Filosofía y Ética | PENSAR UNA SEÑAL | En tiempos de amor y fragilidad. (Parte 1)

Por Adriana Fernández Vecchi

Pensar una señal hoy es ubicarnos en el cuerpo y en los lazos sociales que se generan a partir de la vulnerabilidad que nos homogeniza como seres vivos.Podemos pensar a partir de estos párrafos de Buttler (2017) “Ser desposeído por la presencia del otro y por nuestra propia presencia frente al otro es la única manera de estar presentes unos y otros. Así que ese estar presente unos y otros tiene lugar en los límites de la propia autosuficiencia y el autoconocimiento, en la estela de la perdurable finitud de lo humano”. (p.33)
También en Vida precaria (2006). dice; “el duelo permite elaborar en forma compleja el sentido de una comunidad política.” La experiencia del duelo da a conocer lo fuertemente ligados que estamos a las relaciones que establecemos con otros, lo cual desafía nuestra versión como ser autónomo controlador (capítulo 2)
El primer elemento significativo para resaltar es retomar a partir de esta vulnerabilidad extrema con la que estamos batallando, la toma de conciencia de lo precario y la desposesión metafísica del ser humano que impregnan los vínculos sociales. Esta cuestión, nos lleva a retomar la contribución gramsciana de su rechazo a la concepción instrumental de la política. Nos da que pensar que el asalto a nuevas formas de poder no empieza cuando se atacan los centros detentadores de violencia o hegemónicos, sino cuando se incita a cuestionar normas y valores a romper, como dice Castoriadis, la “clausura de sentido” que legitima su existencia. Es desde esta mirada de la política la que nos permite escapar de un modo de entender la sociedad como esferas separadas y diferenciadas ente sí. Así la perspectiva gramsciana comprende la necesidad de transcender la dicotomía entre el Estado y sociedad civil. Afirmamos que el primero tiene como horizonte lo político, y organiza el bien público y la sociedad civil gobierna las instituciones que resguardan los intereses privados. El poder hegemónico donde lo económico devalúa lo político es la moneda cara que nos ha hecho pagar el neoliberalismo. Las variables de la acumulación son insensibles a las de la vida.
Ahora bien ¿Qué pasa cuando la vida se impone en su cara de muerte y muestra su poder sobre el poder de la autosuficiencia de los intereses egoístas de sectores económicos?
La corona del virus nuestra su reinado frente a la vulnerabilidad de la vida. Parece que un paradigma nuevo se asoma a costa de los cuerpos trocando la mirada cuantitativa del sentido común. El problema reside en que ambos extremos entran en colisión. Lo cuantitativo del sentido común y lo cualitativo. Bien particular y Bien común disociados. Por un lado, tenemos el individualismo del mercado, que genera desigualdad de recursos, y por otro el requerimiento del Estado que es el que bien o mal garantiza el Bien Común. No es lo económico (cuantitativo) o la salud (cualitativo), sino cómo se articulan ambos. Vivimos una crisis que viene desatando la hegemonía del neoliberalismo desde lo ecológico, lo económico y social. Multiples inestabilidades que se han manifestado como depredadoras de la vida social a favor del imperio económico que engulle la sustentabilidad de la cosa pública. El capitalismo financiarizado es una forma social que supone en su interior la propensión a la crisis. Crisis que desata la segreción, exclusión, desigualdad, la expansión de la insensibilidad y la globalización de los mercados como omnipresentes a la vez sectarizados para subsumir a la sociedad en un estado de inequidad.Pero además por otro lado, nuevas manifestaciones de derecha que intentan proclamarse como salvadoras de la sociedad, corean cantos sobre los que se levantan formas institucionales de egoísmo.
Frente a esta situacion la pandemia actúa como si fuera una revolución implosiva y subvierte el curso del sentido común, o por lo menos suspende la certidumbre del devenir del poder.

Como dice Zizek
Pero quizás otro virus ideológico, y mucho más beneficioso,se propagará y con suerte nos infectará: el virus de pensar en una sociedad alternativa, una sociedad más allá del estado-nación, una sociedad que se actualiza a sí misma en las formas de solidaridad y cooperación global.( Slavoj Zizek.2020)

Según Horvat, «el coronavirus no es una amenaza para la economía neoliberal, sino que crea el ambiente perfecto para esa ideología. Pero desde un punto de vista político el virus es un peligro, porque una crisis sanitaria podría favorecer el objetivo etnonacionalista de reforzar las fornteras y esgrimir la exclusividad racial, de interrumpir la libre circulación de personas (especialmente si provienen de países en vías de desarrollo) pero asegurando una circulación incontrolada de bienes y capitales. ( 2020)

Ambas son posibles. Pero hay algo que si sabemos por ahora y es que el cuidado de sí depende del cuidado del otro.. Nuestra salud depende de la salud de todos. Un sentido de común-unidad de la desposesion propia de la fragilidad de los cuerpos. Entonces, se devela la situación límite que comienza la rueda de la pregunta por el sentido. Por otro lado y desde la facticidad se esta generando un orden geopolítico, nuevos escenarios de participación en torno a ayuda entre los países, al intercambio, nuevos actores que aparecen en escena y decisiones que se establecen en el orden interno de las sociedades.

¿Un nuevo orden mundial se puede desatar y generar nuevos liderazgos? . ¿Qué papel juega china, EEUU y Latinoamerica?
¿Cómo se vincula la necesidad de Estado con las demandas públicas y privadas?
¿Estamos preparados para una situacion económica como el panorama que se gestará una vez que la pandemia termine?

Para seguir pensando
El virus no discrimina, señala Butler. Invade organismos más o menos precarizados, más o menos agobiados, infectando a abusadores, oficinistas, educadoras, asesinos, ladrones, activistas, médicos, ministros de gobiernos, abogadas, etc., es decir, vidas (biológicas) humanas. La pandemia impone el ejercicio de una hospitalidad sin restricción hacia un huésped que no deseamos, al mismo tiempo que nos recuerda un parentesco común, que, ojo, no se traduce necesariamente en una comunidad dada, puesto que podemos enfermarnos con una intensidad similar, pero no sanar ni morirnos. ( Gustavo Yañez González:2020)

La circunstancias nos invita a volver a reforzar la idea de Kusch cuando afirma acerca de nuestra probreza ontológica como seres humanos, inevitable fragilidad y vulnerabilidad. Dice Kuscho que cuando comprendamos esto podremos volver a crear el mundo de vuelta: ¿Será la hora?

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