respuestas (Taylor y Bodgan, 1987). En cuanto a la indagación dirigida a sondear la “nueva normalidad” de las personas en situación de calle, realizamos algunas entrevistas en la calle y nos nutrimos de material periodístico e información vía mail a hogares y paradores de la Organización Proyecto 7. Para cerrar cabe aclarar que el término “nueva normalidad” hace referencia al nuevo conjunto de hábitos y rutinas que debieron modificarse luego de la expansión del “coronavirus”.

Algunas características de las personas en situación de calle
Motivos que provocaron el ingreso a la situación de calle. Alternativas habitacionales temporarias.

Según el Censo Popular de Personas en Situación de calle, hacia abril de 2019 había 7251 personas en esa condición, de las cuales 5412 dormían en la calle y 1340 estaban en paradores y hogares. Del total censado (por observación), 3085 contestaron las preguntas del formulario. De ese grupo de personas, el 80% eran varones, el 19% mujeres y el resto trans/travesti. El 52% era la primera vez que estaba en la calle y el 56% manifestó haber vivido siempre en la ciudad de Buenos Aires. En cuanto a las razones que motivaron el ingreso a la situación de calle, el 42% manifestó que fue debido a la pérdida de trabajo o a la incapacidad de pago de los alojamientos y el resto a sucesos de diverso orden que oscilan entre las peleas familiares, el consumo de alcohol o drogas u otros problemas de salud. (Informe ejecutivo, 2019)
Algunos relatos obtenidos en las entrevistas, confirman y profundizan los datos del Censo, al menos en relación con las razones de ingreso a la situación de calle. Por ejemplo
En octubre de 2018, V y L, mujer de 55 y varón de 36 estaban en situación de calle desde hacía un mes (V) y un mes y medio (L) respectivamente. V trabajaba en un geriátrico de modo no registrado, desde hacía 7 años, la despidieron y quedó en situación de calle porque no contaba con ahorros para pagar un hotel o pensión. L, por su parte, trabajaba como ayudante de cocina, también de modo no registrado. En el hotel donde vivía se pagaba hasta el día 2 y a él le abonaban el sueldo los días 10. No lo esperaron y quedó en la calle. Ninguno de los dos había estado en esa situación con anterioridad. (V y L, entrevista en la calle, 2018)
Las historias de V y L se repiten en los otros entrevistados. En los casos en los que nunca habían estado en la calle, los oficios que realizaban hasta el momento del despido eran: empleados de seguridad (garitas), colectivero, asistente de geriátrico, descarga de camiones, tapicero por cuenta propia, jubilados con el ingreso mínimo o directamente desempleados al momento de entrar en situación de calle. A partir del censo y las entrevistas se desmistifica una creencia extendida en nuestra sociedad, que relaciona la situación de calle con los problemas psiquiátricos, la adicción al alcohol o a las drogas, ya que, si bien esto es cierto, no constituye la principal razón y en muchos casos se reúne con otras ligadas al desempleo, el desalojo o el engaño, las peleas o la traición.
Por otro lado, existen otros matices que no pueden detectarse con el Censo, concretamente las oscilaciones entre la ocupación y la desocupación, la calle y el hotel, la calle y el parador o los casos de familias donde algún miembro vive en la calle y los otros no. Por ejemplo:
R que está hace un año en situación de calle. Carga y descarga camiones de modo eventual y con ese dinero puede alquilar un cuarto de hotel, pero no en forma permanente. Es muy prudente con el uso del dinero y muy previsor respecto de los gastos ya que el propósito es ahorrar para utilizar la plata los días de lluvia y/o frío. R comenta que el mes de julio de 2018, que fue especialmente frío y lluvioso, él la pasó en un cuarto de hotel. Siempre reserva dinero. Tal como él mismo comenta, cuando no tiene hotel “Duermo donde caigo. En todos lados te ven y además no tengo de que esconderme”. (R, octubre de 2018).
F hace 7 años en situación de calle y en estos años ha combinado vivir en la calle y alojarse en hoteles o paradores. Actualmente ha conseguido un trabajo en seguridad (garita) y duerme en un parador operado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires “prefiero dormir en el parador. Ahora tengo un trabajo de 14 a 22.00. Y siempre que haya lugar me permiten ingresar. Ayer pude dormir, bañarme, luego vengo acá al centro de día, almuerzo y luego voy a trabajar”. (F, entrevista octubre de 2018)

A, habita la calle junto a sus dos hijos pequeños y su esposo durante el fin de semana. Pero es él quien vive en la calle (nació y se crió en ella), mientras ella vive en una casa en el Conurbano Bonaerense junto con sus hijos (Contacto informal en el marco del Censo Popular, 2019)

Es decir, como se ve, que la vida en la calle muestra una paleta de opciones que exceden la estancia permanente en ella.

