PENSAR UNA SEÑAL |Votar: una apuesta ética.

Por Adriana Fernandez Vecchi

El alimento de las minorías se convierte en el hambre de las mayorías.
EDUARDO GALEANO

 

 El Estado, se supone, diseña las políticas sociales para la población, atendiendo al ciudadano. Es decir, todo ciudadano, por el hecho de serlo posee derechos sociales: derecho a la educación, a la salud, a la vivienda, etc. Lo político debe ser entendido como el horizonte del Bien común. Por eso el Estado debe ser ético. Pero el Estado asistencial es a nuestro entender, sólo la sociedad civil que garantiza la libre competencia de los sectores privados en el mercado, donde lo político pasa a un segundo plano para dar cabida preponderantemente al juego de los factores económicos. Desde el punto de vista neoliberal es necesario que una autoridad competente reconozca al individuo como “pobre” para que éste pueda acceder a determinados derechos sociales. De esta manera, aparece un sector social diferenciado del resto. Lo político gira en torno a la opción asistencialista, no es promotor de derechos. La situación en donde el problema de la pobreza es consecuencia de un desarrollo del aparato financiero que se instala en un juego narcisista de satisfacción lujuriosa, las soluciones puntuales al problema de la pobreza no son estrategias políticas dirigidas a la estructura social. Queda reducido al espacio del discurso alejado de la realidad efectiva. Es decir, la pobreza es una cuestión ética de la manipulación económica. Queremos decir que no se reduce a una técnica económica, no es dar de comer. Es la dignidad de comer. Cuando el Estado no es promotor de derechos, la indigencia es un problema social cuya esencia, no es otra, que el modelo de acumulación y exclusión. La postura neoconservadora logra hegemonizar el espectro político-cultural en donde el culpable de la crisis es el Estado populista. El Estado asistencial del neoliberalismo, ha sido un factor amortiguador de la economía en las democracias capitalistas (1) . Esto es así porque los discursos que acompañan esta forma de estructurar el Estado instalan lo verosímil como forma de creencia en una realidad ilusoria. Apariencia que desplaza a los sectores vulnerables a la condena de disminuir cada vez más la calidad de vida.
Esta cuestión planteada en torno al Estado asistencialista se debe a una nueva forma de organizarse la trama social. La organización clásica de la sociedad dada a través de divisiones horizontales de las clases sociales baja, media y alta, es atravesada a la vez por cortes verticales, con bases socioculturales “Así, es más eficaz hablar hoy de exclusión social para definir un fenómeno que incluye a los pobres – los de abajo -, pero también a distintos tipos de marginalidad, que pueden estar vinculados al sexo, a la edad, a condiciones de salud, a la ubicación territorial y a las identidades culturales generalmente discriminadas por la cultura dominante” (2) . Es el caso de los jubilados, sectores de trabajadores o dirigentes políticos. La cultura actual genera desempleo, subempleo y marginalidad con fuertes tintes de insensibilidad que revierte sobre lo ético-cultural.
La exclusión-inclusión es resultado de un efecto desocializante y de aislamiento social. Es consecuencia, de la contradicción de tres ámbitos de la convivencia humana: lo político, la cultura y la economía; que deben articularse para el Bien común. Si se fragmentan para satisfacer los objetivos de los intereses de sectores particulares se produce inequidad. En el neoliberalismo lo político, se define como legalidad de la acumulación ; la cultura, como autorrealización individualista ; y la economía se rige por la eficiencia de acopio privado, entonces no hay equilibrio. Por lo tanto, se configura una sociedad posfordista, con una economía desnacionalizada bajo el predominio del capital financiero en donde “deja de haber una correlación positiva entre crecimiento, distribución del ingreso y empleo, entre acción del Estado y equiparación de las desigualdades sociales y regionales”. (3) La cultura neoliberal se centra en discriminar aquelloque se aleje del l modelo que plantea el Banco Mundial.
La pobreza no es una elección es consecuencia de la decisión de una sociedad que instaura un modelo político económico. No es cuestión de impacto de campañas políticas, es afrontamiento de un destino de país. En primera instancia es una apuesta ética. Lo ético es poder levantar el condicionamiento y optar por un modo de vida. Empoderar una moral es fundante de un futuro. El destino es el viaje que emprendemos, pero sólo se saca el boleto de vez en cuando. Una vez que se sube a ese tren, ya el destino está echado. El boleto …es siempre ético y cosecha futuro.

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1.- Cfr. Esping-Andersen 1993

2.-. Villarreal, investigador del CONICET, cfr, Clarin enero 1997.

3.- García Delgado D, (1996)

1 thought on “PENSAR UNA SEÑAL |Votar: una apuesta ética.”

  1. Lacan plantea la ética del psicoanálisis. Esa ética está direccionada por el deseo. De ese deseo hay que responsabilizarse.
    Tal vez se pueda pensar cuál es el deseo de un Estado, de una nación, que será lo que resulte de las urnas. De eso se debe responsabilizar la política. Podemos decir los políticos. Llevar casi a 4.000.000 de habitantes nuevos a la pobreza tiene responsables y deberán responder por ello.

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