ELECCIONES EN COLOMBIA -HAY SEGUNDA VUELTA-

Por Miguel Acuña y Mónica Vallejos

El 29 de mayo tuvieron lugar las elecciones presidenciales en el país hermano de Colombia. Bajo la mirada de la Misión de Observación Electoral (MOE) y de la ONU Colombia, se convocó a una jornada electoral en la que se garanticen los derechos, se practique la inclusión, la tolerancia, la transparencia y se eviten actos de violencia. En la jornada el 54,91 % del padrón fue a votar, un número similar al de las últimas elecciones del 2018 (54,22%).Las fórmulas presidenciales oficiales que se presentaron fueron:
Gustavo Petro y Francia Márquez, representantes de la coalición de izquierda conocida como Pacto Histórico. La propuesta de Petro, ex gobernador de Bogotá, basada en la instauración de Justicia Social y la eliminación del régimen de violencia y corrupción en un camino de pacificación se plantea como un cambio aceptable y real a los veinticuatro años de uribismo.
Federico ‘Fico’ Gutiérrez y Rodrigo Lara Sánchez, representando a la coalición de centro derecha Equipo por Colombia. Expresado por el propio Uribe, su candidato. El que aseguraría la continuidad del sistema.
Rodolfo Hernández y Marelen Castillo, por el movimiento ciudadano Liga de Gobernantes Anticorrupción creado en el 2019 y que se ubica a la derecha del uribismo. Hernández manifestó públicamente su admiración a Hitler (indicador ideológico insuperable), y dio la posibilidad a que se encolumnen detrás de él, los principales grupos económicos, en su mayoría beneficiados por los años de uribismo y que, frente a la deriva de su candidato, encuentran en el líder de este partido el puente que les permitiría adaptarse a este nuevo y enrarecido contexto político, sin perder sus vínculos con el Estado que le garantiza continuar con sus privilegios.
Sergio Fajardo y Luis Gilberto Murillo, por Centro Esperanza. Inicialmente, constituido por varios partidos y movimientos políticos de centro y centroizquierda liderado por el profesor y exgobernador de Antioquia Sergio Fajardo, quien fue candidato presidencial en 2018. En noviembre de 2021, todos los precandidatos, dirigentes de los colectivos involucrados, se reunieron para acordar una coalición más amplia con la participación de Íngrid Betancourt y Humberto de la Calle.
John Milton Rodríguez y Sandra de las Lajas Torres. Esta fórmula representa al partido político cristiano de derecha Colombia Justa Libres. Las propuestas de Rodríguez enraizadas en su vocación pastoral han llamado la atención de un importante sector religioso de Colombia. Convencido de que los problemas de Colombia obedecen a la pérdida de los valores, buscaría derogar los fallos de la Corte Constitucional que permite el aborto, así como el de la eutanasia y el suicidio asistido, pero, contrariamente, estaría de acuerdo con legislar en favor de la portación de armas para que todo ciudadano pueda defender su vida.
Enrique Gómez y Carlos Cuartas, representan al Movimiento de Salvación Nacional. Creado por Álvaro Gómez Hurtado para presentar su candidatura presidencial en Colombia en el 1990, en disidencia del Partido Conservador Colombiano. Aunque no ganó las elecciones, obtuvo la segunda mayor votación, superando al candidato oficial del Partido Conservador. Mantuvo su presencia en el Senado y en la Cámara de Representantes en posteriores elecciones.
El escrutinio del 100% de las mesas indica que Gustavo Petro está al frente con el 40,3 % (8.527.768 mill). Le siguen Rodolfo Hernández con el 28,2 % (5.953.209 mill), Federico Gutiérrez con 23.9% (5.058.010 mill) y Sergio Fajardo con 4,2 % (888.585 m). Con estas cifras las fórmulas de Petro y Hernández son las que irán a ballotage el próximo 19 de junio constituyendo una jornada muy importante y determinante para el futuro del país.
Una primera lectura pone en evidencia la necesidad de la sociedad colombiana de producir un cambio profundo después de tantos años de pobreza, hambre, corrupción y violencia construida por los gobiernos de derecha liberal y conservadora que se repartieron el control del Estado colombiano desde su formación. Aunque, se presenta el problema de decidir entre ideas extremadamente polarizadas. Son muchos años de gobiernos conservadores ganando en primera vuelta. Esta es una experiencia nueva para el candidato parcialmente ganador y el electorado. Como ha ocurrido en toda la región, se enfrentan el discurso progresista, cercano a los problemas de la gente y reflexivo contra discursos de campaña efectistas, emocionales e irreales, estilo de campaña característico aplicado por los partidos de derecha en la región durante las últimas décadas.