Estrategias y redes para solventar las necesidades de la vida cotidiana
Cuando nos referimos a estrategias de vida (Bocchicchio y otros, 2014), hacemos alusión al conjunto de mecanismos que implementan los sujetos para hacer posible su reproducción cotidiana al estar en situación de calle y al conjunto de redes sociales que les permiten sobrevivir en la calle. ¿Cómo es la vida cotidiana de estos sujetos? ¿Qué estrategias monetarias y no monetarias ponen en marcha para asegurar su supervivencia?
En cuanto a las estrategias monetarias, algunas fueron citadas más arriba: trabajo temporal, extraer ropas de los residuos y venderlas en ferias informales o la jubilación en el caso de quienes tienen la edad necesaria. Pero junto con estas alternativas, conviven otra serie de estrategias no monetarias: desayunar, almorzar o cenar en algún comedor comunitario o a partir de las viandas que reparten algunas organizaciones civiles durante la noche, bañarse y lavar la ropa en alguno de los comedores parroquiales, higienizarse en las estaciones de servicio , dormir en la calle, en los hospitales, en la estación de micros y, quien lo considere apto, en algún parador. Para los problemas de salud se asiste al hospital, a Caritas para los anteojos y el traslado la ciudad se realiza de a pié o con algún certificado de discapacidad obtenido de manos de un tercero. Las redes que puedan conformar con los vecinos son fundamentales ya que esos lazos solidarios son esenciales para la subsistencia: dinero, medicamentos, ropa, son provistos por los propios vecinos.
En cuanto a las redes, el concepto ha sido largamente utilizado en la bibliografía de las ciencias sociales por gran cantidad de autores que señalan su importancia en la satisfacción de las necesidades básicas de los sectores populares (Granovetter, 1973; Lomnitz, 1998; Feldman, 2002; Di Virgilio, 2007; Ziccardi, 2008). A los fines de este artículo será definido como el conjunto de contactos que posee una persona y que le permiten hacerse de bienes necesarios para su supervivencia cotidiana en la calle.
Respecto de ellas, muchos tienen relaciones familiares más o menos fluidas, aunque en ningún caso, son estos vínculos los que les permitirían salir de la situación de calle o transitar de modo más ventajoso dicha condición ya que las personas prefieren callar la situación o los familiares no estar en mejor posición económica. Las redes formadas con organizaciones de la sociedad civil son centrales para subsistir en la calle. En lo relativo a ellas la ciudad de Buenos Aires es prolífica en grupos de personas que recorren la ciudad llevando comida y bebida: los Amigos en el camino, la Fundación SI, la Red Solidaria, los miembros de Ciudad sin Techo y la multiplicidad de grupos religiosos que recorren los barrios llevando comida y bebida. En cuanto a los comedores, se trata de sitios administrados por organizaciones religiosas, mayoritariamente católicas y evangélicas o de organizaciones políticas que administran comedores populares en donde se suministra desayuno, almuerzo o cena y es posible tomar alguna ropa. Lo más novedoso en lo relativo a las organizaciones de la sociedad civil son los “centros de día”, que pretenden dar una asistencia más integral hacia la persona en situación de calle. Allí las personas pueden pasar todo el día: comer, bañarse, cargar el celular, hacer alguna actividad recreativa y tener acceso a una pizarra con trabajos requeridos. El Pobre de Asís, fundado en el 2001 o la red de sedes del Hogar de Cristo, son ejemplos de este tipo de centro de día. Algunas instituciones religiosas administran paradores (sitios para comer y dormir) u hogares, es decir, sitios de residencia permanente.
En cuanto a los paradores y hogares son un sostén esencial en la vida de una persona en situación de calle. Mientras los paradores son albergues para pernoctar durante la noche y es de ingreso diario, los hogares permiten una residencia algo más extendida. Como veremos algo más adelante, los hay estatales, religiosos o de gestión mixta.

