17 DE OCTUBRE

Por Adriana Fernandez Vecchi

La manifestación del 17 de octubre se convierte en portavoz del imaginario social popular. Ante la posibilidad de manifestase, lo hace expresándose en su lengua, con sus formas y sus símbolos populares. Por eso el discurso popular significa el discurso de lo impulsivo de la inteligencia emocional. A partir de esta condición, la manifestación se realiza “expresándose”, es decir, responde con su ser, con su imaginario social y asume su posibilidad humana de emitir, también ella, un mensaje; es la forma de comunicación alternativa. La manifestación es una forma de comunicación. Es un decir frente al discurso hegemónico de los monopolios.

El 17 de octubre de 1945 la oligarquía tuvo que replegarse frente a la desarticulación de su espacio, su poder fue desafiado y neutralizado. Su calidad omniabarcativa en los procesos de comunicación encontró una frontera: la expresión de símbolos ocultos de una inédita identidad cultural.
La eliminación provisional de las jerarquías crea la posibilidad de un tipo particular de comunicación inconcebible en situaciones normales. En estas circunstancias, la jornada de 1945 constituye una especie de liberación transitoria basada en la abolición de las formas y en la oposición manifiesta a la normalización racional.
Cada vez que se quiere herir algún símbolo popular se valla la Plaza, se reprime, se la modifica para mortificar banderas, es un síntoma del odio político social que se ejerce sobre los movimientos populares.

La Plaza de Mayo es un testigo histórico, cicatriz espacial de la identidad de aquellos que aman la convicción del amor y la dignidad.

Miremos la Plaza, ¿quiénes la ocuparon?, ¿quiénes la rondaron?, ¿qué pasa hoy?

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