El escenario que se abre para la segunda vuelta es complejo e impredecible. Los medios y analistas plantean en general que en las elecciones del 29 de mayo ganó el cambio. Hay una especie de consenso optimista de que el uribismo perdió, porque su candidato Gutiérrez, quedó en tercer lugar y sin chances. No obstante, preocupa de qué manera se van a redistribuir los votos ya que, por paridad ideológica, amistades en común y funcionarios compartidos Gutiérrez y Hernández representarían la continuidad del uribismo. Gutiérrez obtuvo casi un 24%, por otro lado, Hernández si bien busca diferenciarse discursivamente del oficialismo (ideológicamente es el más afín, prueba clara es que Gutiérrez convoca a sus votantes a votar en la segunda vuelta a Hernández para “salvar el país”) obtuvo un 28% de los votos. Entre ambos tenemos un 52%, en otras palabras, más de la mitad de la ciudadanía voto a la derecha en sus diferentes opciones, aunque este tipo de política sea la principal responsable de que la mitad de la población colombiana se encuentre en una situación de pobreza o de pobreza estructural.
Hay mucho para comprender y explicar:
¿Por qué el uribismo es visto como “centro”, cuando en sus 20 años en el poder se caracterizó por promover políticas claramente identificables con la derecha?
¿Cómo llegó Hernández a ser candidato y posible próximo presidente? Después de ser caracterizado como “improvisado”, “ignorante” y “violento”. Representante de la “mediocridad nacional” y carente de proyecto político razón por la cual, dicen algunos, no se presentó a ningún debate para no enfrentarse al mundo de las ideas de Petro.
¿Cómo Hernández siendo el único candidato imputado por corrupción y con pruebas fehacientes, la anticorrupción fue el eje de su campaña y hasta está en el nombre del movimiento que encabeza? Sin dudas tiene una muy buena estrategia publicitaria.
El verdadero cambio es la propuesta de Petro, sin embargo, el discurso del miedo ha demostrado ser muy exitoso no solo en Colombia. La crisis que atravesó Venezuela sirvió como ejemplo distópico por parte de la derecha, para asustar a los votantes de cada país de nuestra región, insinuando que ese iba a ser nuestro final si ganaba un gobierno progresista. A pesar de la debilidad argumental y de la carencia de fundamento de esa proyección, demostró ser exitosa en un sector de la población, en general de menor formación cultural y más influenciable a los discursos de periodistas amarillistas y a los fake news que circulan por las redes sociales.
No es casual que Petro haya ganado principalmente en las grandes ciudades, donde predomina las ideas progresistas, mientras que Hernández obtuvo los votos en los pueblos más chicos del interior, donde cuaja con más éxito, sus frases simples, con ideas misóginas y/o racistas. Una distribución muy similar al de Trump en EEUU, su principal fuerza electoral era el estadounidense del interior del país, mientras que las zonas costeras y más desarrolladas, predomina el electorado demócrata.
El gran desafío que tiene Petro por delante, es convencer a la ciudadanía que él es el verdadero cambio después de dos siglos de gobiernos conservadores. No es tarea fácil porque gran parte del sentido común de la sociedad ha sido construido por los prejuicios e intereses de la derecha. Por eso las frases estereotipadas de Hernández son tan exitosas, él no tiene que comunicar ideas ni convencer a nadie, ya que gran parte de lo que dice en sus discursos, ya está instalado en la cultura y por ende en la subjetividad de muchos ciudadanos. Al igual de lo que pasaba con Hitler en las cervecerías de Baviera, sus discursos no transmiten información, sino que refuerzan y resuenan con las ideas previamente instaladas en las subjetividades de los oyentes. No se apela a la reflexión, sino a la emoción como estrategia política. Por eso la dificultad del líder de izquierda, porque si en tres semanas no logra concientizar a la población de que él encarna el cambio real, Hernández y las fuerzas que aglutinaba Gutiérrez, van a buscar constituir un “frente patriótico” para frenar el ascenso de la izquierda (por primera vez) al poder en Colombia.
Viendo la historia colombiana, no es un dato menor que las veces que pudo llegar un representante de izquierda a la presidencia, fueron asesinados. Jorge Eliécer Gaitán, Luis Carlos Galán y Carlos Pizarro, fueron candidatos de izquierda que lideraban los sondeos de opinión y tenían posibilidades reales de llegar al poder. La derecha colombiana y los grupos oligárquicos han demostrado que cuando no pueden imponer sus intereses a través de los votos, no dudaron en recurrir al magnicidio, dato que Gustavo Petro y Francia Márquez no tienen que ignorar ni subestimar.
Por el momento nada está definido y en la política todo puede suceder. Hay más interrogantes que certezas respecto del resultado, pero, no hay dudas que las próximas semanas, previas al ballotage, serán muy importantes para el reacomodamiento de las fuerzas y para definir un discurso que aliente a los votantes a participar, hacer un balance sobre los resultados de sus últimas votaciones y definir su mejor futuro. Sin dudas, un momento clave para el país y la región.

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