Por Adriana Fernandez Vecchi
Hoy, con motivo de la celebración del día de San Cayetano, Carlos Moia, sacerdote de la parroquia porteña de San Cayetano, dirigió un mensaje poderoso y cargado de imperativa urgencia ética, reclamo de justicia y compasión cristiana. En sus palabras emergió con crudeza y claridad una denuncia que interpela no sólo a las estructuras del poder económico, sino también a nuestra conciencia colectiva: “lo que están sufriendo los jubilados es un genocidio”, afirmó con contundencia el Padre Moia.Con una mirada profundamente arraigada en la doctrina de la Iglesia y en el Evangelio Cristiano como protector de los más vulnerables, el sacerdote sostuvo que “no puede ser que un país esté manejado por negocios financieros”, pues eso “es inmoral, no es ético” Esta condena refleja una crítica moral y ética que encuentra su fundamento en la dignidad humana inalienable y en los derechos humanos que inspiran cualquier sociedad justa.
Frente a una realidad social que somete a jubilados a carecer de medicamentos esenciales, el padre Moia escuchó este desgarrador pedido: “padre puede bendecirme la foto de mi madre porque se murió, porque no le dieron el remedio contra el cáncer”. Lo interpretó como “gritos y pecados contra el cielo, contra los responsables de un plan económico … Eso es inmoral” dijo el sacerdote. Tal testimonio resuena como una apelación urgente a la ética de la piedad, donde la misericordia se convierte en exigencia y la indiferencia, en pecado social.
“A un jubilado que no puede tomar los remedios se le van achicando los días de vida”, advirtió Moia, calificando esta situación como “un genocidio” Este concepto radical no busca sensacionalismo, sino provocar una reflexión profunda: la violación de derechos fundamentales vulnera el derecho a la vida y el acceso al cuidado y la salud.
En este sentido, resulta pertinente vincular esta denuncia pastoral con una reflexión filosófico-política sobre la responsabilidad ética del Estado. Según G. W. F. Hegel, la piedad del Estado no debe ser entendida como mera caridad o emoción pasajera, sino como una virtud moral inherente a su organización racional. En Elementos de la filosofía del derecho, Hegel sostiene que “la piedad del Estado se manifiesta cuando este reconoce en el individuo doliente la substancia de la vida ética y, por tanto, actúa para su conservación” (Hegel, 1820/1998, §258). Así, un Estado verdaderamente ético no puede permanecer indiferente frente al sufrimiento de sus ciudadanos, en especial de quienes se encuentran en situación de fragilidad, como los jubilados, como así tambien la salud, los discapacitaos y las discapacitadas. Esta concepción hegeliana refuerza la necesidad de una acción estatal que no se limite a cálculos económicos, sino que se funde en la protección efectiva de la vida.
En sintonía con la Doctrina Social de la Iglesia y los Principios Universales De Los Derechos Humanos, el sacerdote citó un documento del episcopado: “no se puede tener una actitud indiferente frente a las necesidades de la gente”, y enfatizó que “no puede haber ningún plan económico basado en despidos y en crear inseguridad a la gente” Estos enunciados sitúan la reflexión en un plano de responsabilidad colectiva: la planificación social y económica no puede desligarse de la promoción del bien común ni de la garantía de dignidad para todos los sectores, especialmente los más frágiles.
Asimismo, manifestó el sacerdote con empatía: “la gente está sufriendo mucho”, y aludió a la misión de la Iglesia: “si quiere ser coherente con el Evangelio, tiene que mirar esta realidad y tenemos que responder con autenticidad” La ética de la piedad, aquí, no es mero consuelo, sino compromiso real: abrir puertas, atender, escuchar, acompañar.
En este marco, el sacerdote anunció que la iglesia permanecerá abierta desde la medianoche del 7 de agosto, celebrando misas cada hora, “y las puertas no se van a cerrar hasta que pase el último peregrino” Este gesto trasciende lo simbólico: la iglesia se convierte en hospital de almas, casa de la fraternidad y espacio de dignificación humana.
Referencia bibliografica
-Hegel, G. W. F. (1998). Elementos de la filosofía del derecho (F. Cortés Rodas, Trad.). Bogotá: Editorial Universidad de Antioquia. (Obra original publicada en 1820)