PENSAR UNA SEÑAL | La normalización de la violencia (Parte I)

Por Adriana Fernandez Vecchi

Intentamos en esta secuencia de textos que vamos a comenzar hoy, demostrar un hilo conductor entre la lawfare, los discursos del odio, magnicidio, y los hechos de violencia que hoy se vive producto de la exacerbación del individualismo machista y egoísta y que estos se cristalizan en la normalización de la exclusión y maltrato a la diferencia.
Violencia que podemos encontrar tanto en un ciudadano que reacciona frente alguna contingencia callejera, como los acontecimientos que hoy ocupan los medios al relatar el juicio a los rugbiers o asesinatos de jóvenes o bien femicidios. Hoy quisiera partir de un texto de Eric Sadin (2022: 36) que dice así
Estaríamos ante la era del “individuo tirano”: el advenimiento de una condición civilizatoria inédita que muestra la abolición progresiva de todo cimiento común para dejar lugar a un hormiguero de seres esparcidos que pretenden de aquí en más representar la única fuente normativa de referencia y ocupar de pleno derecho una posición preponderante
Aquí vemos aparecer este individualismo que hace factible una sociedad caótica, desarrolla una atomización imposible de construir lazos de solidaridad, instaura lo apolítico como noción de valor. Abre camino a una derecha que anida discursos del odio, disuelve toda posibilidad de intento de gobernabilidad para el Bien Común.
Se construyen nuevos totalitarismos. Tomando en parte el análisis de Arendt que los ve como una composición social donde no hay ya una referencia identificable, podemos afirmar que son estados donde reina la inestabilidad permanente, y dónde ciertas situaciones o exabruptos se expresan sin obstáculo. Expresiones que van desde la palabra hasta el irrespeto a los cuerpos.
Así, de esta manera, se vive en incertidumbre. Se aniquilan, como el agua que va horadando las piedras, las estructuras sociales, de tal manera que estamos en una inestabilidad permanente. La consecuencia casi de suyo es un sujeto anómico. La banalización de los valores democráticos, la multiplicidad de formas de regímenes sin distinción entre verdad y mentira, la fuga de creencias y el sentimiento de soledad de una singularidad cerrada sobre sí misma. Orfandad del Estado. Este nuevo totalitarismo que ya no necesita una organización, sino que se ejecuta sobre la base de los deseos de proyectos individualistas que ponderan al emprendedor, mapeando un sistema de ejes dispersos para la explotación. Un colonialismo que regula la base emocional exacerbando el individualismo y el egoísmo y la ruptura con ello de las polis para generar una situación de perdida de la solidaridad y la cooperación.
En este punto se construyen escenarios donde la irritabilidad y la violencia son vistas como cantos frente a una sociedad herida por la pandemia y la guerra, con una economía desangrada como consecuencia de ambos y de la descarada ambición de los poderes hegemónicos. Se perfora toda utopía democrática para levantar himnos disruptivos a favor de la negación del otro.
La violencia es parte necesaria del cuadro. Este individuo bajo las situaciones ya descriptas rechaza de forma casi inconsciente todo tipo de orden. Pos pandemia teje un espíritu negacionista para querer imponer su propia ley. Cocina en la olla del odio la humillación y la sensación de poder sobre el otro. Es esa potencia hobbesiana del “hombre lobo hombre” de hacerse justicia por si mismo. O como dice Eric Sadin (2022: 269) es el “ amok contemporáneo: se trata de un término que designa el rapto de locura asesina por el cual un individuo, después de haber recibido una afrenta se precipita a la calle y mata con un puñal…, a cualquier persona…” Quizás debemos ver como la violencia asesina genocida de las dictaduras necesitaron un programa para sustentar ideológicamente la desaparición de personas, hoy ese mismo contenido se vuelve mediático mafioso y jurídico pero maleable, flexible para ir normalizando la violencia dando como argumento válido la ley del mas fuerte.
No sea cosa que la democracia termine como el Epitafio
de Bertolt Brecht.

Escapé de los tigres
alimenté a las chinches
comido vivo fui
por las mediocridades.

Bibliografía

-Éric Sadin, La era del Individuo tirano, Buenos Aires, Caja Negra editora, 2022. Hannah Arendt, Los orígenes del totalitarismo, Madrid, Turus, 1974

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