Por Daniel do Campo Spada
(TV Mundus para CEDIAL)
Un 17 de octubre en 1945, miles de obreros a pie, colgados en los tranvías o subidos a los camiones que encontraban marcharon hacia la oronda, opulenta y excluyente Ciudad de Buenos Aires. Desde el tercer cordón del Gran Buenos Aires iban a grito pelado pidiendo libertad del Coronel Juan Domingo Perón, encarcelado por la dictadura que lo había convertido en Ministra de Trabajo y Previsión. Las clases altas no vieron venir a un líder que concretó las reivindicaciones por las que tanto venían luchando desde finales del siglo XIX las masas obreras en cada fábrica, agrupadas en sindicatos, periódicos, cooperativas y bibliotecas. Cuando la oligarquía se dio cuenta encerraron al militar desacatado en la Isla de Martín García y lograron que el pueblo despertara en su conciencia. Esta vez no estaban dispuestos a bajar la cabeza. Hombres, mujeres y niños gritaron a una sola voz “queremos a Perón” y desde ese momento, donde nace la frase “la vida por Perón”, todo cambió. Los militares se dieron cuenta que tenían que buscar una salida de emergencia. Para que esas personas volvieran a sus casas (humildes en su mayoría) lo trajeron con la excusa de llevarlo al Hospital Militar en la Capital. Ahí el General Farrell le dijo “salga al balcón y mándelos a la casa”. Los dueños del poder cometían el error definitivo. Uno de los líderes más histriónicos y mejor comunicador de su época (inauguró una nueva era en comunicación política) estableció la alianza definitiva con el Pueblo. