La dictadura de Carlos Castillo Armas.
Por Daniel do Campo Spada
Quienes habían terminado con la Revolución montaron una pantomina de consulta popular en la que las personas debían decir a voz en cuello si votaban por Sí o por No para que Carlos Castillos Armas fuera Presidente. Luego, el escrutiño se hizo a puertas cerradas sin observadores. Obviamente el flamante dictador buscaba legitimarse con una maniobra increiblemente arbitraria.Los golpistas, aconsejados y sostenidos por los asesores estadounidenses, impusieron un régimen que inmediatamente retrotrajo a Guatemala a la etapa previa a la revolución, dando por terminada la democracia en todos sus aspectos. Las elecciones libres y la creación de partidos políticos, asociones agrarias, sindicales y agrupaciones civiles fueron suspendidas por decreto. Todas las medidas sociales y derechos laborales fueron barridos y se volvió a una etapa de condición precaria como la existente antes del Gobierno de Arévalo.
Se creó un Comité de Defensa contra el Comunismo desde el que se elaboraban las listas de personas consideradas de izquierda que inmediatamente eran encarceladas, torturadas y asesinadas en oscuras circunstancias. Las cifras moderadas indican que cerca de setenta mil guatemaltecos cayeron en desgracia frente al dictador.
No solo le restituyó todas las ventajas y prebendas a las empresas extranjeras en explotación de frutas (a las que les devolvió las tierras expropiadas por la reforma agraria), minería y petróleo sino que además se suspendieron todos los contratos comerciales con países del bloque socialista. El único socio comercial exterior pasó a ser Estados Unidos, aumentando el grado de dependencia de la Casa Blanca.
El 26 de julio de 1957, uno de sus custodios lo mató a balazos en lo que es el segundo magnicidio de la historia del país. No se investigó ni el motivo ni la circunstancia por lo que no se descarta que todo haya sido un ajuste de cuentas dentro del propio ejército1. De esa manera no pudo completar el período auto-otorgado hasta 1960.
Se realizaron elecciones con proscripciones y obtuvo el triunfo el civil Eneas Ortiz Pasarelli bajo acusaciones de fraude. Inmediatamente, como ya empezaba a ser frecuente en América Latina un golpe militar impuso una junta liderada por Oscar Mendoza Azurdia pero ante los disturbios e intentando poner orden, la inapropiada Asamblea Constituyente designó como Presidente hasta 1958 a Guillermo Flores Avendaño (1894-1982).
En las siguientes elecciones se impone el militar Miguel Yrígonas Fuentes completando su mandato desde 1958 hasta el Golpe de Estado de 1963. Este uniformado pertenecía a la etapa anterior a la Revolución y tuvo una gestión polémica que dio comienzo al largo conflicto armado que sacudió a Guatemala como a pocos países en la región. En 1960 se había dado una rebelión militar interna que mostraba que el Ejército tampoco tenía una posición monolítica.
Además, a Fuentes se le acusaba por haber cedido territorio del país para que la CIA norteamericana entrenara a los mercenarios que luego intentarían invadir la Cuba socialista. En ese espacio es donde el periodista argentino Rodolfo Walsh (1927-1977) que trabajaba en la cubana Agencia de Noticias Prensa Latina descifró los mensajes encriptados entre Miami y las inmediaciones de la Ciudad de Guatemala. Eso permitió a las fuerzas revolucionarias de Fidel Castro tener un rotundo éxito en la defensa de su territorio ante el intento de invasión yanqui en Bahía de los Cochinos, con una estruendosa derrota de los imperialistas.
En marzo de 1962 se dieron unas trascendentes jornadas de protesta de los alumnos de la Universidad de San Carlos, apoyados por sus pares del nivel medio, donde en las calles y en forma multitudinaria reclamaban en contra del mandatario. Los mismos fueron reprimidos y se convirtieron en un hito que demostraba que había otra Guatemala emergente en sus futuros dirigentes. Poco antes de terminar su mandato Fuentes fue derrotado por otro Golpe de Estado propinado nuevamente por los militares.
Allí comenzaban otros veinte años de sucesión entre uniformados, quedando en la década de 1980, muy lejos de lo que sería apenas una mínima democracia. Guatemala pasó a ser junto con Honduras territorio de entrenamiento de represores para sofocar la oleada revolucionaria no solo en su propio territorio sino fundamentalmente en los vecinos El Salvador y en Nicaragua (donde en 1979 triunfó la Revolución Sandinista).
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