La expansión del COVID 19 y la “nueva normalidad” de las personas en situación de calle

Como pudo verse en los ítems anteriores, la vida cotidiana de las personas en situación de calle depende del tendido de una serie de lazos y redes que se vieron alterados a partir de la expansión del COVID y, más concretamente, de la declaración del Aislamiento Social, preventivo y obligatorio establecido por el Decreto 297/2020 de marzo de 2020. Concretamente, a partir de la implementación de la cuarentena, cerraron varios comedores a los que asistían a almorzar o cenar y los que continúan abiertos, no permiten el acceso a otros servicios como duchas, lavar la ropa o pasar la tarde para descansar o cargar el celular.
Todos los baños públicos a los que podía asistir una persona que vive en la calle prohíben el acceso y sólo algunas estaciones de servicio, habilitan el ingreso a sus baños. La estación de micros y las salas de guardia de los hospitales públicos, que son sitios de pernocte habitual de las personas en situación de calle han prohibido el acceso, con lo cual, se quedan cerca de las puertas pero no ingresan.
En general, sí continúan las rondas nocturnas de las asociaciones civiles que recorren las calles llevando viandas y también los lazos de ayuda de los vecinos cercanos. De acuerdo con ello, es posible inferir que, si bien no está en crisis el acceso a la alimentación de estas personas, sí lo están los relacionados con la higiene personal y de las ropas. El único servicio de agua al que pueden acceder son los grifos de agua que están dispuestos por la ciudad para abastecer las necesidades de los bomberos para los incendios o de algún parque que no esté cerrado. Tal como manifestó una entrevistada: “No, no puedo bañarme. Lo único que hay es este chorro de agua. Más que nada por él (su hijo)” (Entrevista en la calle, junio 2020)
Además de estas situaciones relacionadas con la alimentación o la higiene, al haber cuarentena y poca circulación de gente y cierre de comercios y fábricas, está vedado el acceso a trabajos temporarios y ocasionales tales como la carga o descarga de camiones y hay menos circulante de monedas y dinero que pudieran otorgar los vecinos.
Si bien fueron reportados algunos casos de personas que ingresaron a la situación de calle a partir del desempleo generado por la cuarentena (al menos 4 casos reportados por las organizaciones civiles), la situación más generalizada es el deterioro de las condiciones habituales de vida a partir de la merma de las redes con las que se nutren.
En cuanto a los sitios para pernoctar, los hoteles siguen recibiendo personas y queda a cargo de cada quien el uso de los implementos de higiene, tal como la lavandina o el alcohol en gel, en especial si el baño es compartido, lo cual vale tanto para los hoteles formales como a aquellas pensiones que funcionan en villas de emergencia.
Respecto de los hoteles y pensiones, si bien el desalojo está prohibido a partir del Decreto 320/20 publicado en el Boletín Oficial en Marzo de este año, lo cierto es que no frenaron. De hecho se hizo público el caso de un señor que fue expulsado de un hotel por no poder pagar, tenía coronavirus y murió en la calle y el de un matrimonio de mayores de 70 que fueron desalojados por falta de pago y auxiliado luego de varias horas por el Programa Buenos Aires Presente. (Facebook/amigosenelcamino)
En cuanto al Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, asiste por los canales habituales de la línea 108 y los servicios del programa Buenos Aires Presente, tal como los centros de inclusión social y hogares, que están abiertos en tanto la persona quiera asistir y funciona “a demanda”, es decir, a partir del llamado personal de cada interesado. No hay ningún servicio especial de reparto de alcohol en gel o barbijos a quienes decidieron continuar en la calle, accesorios que sí proveen las organizaciones civiles o los vecinos.
En cuanto a los albergues para dormir u hospedarse, existen los centros de inclusión social y los hogares, algunos son gestionados por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, otros en convenio con organizaciones civiles y otros son administrados por organizaciones religiosas. Los centros de inclusión social (antes conocidos como “paradores”) , tienen como objetivo que las personas puedan pernoctar durante la noche, comer, higienizarse y tener atención médica y psicológica que los ayude a salir de la situación de calle. Antes de la expansión de la pandemia en esos sitios se pasaba la noche, con obligación de salir al día siguiente y volver cada día a voluntad, mientras que los hogares son sitios de estadía más prolongada. Tiempo atrás esos hogares eran llamados “transitorios” aunque en los hechos los tiempos de estadía son cada mayor duración cada vez.
Respecto de los administrados por el Gobierno de la Ciudad, existían 31 centros de inclusión social con 2100 camas a los que se sumaron 780 camas más y 2 centros más conveniados con la organización civil Proyecto 7, que son el FRIDA (mujeres cis y trans) y el Monteagudo (varones). Existe otro parador que administra el Ejército de Salvación en convenio con el GCBA (que existe desde el siglo XIX) y el resto es gestionado totalmente por el estado . Luego de la expansión del COVID 19, se detectaron enfermos en algunos paradores (Costanera, La Boca y Retiro), y en el caso del Parador Retiro, debieron cerrarlo. Dada la emergencia, el Gobierno de la Ciudad sumó 7 nuevos sitios s que son los siguientes: Polideportivo Parque Chacabuco (comuna 7), -Parque Avellaneda (comuna 9), Parque Sarmiento (comuna 12), Polideportivo Martín Fierro (comuna 3), (Olímpico), Uspallata y Venialbo (comuna 5)
A partir de la expansión del COVID 19, en estos sitios se pueden ingresar pero no salir, es decir, son sitios dispuestos para residir durante la cuarentena. Los centros de inclusión social se higienizan 3 veces por día, las personas deben usar el barbijo de modo permanente y se toma la temperatura. Quien acceda debe lavar su ropa, sus manos y ya no puede retirarse de manera diaria, como era habitual. (Lag, 2020)
Además de los centros de inclusión, existen los hogares, que son de residencia prolongada. Algunos son gerenciados por Cáritas (Hogar San José y Hogar San Francisco de Asís), los hogares administrados por Proyecto 7 (FRIDA y Monteagudo) que son a la vez lugares donde quienes no residan pueden pasar el día, higienizar y hacer cursos. Esta última actividad, está vedada en la actualidad, debido a las restricciones de la cuarentena. En cuanto los administrados por el Gobierno de la Ciudad, existe el Hogar “26 de julio” para mujeres (GCBA) y dos Hogares para Mayores de 60 años, con una extensión máxima de 100 días corridos.
Además de estas alternativas habitacionales, existe un subsidio habitacional que es otorgado por seis meses y sirve para alquilar cuarto de hotel o pensión, contra entrega de factura de quien presta el servicio. Alguno de los problemas de este subsidio, es que el monto es habitualmente menor al precio de hoteles y pensiones y que se solicitan recibos o facturas formales que no poseen los albergues informales que tienen precio mucho menor al del mercado formal.

