¿Cómo construimos la realidad?

Por Mg. Marta Martinángelo.

Esta propuesta intenta conocer para comprender el entramado de nuestra historia desde la perspectiva del pensamiento de nuestros antepasados y, su aporte a lo somos o creemos ser. Es una pregunta que interpela la comprensión de los fenómenos que atraviesan nuestra historia en el escenario actual.

Parte I: introducción

La realidad es una cuestión amplia e indeterminada, y todo intento de respuesta puede dar en algo justo. El hallar lo que buscamos depende de qué cosa buscamos saber y cuál sea nuestro compromiso con el conocimiento de la verdad. Hasta dónde queramos conocer dependerá la respuesta.
Retomo la entrevista de Cedial TV a Miguel Acuña (1) donde explica con mucha claridad que, una realidad construida sin certezas es una seudorealidad. Este fenómeno habilita la construcción de respuestas sobre la base de seudoverdades.
Conocer la realidad nos exige descubrir certezas, transitar el sendero de lo cierto más allá de nuestros deseos y a la vez, determina el sendero de lo por venir o devenir. Colocar la mira en la construcción de la verdad necesita de la búsqueda de conocimiento –búsqueda de certeza- en toda su complejidad; se opone al encubrimiento. Encubrir es la génesis de las seudoverdades basadas en supuestos. Estos últimos, a la manera de desplazamientos, construyen relatos a veces con la intensión de encubrir la verdad y otras veces son formas de desdibujar los hechos que, por variadas razones, no queremos llegar a conocer.
Las seudoverdades nos obligan a reconocer cuáles son los valores que sustentan la búsqueda y cuál es el compromiso con nuestro propio pensar buscando lo cierto. Es necesario poner en cuestión los relatos para des-cubrir certezas, interrogar los espacios que han sido silenciados por la historia conocida. La verdadera historia se constituye así en un rastreo de huellas e indicios muchas veces silenciados.
La seudoverdad, en el relato de hechos históricos del pasado, es una herramienta poderosa para ocultar lo cierto; construye un imaginario social sesgado, una especie de domesticación del compromiso con la certeza. La herramienta más poderosa para combatirla es la búsqueda de información: datos, huellas, fuentes para nutrir el conocimiento. Es un sendero con idas- vueltas, retrocesos y avances, ruptura e incertidumbre. Él conocimiento de la verdad se sostiene en la pregunta, la reflexión y el sentimiento de amor a lo cierto. Este fenómeno suele manifestarse en distintos momentos, por ejemplo: un profesor que despierta nuestro interés al interrogarnos acerca de algún hecho que creemos conocer, él desafía nuestro relato cuando interroga y cuestiona los supuestos y nos va conduciendo al encuentro de huellas, hechos, datos que rescatamos del olvido para acercarnos a la verdad.
Las preguntas que siguen señalan, a modo de apertura, el camino que elegí para reflexión acera de este tema:

¿Cuáles son los valores y principios comunes que identifican a la población(2) de nuestro país y cuál su cimiento ideológico ?

¿En el relato de nuestra historia existe una disrupción silenciosa y/o silenciada sobre el cual no se reflexiona lo suficiente?

No es mi intención adjudicarme lugares que no me pertenecen, a este pensar no llegué sola; mis primeros faros fueron escritores como Kusch, Jauretche entre otros.
Un proyecto político que no contiene, reconoce o sustenta a su población, genera una estructura individualista y sesgada.

¿Será la desobediencia civil un fenómeno que se explica a partir del egocentrismo, como fenómeno funcional a la instalación de la seudoverdad, estimulado por la manipulación de las emociones con la finalidad de alterar la capacidad de pensar?

En principio, es interesante, establecer la diferencia entre dialogar y negociar; en la primera se busca el conocimiento y en la otra solo en interés parcial / personal. El diálogo es necesario para construir consenso acerca del valor que implica la búsqueda de certeza. (3)

