Por Juan Latrichano
Se cumple un nuevo aniversario del golpe militar de 1976. En general se conocen con amplitud las atrocidades cometidas, a partir del mismo, particularmente la violación de los derechos humanos. Pero poco, por no decir nada, se sabe acerca de los cambios que se produjeron en la actividad económica del país. Especialmente podemos destacar que tras la renuncia de Gelbard en el año 1975 y con la asunción de Celestino Rodrigo como ministro de economía, se inicia el fin del modelo industrial. Ese camino se intensifica a partir de la irrupción de los militares en el poder. Ello da lugar a un modelo alternativo que podríamos denominar Financiero endeudante. El mismo se dio desde el año 1976 a 2019 con la excepción del período 2003/2015.¿En que consiste dicho modelo?
Básicamente en vivir de lo ajeno y en privilegiar el negocio financiero por sobre el productivo. Nótese que es el modelo parasitario por excelencia. El modelo agroexportador pone el centro en el campo, el industrial en las fábricas.
¿Cómo se inicia este modelo?
Aplicando una política de apertura económica basada en una baja generalizada de aranceles de importación. Desde luego las importaciones se expanden provocando un déficit crónico de la balanza comercial. A su vez los dólares financieros que ingresan atrasan el tipo de cambio. Esto intensifica el déficit. Defensores de esta política sostenían que la financiación externa iba a tecnificar el aparato productivo nacional.
¿Qué consecuencias tuvo esta aplicación?
Varias. Todas negativas. Particularmente debemos resaltar las siguientes:
1. El Producto Bruto Industrial se redujo en forma significativa con relación al Producto Bruto Interno.
2. Nuestro Producto Bruto por Habitante calculado en dólares perdió peso porcentual en relación con la mayoría de los países.
3. La deuda externa creció en forma significativa.
En resumen un verdadero desastre.