Por Daniel do Campo Spada.

El éxito que Fernando Henrique Cardoso (1931) tuvo como Ministro de Economía y artífice del Plan Real le abrió la puerta a una elección en la que superó a Luiz Inacio Lula Da Silva. El último presidente del siglo XX le ganaba al líder más importante que Brasil tendría después de Getulio Vargas. Los gobiernos neoliberales tenían éxitos electorales en la región en pleno Consenso de Washington1. En Argentina Carlos Menem (del Partido Justicialista) obtenía la primera re-elección habilitada por la Reforma Constitucional de 1994 y en México Ernesto Zedillo (del Partido Revolucionario Institucional) encarnaban la traición de partidos populares que se derechizaban en el campo económico. La socialdemocracia se convertía en un híbrido ideológico que identificaba a una derecha suave. El mandatario brasileño era fundador del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).
El prestigioso profesor (sociólogo) asumió el 1 de enero de 1995 y estaría por dos períodos hasta 2003 cuando el nuevo siglo preparaba para América Latina una década ganada. Brasil siempre fue en sincronía con la región a pesar de sus particularidades que en gran parte lo hacen distinto del resto de la región.
En su historia personal Cardoso reunía los extremos políticos de su país. Aunque era carioca, de niño su familia se mudó de Río de Janeiro a San Pablo donde hizo una carrera académica con prestigio internacional incluso cuando la retomó tras sus dos gestiones.

Argentina era la gran aspiradora de los capitales multinacionales. Menem vendió a precio vil a las principales empresas del Estado, cosa que no hizo Brasil. Por eso la diferencia de los u$s 2.480 millones obtenidos por los rioplatenses contra los u$s 700 millones de dólares llegados a tierras brasileñas. Lo que se debe tomar en cuenta en cuanto a análisis comparativos es la diferencia entre ambas economías siendo la brasileña tres veces superior en tamaño.

Con la privatización de muchas empresas estatales, Cardoso logró obtener más de u$s 103.000 millones de dólares y con eso controló durante un tiempo el tipo de cambio del Real y domesticó la inflación que llegó a estar por debajo del 10 % en 1996. Como si fuera un calco de la Argentina, en 1998 ya estaba en 2,5 %. Lo que en un primer momento parecía una panacea iba derramando la pobreza en grandes bolsones ya no solo los amazónicos sino también los de la costa atlántica con gran epicentro en Río de Janeiro y San Pablo. Justamente en las regiones paulistas de Sao Bernardo y Sao José do Campo comenzó a surgir un movimiento sindical que desde el Partido de los Trabajadores (PT) terminaría llevando al dirigente sindical Luiz Inacio Lula Da Silva a la centralidad que luego tuvo en el siglo XXI.
Aunque las inversiones extranjeras y la recaudación fiscal aumentaban, el endeudamiento externo empezó a ser asfixiante y ello repercutió en menos inversiones sociales. La que más llamó la atención, siendo el Presidente alguien del área académica, fue la reducción en educación que del 20 % pasó al 8,9 %.