HISTORIA | BRASIL, Siglo XX (IV) Del tenientismo a la dictadura pasando por Vargas y Goulart.

Por Daniel do Campo Spada

En sucesivas entregas estamos recorriendo el siglo XX en el mayor país de América Latina. Brasil tiene sus propias particularidades que parten de un origen distinto al del resto de nuestro continente Abya Yala.

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8.- Brasil va a la Segunda Guerra Mundial.

Durante las primeras cuatro décadas del siglo XX se confundía (nada inocentemente) a los regímenes populares con admiradores del fascismo. Se emparentaban procesos que en el siglo XXI llamaríamos de izquierda con otros conservadores de derecha. Las categorías políticos eran utilizadas en forma muy laxa a criterio de la necesidad de los imperios1.
La experiencia que desde 1930 encabezaba Vargas tranquilamente podría ser acusada de simpatizante de las potencias del Eje, como en la vecina Argentina se hizo con la revolución del 43, que permitiría abrirle la puerta al peronismo. Sin embargo, lo que en un primer momento en Brasil parecía ir en el mismo sentido al haberse declarado neutral en 1941 derivó casi inmediatamente en un involucramiento del país sudamericano en la Segunda Guerra Mundial alineado (contra todas las expectativas) con Estados Unidos.

Cuando se realizó la Conferencia de Países Sudamericanos en Brasil, el encuentro fue claramente dirigido por la Casa Blanca, pero Washington no obtuvo un claro y contundente apoyo como el que esperaba en un principio. Los estadounidenses no necesitaban infraestructura de quienes se sumaran porque ese era su negocio, sino que lo que precisaba era una garantía de que el continente completo sería una barrera para un poco probable ingreso nazi en el continente. Los yanquis querían tener asegurado lo que consideraban su patio trasero2.
El sentimiento anti-estadounidense en Brasil siempre fue (y sigue) fuerte, pero el supuesto ataque de los japoneses a Pearl Harbor (7 de diciembre de 1941) provocó un giro emocional en la opinión pública que casi fue inevitable ponerse del lado de los Aliados. El conflicto bélico en Europa había tenido cientos de combates y ataques como esos, pero que fuera en territorio de América del Norte tenía un criterio diferencial. A los pocos días el Gobierno de Brasil rompió relaciones diplomáticas con Alemania, Italia y Japón. No significaba declararles la guerra, pero era un primer paso en ese sentido.
La declaración de guerra llegó cuando dos submarinos alemanes atacaron pequeñas embarcaciones comerciales brasileñas. Ya en 1942, los germanos efectuaron otros ataques con torpedos en alta mar. El ingreso como país beligerante fue más provocado por Berlín que deseado por Brasil. El Gobierno sudamericano le declara formalmente la guerra a Alemania e Italia. En 1944, se agregó tomar como enemigo a Japón. Muchos de los japoneses residentes en el país emigraron a Perú porque empezaron a verse incómodos ya que los seguían como si fueran espías en el propio país en el que habían nacido más allá de su origen étnico.
En ese contexto Estados Unidos comienza a “apadrinar” a Brasil, sobre todo porque necesitaba levantar (y usar) a un país que sirviera de tapón a quien realmente veía como amenaza que era la Argentina. La neutralidad de Buenos Aires incomodaba a Washington. Los argentinos no solo eran neutrales sino que además tenían alimentos, industria ligera y pesada en crecimiento, materias primas, los cuatro climas y estaban geográficamente bien lejos del conflicto. La irrupción de un movimiento soberano como el que conducía Juan Domingo Perón despertó todas las alarmas en la Casa Blanca y por eso aplicaron todas sus fuerzas a desarrollar a un Brasil dependiente.

 Estados Unidos le financia a Brasil la primera fábrica siderúrgica y puso una base entrenamiento en Natal. La buena sintonía entre Getulio Vargas y Franklin Roosevelt abrió las puertas para un acercamiento que comenzó a concretarse cuando en julio de 1944 los brasileños envían 22 mil soldados hacia Italia. El rol de los sudamericanos, pobremente equipados por la potencia del norte consistía en sostener la retaguardia ya conquistada que los aliados iban dejando en Italia mientras avanzaban hacia Alemania. No tuvieron que participar en los combates de la vanguardia, pero así y todo, en atentados y enfrentamientos con células fascistas sueltas murió el 10 % de los uniformados que fueron a Europa.
A pesar del alineamiento con ellos, los Estados Unidos fogonearon un golpe de Estado articulado con militares que ya empezaban a alinearse con el imperio estadounidense. Esta será una constante de las fuerzas armadas latinoamericanas en la segunda mitad del siglo XX. El derrocamiento de Vargas se produjo el 19 de octubre de 1945, a pocos días de las elecciones convocadas para el 2 de diciembre del mismo año. Aunque había liberado toda la actividad de los partidos políticos opositores, era “vox populi” que llevaba las de ganar en las urnas, lo que le daría al varguismo una legitimidad que a las oficinas de Washington comenzaba a preocupar. Siempre sobrevoló el temor de una alianza con la Argentina de Perón.

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