Reflexiones finales

Como vimos hasta aquí, desde hace unos años se incrementó el número de personas en situación de calle en la ciudad de Buenos Aires. Según el Censo Popular de 2017 el 23% de personas había ingresado en situación de calle en el último año, el 18% lo había hecho entre 1 y 3 años atrás y había un 38% de personas que hace más de 6 años que está en la calle. Para el 2019, el 52% de los encuestados afirmó que era la primera vez que pernoctaba en la calle, aunque no fue publicado el tiempo desde el cual estaba en esta situación. El 52% vivió siempre en la ciudad de Buenos Aires
¿Cuáles fueron las causas que provocaron este incremento de la cantidad de personas en situación de calle? A mi criterio hay que buscarlos en un conjunto de sucesos que se articulan en paralelo.
Por un lado, en las cifras de pobreza y sobre todo de indigencia que subieron durante todo el período de estudio a nivel nacional y específicamente en la ciudad de Buenos Aires. Tal como informan las estadísticas de la Ciudad, entre el tercer trimestre de 2015 y de 2018, mientras la cantidad de hogares y personas se mantuvo idéntica, la cantidad de personas pobres aumentó un 40% y el de indigentes un 98 % (Tiempo Argentino, 2019).
Pero existen otros factores que se aunan a los datos de pobreza e indigencia en la Ciudad. Uno de ellos es la falta de relacion equitativa entre los pocos ingresos a los que puede acceder una persona en situación de calle y el precio de los hoteles y pensiones de la CABA, unido a la poca regulación e inspección de dicho sector habitacional por parte del estado. Si se tiene en cuenta que los magros ingresos a los que puede acceder una persona en situación de calle provienen de trabajos eventuales como lavar la vereda, limpiar vidrios, descargar camiones y en el mejor de los casos, acceder a un empleo no registrado en una garita de seguridad con un sueldo mensual que oscila entre los 9.000 y 10.0001 , resulta claro que es imposible acceder a un cuarto de hotel, que en 2018 valía 300 pesos diarios en la ciudad de Buenos Aires (cuarto para hombre solo, sin baño privado) o 7900 pesos un cuarto para familia, en marzo de 2019 (Soriano, 2019). Hacia julio 2020 un cuarto de hotel familiar o en hostel oscila entre los 12.000 y 15.000 pesos (Entrevista a familia en la calle, 2020)

