En primera persona | Adiós Querido Profesor Horacio González.

Por Daniel do Campo Spada
(CEDIAL)

Algunos profesores quedan en nuestra memoria para siempre (aunque esto mismo sea un oxímoron). Cuando recién se inauguraba la Carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires no teníamos sede propia. Nos repartíamos en distintas sedes de otras facultades. Una de esas mañanas en el edificio de Psicología en la Avenida Independencia (donde nos prestaban un par de aulas) ingresó un profesor alto, simpático, para nada estructurado que convertía sus clases en un show. Con Horacio González vimos que a los intelectuales también les gustaba vivir la vida.Al escribir mostraba una dislexia leve que no poodía amenguar el desborde de cultura que tenía ese tipo de cabellera rebelde que desbordaba cultura por los cuatro costados. Aunque en esa época la UBA tenía un “dream team” que volvía de los diversos exilios para los jóvenes alumnos/as que éramos en ese momento era imposible dimensionar quienes eran esos gigantes que teníamos como profesores. De algunos, como es el caso de González, jamás pude olvidar el nombre. Tengan en cuenta los jóvenes lectores que en ese momento no existía internet por lo que el “googleo mental” lo fui haciendo leyendo sus obras, sus reportajes y su conducción (la mejor) de la Biblioteca Nacional.
Hoy, en nuestra redacción un frío cable cuenta que el Profesor Horacio González se fue al cielo a dar clase (aunque claro, nunca supe si era creyente pero eso da igual) a los 77 años tras sufrir una enfermedad intra hospitalaria donde se recuperaba del COVID. Seguramente estará cara a cara ahora mismo tomando un vino con todos esos nombres de la literatura universal que nos caían en su clases y que no llegábamos a anotar a tiempo.
Aunque nunca tuvimos un trato personal ni siquiera cuando los dos fuimos profesores de la misma carrera, vaya mi abrazo, mi respeto y fundamentalmente un fuerte GRACIAS POR TODO.

6 thoughts on “En primera persona | Adiós Querido Profesor Horacio González.”

  1. Que mejor regalo para un pro que el recuerdo, el respeto y la gratitud de aquellos que aprendieron de él mucho más que los contenidos que tal sean parte de ese continente que los contuvo

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