Por Ángel Saldomando
(Desde Chile para CEDIAL)
El DNU y la ley ómnibus propuestas por los intereses en la sombra detrás del gobierno de Milei constituyen la síntesis más violenta del sueño liberal conservador. Un país privatizado, abierto a los cuatro vientos, sin límite alguno para la mantención de la concentración del poder político y económico por la élite.No hay debate posible de esa propuesta. Se trata del desguace de un país, de su tejido social, económico y cultural. Una tierra arrasada. Convertida en un territorio, apenas con un nombre, a disposición del capital.
Argentina está en el lugar que la derecha soñó. Con la cuerda del FMI en el cuello, una crisis inflacionaria utilizada para justificar el desguace y una sociedad bajo amenaza para esquivar la democracia que implica equilibrios sociales y políticos.
Las razones del rechazo de la propuesta oficialista se argumentan desde su anticonstitucionalidad, violación de procedimientos institucionales y por sus contenidos regresivos. Ello invalida la acción gubernamental. Ganar elecciones es una cosa, gobernar democráticamente es otra. Esta contradicción ha fundamentado históricamente el derecho de la sociedad a resistir frente a derivas antidemocráticas y antipopulares.
No se puede escapar de la historia. Argentina tiene un largo recorrido de conflicto entre el modelo de país excluyente y el de un país inclusivo y democrático. Esta es una nueva tentativa para llevar a su extremo más puro el país excluyente. Se trata de volver a generar una ruptura histórica a favor de la derecha. Ello abre también la necesidad de replantear el modelo incluyente y asumir que a su vez requiere una refundación política. Esto no es una coyuntura más. Es un nuevo ciclo histórico que comienza con el rechazo total a la propuesta más antisocial de los últimos 20 años. América Latina también observa.