Como expresa Oscar Oslak, el Derecho al Espacio Urbano (1991) es el resultado de la tensión entre diferentes actores que se entretejen con distinto nivel de incidencia: el estado, los privados y la población. En este caso los hoteles ponen precios sin regulación, ante un estado que dispone de pocos controles para frenar estas subas. De hecho, como se dijo más, arriba, a pesar de el Decreto 320/20 prohibió los desalojos de todo tipo de alojamiento formal o informal, algunos hoteles continúan expulsando por falta de pago.
En este cuadro de situación las personas en situación de calle sólo tienen como opción asistir a los centros de inclusión (ex paradores) o solicitar el subsidio habitacional con el cual pueden abonar por seis meses un cuarto de hotel o pensión. Dado que muchas veces el monto del subsidio es inferior al precio del cuarto o alcanza al valor de una habitación sin recibo que no sirve para justificar el gasto ante el estado, no constituyen opciones habitacionales a largo plazo para este sector poblacional.

Bibliografía

-Bocchicchio, Fabiana y otros. (2014) “Estrategias de vida de los hogares. Perspectiva conceptual y metodológica a través de la encuesta anual de hogares de la Ciudad de Buenos Aires” en Revista de Estudios Regionales y Mercado de Trabajo N° 10, pp 37-66

-Di Virgilio, Mercedes (2007). “Trayectorias residenciales y estrategias habitaciones entre familias de sectores populares y medios residentes en el Área Metropolitana de Buenos Aires, Argentina”. Ponencia presentada en el Congreso latinoamericano y caribeño de ciencias sociales, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Quito, 29-31 de octubre.

-Feldman, Silvio y Miguel Murmis (2002). “Las ocupaciones informales y sus formas de sociabilidad: apicultores, albañiles y feriantes”. En Sociedad y sociabilidad en la Argentina de los 90, 171-221. Buenos Aires: Universidad Nacional de General Sarmiento-Biblos.

-Granovetter, Mark (1973). “La fuerza de los vínculos débiles”. American Journal of Sociology 78 (6): 1360-1380.

-Informe Preliminar. (2017) Primer Censo Personas en situación de calle. https://www.facebook.com/censopopularpsc/ (Consulta 28/7/2020)

-Informe ejecutivo. (2020) Segundo Censo Popular de Personas en situación de calle. https://www.facebook.com/censopopularpsc/ (Consulta 28/7/2020)

-Lag, Nahuel (2020) “Coronavirus: los paradores de la Ciudad de Buenos Aires, potenciales focos de contagio” en Página 12, 26/5/2020. Disponible en https://www.pagina12.com.ar/268101-coronavirus-los-paradores-de-la-ciudad-de-buenos-aires-poten (Consulta 26/7/2020)

-Lomnitz, Larissa (1998). Cómo sobreviven los marginados. Madrid: Siglo XXI Editores

-Oslak, O. (2018) Derecho a la ciudad y derecho al espacio urbano. Voces en el Fénix N° 71, septiembre. Recuperado de: http://www.vocesenelfenix.com/category/ediciones/n%C2%BA-71)

-Ziccardi, Alicia (compiladora) (2008). Procesos de urbanización de la pobreza y nuevas formas de exclusión social. Los retos de las políticas sociales de las ciudades latinoamericanas del siglo xxi. Bogotá: Siglo del Hombre Editores-Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales-CROP.

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2 thoughts on “Personas en situación de calle y COVID 19. Vieja y nueva normalidad. Ciudad de Buenos Aires 2017-2019”

  1. Interesante artículo,quedo a a espera de la presentacion de un segundo artículo que pantee proyectos de mejora para esta franja social, o sea propuestas de políticas activas que deberían establecerse y sugerencias de cómo hacerlo

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