PENSAR UNA SEÑAL | ¿La Patria no ve al otro?

Por Adriana Fernández Vecchi

Hoy nos preguntarnos; ¿qué pasa?, la Patria, ¿no ve al otro?
El resultado de las próximas elecciones quizás abre un camino de modo vital para nuestra democracia o adquiere un carácter de muerte para nuestra soberanía
¿Qué es aquello que no va más? ¿por qué conviene un Estado de odio, de persecución? o ¿por qué conviene un Estado para la convivencia en la convicción del amor?
El otro día leí: “la bala que no salió para Cristina tuvo el efecto de matar una época”. Nada hicimos. Perplejos, producto tal vez, un poco por desidia, un poco por comodidad y sobre todo, no hicimos nada porque luego de un vasto periodo de normalización entre comillas, obediencia y vida pacificada, quizás, ya no hubiéramos sabido cómo. O nuestros referentes se paralizaron y nosotros fuimos espectadores adormecidos en las redes vacías de contenido.
El kirchnerismo tuvo el afán de reparar mediante derechos la cura de muchas necesidades y supo interpretar y recomponer la institucionalidad las demandas. Luego, tuvimos un periodo completamente comprometido con los poderes globales y reducido a la administración del ajuste permanente y la tarea fue destruir ese ordenamiento institucional anterior.
Sin embargo, debemos recordar que aprendimos, a formar una estirpe de lucha; madres, piqueteros hasta los Redonditos de Ricota. Supimos creer en nosotros, en nuestra fuerza, en las calles, en nuestros brazos alzados entusiastas en forjar una historia de memoria.
La época del 2003 hasta 2015 nos dio vida. Si éramos intelectuales, carreras académicas y CONICET. Si éramos artistas, elogios, conciertos, programas. Si éramos desocupados, trabajo. Si éramos pobres nos repartió guita. A los organismos de Derechos Humanos, nos reconoció y se hizo una genealogía histórica de luchas.
Nuestros afectos al fin se habían organizado en torno a la actividad estatal. Podíamos viajar, comer sano, entregarnos a terapias, actividad de distinta índole para compensar los pesares y desdicha. Años de transformación de una vida encapsulada pasamos a la templanza pacificada, pasamos a la adhesión, al pensamiento, a la opinión.
¿Qué razones hay entonces debajo de aquello que fuimos capaces y cómo la derecha nos puso un espejo para confrontarnos con nuestra propia idiosincrasia y pensar quiénes somos, qué hemos hecho?
¿Que hicimos a partir del 2015, luego la pandemia y la postpandemia? ¿Que pasó con esos años de disolución y achicamiento del Estado? ¿qué pasó con el avance del lawfare, decepción moral en manos de aquellos que balancean justicia para la injusticia?
Nos segmentamos. nos individualizamos, empezamos a padecer para sostener nuestros niveles de consumo y responder al endeudamiento. Al final sucesivamente en cada actividad esperamos pacíficamente soluciones y sucesivamente íbamos produciendo un mundo encerrado en nuestra propia burbuja.
Un artículo decía: “al fin de cuenta somos el tamaño de nuestra propia burbuja y no la vimos venir, no supimos. no pudimos o, no quisimos.”
Quizás un poco por la depresión o por el hastío, la derecha supo interpretar que algo se abría en los espacios generados por la incertidumbre. No fue por lucidez sino por nuestra propia inmovilidad, por nuestra insatisfacción con quiénes somos y por estar demasiado enamorado, quizás, de nosotros mismos. Entonces la derecha interpretó el malestar, lo canalizó, lo llenó de rabia y ofreció un instrumento para la revancha al nombrar la casta como lo otro de la Libertad
Nos marcó el campo constituyéndose en el portador de la furia y el deseo de cambio. Miró las transformaciones en el mundo del trabajo y la impotencia estatal para regular las condiciones de vida y de intercambio. La derecha se convirtió en el emergente del capitalismo y encontró su forma de participar en la vida de cada uno de nosotros.
Trajo otra vez: “que se vayan todos”, de la mano de los viejos lobos del fascismo que se camuflan, del antiperonismo, de la ultraderecha argentina. Un combo de dolarización de regulación mercantil, de desmantelamiento del aparato público y la infraestructura social. Es el programa que nos espera en las manos de los libertarios
No dejemos que nos usurpen la felicidad, No dejemos tomarnos por un discurso que sobreactúa una Revolución que se propone evitar
Será necesario remontar la sensibilidad rebelde de las décadas de resistencia Encontrar una relación entre las palabras y las cosas. Articular nuevas fuerzas. Recuperar la política los derechos, imaginar nuevas instituciones que sirvan para prolongar la transformación en lugar de decretar la inmovilidad
Si la derecha nos ganó con un impulso de odio, se impone empezar por salir del conservadurismo temeroso que nos dio estos años para bosquejar un nuevo vitalismo
Hay un viejo dicho que dice; se avecina una tormenta terrible: hoy es un gran día. Debemos afrontarnos pues.

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