No es mi intención adjudicarme lugares que no me pertenecen. A este estado de mi pensar no llegue sola, mis primeros faros fueron escritores como Kusch, Jauretche entre otros. Un proyecto político que no contiene, reconoce o sustenta a su población, genera una estructura individualista y sesgada. Un proyecto político que no enseña a reflexionar, a interrogar/se con espíritu crítico acerca de la realidad que nos atraviesa nos condena a la dependencia, a la sumisión y por qué no al olvido o a la segregación en tanto no seamos útiles a sus intereses. (4)
¿La desobediencia civil puede ser una estrategia para enfrentar el egocentrismo que alimenta la seudoverdad? Cuando se mantiene una conversación, es interesante establecer, la diferencia de sentido que persiguen el dialogo y la negociación: el primero se halla en la búsqueda de la certeza, como conocimiento de la verdad y la segunda, sólo apela a persuadir y negociar un interés parcial / personal, por ello manipula las emociones y altera la capacidad de pensar.
Un punto de avistaje para empezar a preguntar/se: ¿Con qué intensidad perduran los motivos e intereses que trajeron a los navegantes españoles a estas tierras? ¿Al renombrarla no nos quitaron acaso, parte de la identidad que otorga el conocimiento de una historia con más de cinco mil años? Caminamos a ciegas sin saber quiénes somos… una parte de nuestra historia quedo sepultada y nos enajenamos con un nombre que no nos pertenece.

La historia oficial de la “llegada de los navegantes españoles” sostiene básicamente tres ejes:

*Demostrar que el mundo era redondo / esférico tal vez? Que navegando siempre hacia el este volverían a Eurasia.
*Evangelizar, llevar la voz de Cristo a los infieles.
*Seguir otra ruta para las especias, descubrir riquezas

¿Serían estos los propósitos coincidentes para todos los navegantes de las tres carabelas y las que vinieron después? Podemos asegurar que es poco probable que todos coincidieran; basta recordar que la tripulación contaba con marineros que cumplían condenas en las galeras con el agregado de que las condiciones económicas de la mayoría de los ellos se inscribían en la pobreza hacia la carencia.
Ergo, junto con los propósitos explicitados en el plan de Evangelización, se yuxtaponía otros más concretos sostenidos en la necesidad de mejorar su sustento: poseer riquezas – claramente explicitado y perpetuado con el tiempo en lengua popular – como, “hacerse la América”. A tal fin es conveniente consultar las intenciones escritas e implícitas en el Tratado de Indias.
Es oportuno tomar como herramientas para esta reflexión los puntos citados más arriba. Tomados como vectores, nos permitirán descubrir características de quiénes lo habitaron y/o habitan. Estos vectores generan “ideas fuerza” que se reflejan en la percepción del “sí mismo” y por implicación, en la de los otros. Ideas fuerza que integran las características de la llamada conciencia social y por ende definen el modo del “estar social”. Esto último hace referencia al fenómeno que habilita y define la toma de decisiones.

El escenario que se abre es muy interesante pues, nos permite analizar de dónde venimos, que somos y qué creemos ser: evaluar nuestras posibilidades de “estar ser”, en oposición al “ser estando”. No somos descendientes de navegantes, pero una parte de nuestra población es descendiente de generaciones que bajaron de los barcos con diferentes proyectos de vida, para unos la oportunidad de “hacerse la América”, para otros ejercer su oficio y dejar de padecer la pobreza, también están los que huyeron de las guerras y amaron la paz y la generosidad de esta tierra.
Llegaron y nos cambiaron de nombre
Es necesario aclarar- caso contrario puede confundirse con un juego de palabras- a que nos referimos con “re-bautismo”. El subtítulo no es aleatorio, él señala la génesis del problema de identidad que padecen parte de los habitantes acaecidos a estas tierras. Hablo de “re-bautismo”, pues este continente tenía ya nombre y, por ende, pensamiento simbólico y cultura. Los conquistadores-invasores lo desconocían o no quisieron conocerlo, la verdad era su fuerza y su mirada hacia el otro (saqueo y riqueza); el argumento cierra con la evangelización con la cual imponían un solo Dios (el de ellos) como verdadero. Gracias o desgracia de ese relato histórico nuestra seudoidentidad se fragua en una mezcla de conquista e invasión – este punto exige mayor reflexión. Durante siglos y, hasta la actualidad, en la medida de sus posibilidades, identifica nuestra identidad con el apellido que nos dio el opresor (conquistador e invasor). No sé si debemos cambiarlo, pero estoy convencida de que debemos apropiarnos de nuestros orígenes como americano.
Cabe reflexionar acerca de cuál ha sido el contrato fundacional que se instaura como relato histórico y se transmite de generación en generación; se conforma así una conciencia histórica sesgada, conflictiva, a modo de lo que acaece cuando un niño es adoptado y se le niega el derecho a conocer su origen. Con el desarrollo de las ciencias sociales y, específicamente del psicoanálisis, se demostró que este ocultamiento o relato sesgado provocaba en el niño severos problemas de conducta y, por ende, impactaba sobre la familia. La explicación de este fenómeno es atinente a dicha ciencia, por lo cual la acotación termina por señalar que la identidad y el origen son fuerzas a tener en cuenta para un sano desarrollo.
Surge un desafío: ¿cuáles son aquellos sentimientos- percepciones- preconceptos que se entrelazan en la conciencia social de los nacidos en este territorio por lo que se generan no pensamientos diferentes sino pensamientos divergentes imposibles de conjugar? ¿Qué sentimientos, valores, creencias fundamentan nuestro pensar divergente y no nos permiten identificarnos con el “nos” de los “otros”? ¿Será que nos falta conocer la verdad e aquello que habitó/ habita nuestra tierra y define nuestro origen.

