Por Adriana Fernandez Vecchi
Desde cierta postura podemos indicar como piedra angular que en última instancia la economía determina la sociedad, por lo tanto, te determina en última instancia su moral Tenemos que asumir que este postulado, en su esencia, podría comprenderse entonces como la existencia de ciertos condicionamientos, pero también resistencias y fracturas con una moral establecida de antemano. Es decir, el poder hegemónico coloniza desde su moral autoritaria con discursos de odio.Esta perspectiva nos coloca entonces en una visión, en un horizonte en donde se juega la soberanía a través de la determinación ecológica económica. Una frase que traigo de Esperanza Guisan (1995, introducción a la ética, Madrid) que dice:” Primero sobrevivir, luego soñar. Pero tal vez sin la esperanza de soñar y de amar tal vez la supervivencia carezca de excesivo sentido”. No cabe considerar a partir de esta afirmación de Guisan que se deba tomar la vida como un paradigma de la ambigüedad, sino más bien, retomar la conciencia socrática de pretender vivir sin ignorar la crisis en la que estamos sumergidos y dejar de nadar en un romanticismo que sólo nos conduce al ahogo narcisista. Con esto se evidencia y se pone de relieve que en Jujuy se escenifica un laboratorio anticipatorio de una política de la represión. Es volver a la emergencia de una historia condenada a ser pus de la infección que infecta toda posibilidad del derecho de vivir en Paz.
Lo sorprendente es ver como se actúa con tal antigüedad, que en nombre de la democracia se hable de la necesidad de orden represivo, desaparición, y allanamientos aleatorios o intencionales hacia ciertos referentes. Es un dispositivo de terror para anidar cierta costumbre, adormecer la sensibilidad para que ese estado de situación aparezca como normal. Se impone el destino de adaptarse a una crisis que relativiza la violencia de Estado y provoca la pérdida de la importancia de esperar y soñar con la convicción del amor, con un proyecto en donde se afirme la soberanía popular. Lo sorprendente es la acción poderosa de los medios que naturalizan o hacen de la mentira verdad y la consumimos en pequeñas dosis en las mesas familiares. Todos los días un poco de veneno hasta que al final morir o vivir pierde valor.
No es por dramatizar la realidad, sólo pretendo más bien, aludir a un sentimiento de solidaridad, de familiaridad, de amistad que nace de las entrañas decoloniales de las luchas populares que han estado presente a lo largo de nuestra historia.
De lo que se trata es de no llegar a convertir esta desigualdad presente en un martirio habitual, en una humillación mental continúa e intolerable. Transformar nuestra democracia en una forma de votar, a la manera de la naranja mecánica. Adormecer y traicionar un estilo de vida, un proyecto de Nación, para metamorfosearnos en una forma de ser, como un insecto desagradable y repelente que constantemente deja pasar todo, se ensucia y mastica, como dice José Ingenieros del hombre mediocre que es aquel que come las migajas que se caen de la mesa de los grandes señores.
Tenemos historia. Tenemos años de luchas. Años de resistencia e insistencia. Hemos tenido líderes, tenemos lideresa. Tenemos Madres y Abuelas. Historias de militantes de la vida por un mundo soberano desaparecidos. Solidaridad de los pequeños hechos de la gran historia, O sólo escuchamos a una madeja parlante de decires vacíos, sin contenido. Sólo palabras efectistas para nuestra desesperada esperanza de ¿qué? O discursos negacionistas y de odio que alimentan una energía destructiva de la cual a nosotros no nos abrazará la energía sino la destrucción.
En la carne de Milagro Sala todos somos parte del arte de la taxidermia para enseñarnos que no se puede ni ser libre, ni pedir dignidad, ni disfrutar del bien de tus hijos, ni de la tierra nuestra de cada día, ni confiar en la justicia justa, y que ninguna ley es ley.
Para vos ¿Qué es la Democracia? ¿Es un valor? ¿un juego de poder? ¿Una forma de vivir? ¿Una trampa para seguir acumulando bienes ajenos? ¿El amor mercantilizado cosificado en un juego de cartas para ser participes de un circo o de una novela, una lírica expectativa de ser pasivos?
Recuerdo a un profesor que hablaba de convertir el destino en destinación. (Hector Mandrioni). Imagínense en un andén. Van a tomar un tren y tienen que determinar que prefieren, adonde quieren viajar. Son libres, pueden elegir el norte, el sur. Aquí en este punto se da la destinación. Decidir hacia dónde voy. Ahora saque el pasaje y según el boleto que haya optado será el paisaje que voy a ver, a vivir. Entonces, ya no hay vuelta atrás, el ticket que elegí determinará el paisaje que se convierte en destino para viajar. Tal vez ahí como el Fausto de Goethe quedemos solos en una habitación, atrapados junto a cientos de soledades y suspiremos, siendo cómplices y culpables diciendo como el personaje trágico “¿Ah, todavía soy prisionero de esta cárcel? “… En fin, afuera hay un mundo vasto” Tal vez nos demos cuenta como en la obra cuando el espíritu de la Tierra le brinda una señal “¿Por qué no luchas por convertirte más bien en un auténtico ser humano?” Como tantos hermanos y hermanas que hoy dan testimonio de dignidad. Si aun no lo vimos habrá que situarse en el centro umbilical de las cuestiones y reflexionar históricamente, bajo el horizonte de la memoria para encontrar el aliento de la verdad que se haga justicia.