Por Marta Martinángelo
marmartinangelo@gmail.com
Algunos antecedentes de reflexión y debate para situar —reflexionar— sobre una respuesta compleja que nos demanda este problema. Es una forma de iniciar o abrir el tema para comenzar a construir una respuesta con el aporte del “nos-otros” al que los convoco. Esta historia comienza con el virreinato y la imposición de su cultura y sus creencias religiosas. Continuó con la llegada de las chucherías venidas de Europa que, a su vez, se llevaron todos los saberes acumulados por los Incas sobre hierbas medicinales y alimentos, entre otros insumos.
Siguió por la domesticación, dominación y exterminio de las culturas primeras, por lo que América se convirtió en el depósito anexo de la economía europea. Y, hoy, salvo honrosas excepciones —creo— continúa siéndolo. Es una identidad muy difícil de construir, algo así como ser criado en adopción y el difícil camino de construirse a sí mismo.
Me interesa reflexionar acerca de la “Hidrovía del Río Paraná” porque en un buen tema para abrir el debate y poder arribar a algunas conclusiones acerca del rumbo político que ha de tomar este territorio.
Pienso que ha puesto sobre el tapete un extraño “negocio muy rentable” que acompaña denuncias supermillonarias de contrabando. Una boca de salida de nuestras riquezas en manos de fuertes empresas extranjeras. Existe poca información sobre cuáles son y qué porcentaje de lo que llevan y traen queda en forma de impuestos. Por ello, no podemos hablar todavía de PAIS y/o PATRIA. Si, por casualidad, este artículo lo lee algún lector informado e interesado que posee datos o fuentes podría contribuir a que develemos esta problemática.
Estimado lector, este es un momento de búsqueda.
La cuestión está pendiente. “Ser o no ser”, enunciado célebre, si los hay. O bien, “estar siendo”. En todo caso, lo oculto puede develarse.
Reitero la cuestión de este caso: si ha sido —o aún es— el río Paraná una boca fluida de contrabando y penetración de empresas transnacionales. Ellas, sin apoyo o con el consentimiento local, contribuyen o no a expoliar nuestras riquezas. Si esta afirmación es válida, su organización está ligada a generar sistemas más ligados al concepto de territorialidad que al de Nación. Sus intereses están vinculados con la apropiación por empresas o gobiernos extranjeros, pero no a la integración y desarrollo del País en tanto Patria. Esta última se define por la búsqueda del bien común. De hecho, la territorialidad puede aparecer como el bienestar de un territorio, pero es siempre temporal, de escaso alcance histórico y económico para el espacio, pues lo abandona cuando ya no alcanza el rinde esperado.
Hubo señales históricas fuertes. Uno bastante conocido lo constituyen los sucesos que acompañaron la vuelta de Obligado, hito en el que un pueblo federal defendió su soberanía. Todos conocemos el desenlace con Buenos Aires al encabezar el triunfo Unitario.
Por la importancia de lo federal, me gustaría tener más información acerca de algunos aspectos, a saber:
¿Qué aporte hace el sistema de gerenciamiento extranjero de la Hidrovía al resto de los pobladores (¿ciudadanos?) de este territorio llamado Argentina? ¿Cómo impacta sobre la salud, el trabajo y la educación? ¿Cuál es el efecto sobre las tierras y el medio ambiente?
Me gustaría saber qué ha hecho y hace el Estado con lo que recauda. ¿Por qué tenemos ciudades como Santa Fe y Rosario —supongo que hay muchas más— en estado de semejante pobreza?
Me gustaría saber, además, cuál es la relación entre lo que pagan y lo que se llevan y qué rol juegan las empresas argentinas con capital argentino sin socios extranjeros en todo esto. ¿Habría alguna empresa que cubra este requisito?
¿Cómo controla el Estado nacional, provincial y/o municipal esta zona? Parece que la Justicia no aparece en estos menesteres o habrá que investigar para qué intereses opera. Si esto es así, deberíamos nombrarnos territorio, es decir, poco de País y nada de Patria.
A propósito del comercio exterior, vale la pena tener en cuenta por qué somos un país pobre y que, tal vez, tenga algo que ver con la soberanía económica.
El 80% el comercio exterior argentino sale por la Hidrovía, y este dato es importante si queremos entender un poco más la problemática. Hace treinta años, durante la presidencia de Menem (alrededor de 1990), el comercio de soja, en nuestra región, comenzó a explotarlo una empresa belga (extraño, ¿no?) y su acólito apropiador argentino (compinche; quizás, suene más popular) a través de una empresa denominada EMEPA a cargo de Gabriel Romero, perteneciente al partido Radical.
Pregunto: ¿por qué el Estado nacional no se hace cargo de gerenciar la Hidrovía? Si toda esa riqueza perteneciera al País-Patria dejaríamos de ser solo territorio que acumula capital para otros y empezaríamos a recaudar una suma llena de ceros. Léase miles de millones de pesos por año, cifra que nos resultaría más que conveniente ya que, por este lugar, pasa el 80 % de todas nuestras exportaciones.
Se aceptan aportes de datos confirmados que enriquezcan este texto