Abya Yala (tierra madura, tierra en florecimiento, tierra viva) es el nombre que la historia oficial omitió cuando bautizó con una nueva identidad esta tierra. Solo nos identificamos con el nombre del apropiador ignorando que, esta tierra, poseía un nombre, una historia y una identidad. El psicoanálisis aportó mucho conocimiento acerca de lo que acaece cuando se niega la identidad. Nos negaron nuestro nombre, el que nos designaba en esta parte del mundo, conocer nuestra lengua y, con ella, lo más valioso que tiene el hombre la capacidad de nombrar que irradia el pensar.
La pregunta que surge de este recorrido es reconocer las carencias de nuestra identidad original en la construcción de nuestra conciencia social. San Martín lo tuvo claro cuando propuso un rey Inca por supuesto que, ni el evangelio ni los advenedizos que vinieron a hacerse “la América” estaban de acuerdo con este proyecto, más aún la historia oficial lo silenció como hizo a Santa Iglesia con los escritos de Jesús de Nazaret. De haberse concretado el proyecto de San Martin, su guerra de liberación habría sido un éxito. Luchó, triunfó en las batallas y fracasó en su proyecto político.
La historia oficial lo enaltece como guerrero, lo obvia como político y muere en Francia. Sus restos repatriados descansan en la Catedral. Todo un símbolo de una tierra que no puede terminar de consolidar su identidad.
Rastreemos la otra historia – la verdadera historia como propone Piña- y desde el origen reconstruyamos nuestra identidad como tejiendo los hilos de Ariadna, esta vez desde el Abya Yala hasta América. Recoger todas las voces y construir nuestra identidad para poder escribir nuestra propia historia.
El contrato fundacional de América, cuando menos condenó al olvido o, un poco más allá, al menoscabo a los pueblos originarios, los considero carentes de razón, los consideró como niños entre otras tantas valoraciones. Durante mucho tiempo y, aún sobreviven los apodos: salvajes camorreros, vagos borrachos. Malos tratos, sometimiento a la disciplina que los consideraba como niños a la vez que se apropiaba de sus saberes. De lo que se habla poco o no se habla ni es motivo de conocimiento constitutivo del pensar es qué implica para nuestra tierra, y el futuro del mundo a tensión entre el respeto a la Pachamama (Madre tierra) y las fuerzas destructivas y la devastación sobre lo cual las culturas originarias tienen mucho que aportar.

Para empezar a desplegar este problema, es necesario partir de algunas cuestiones atinentes a cómo nombramos.

¿Cuál es el nombre a nuestra tierra: Abya Yala o América o ambas opciones?

¿Cómo se caracteriza la llegada de los españoles: conquista – invasión- colonización?

Estas preguntas necesitan otros artículos, quedan abierta a la colaboración que de lectores interesados en la problemática.

————————————————————–

NOTAS

1.- Miguel Ángel Acuña: Cedial TV en: Reflexionando compara el endeudamiento entre los gobiernos liberales y los gobiernos peronistas

2.- Para abrir esta pregunta elegí un término neutro “población”, porque indica el número de individuos que habita este territorio, pero nada dice de su ideología o pertenencia a un proyecto común e inclusivo con equidad

3.- Diálogos, “a través de la razón”, “conocer a través de” Logo: la palabra en cuanto mediada y reflexionada con el otro, es el conocimiento que busca la verdad.
dia: ver efímero.
La palabra es la herramienta del pensar que permite transformar la percepción en un conocimiento verdadero mediante la reflexión.

4.- Recomiendo interiorizarse por el proyecto de la mega minería.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *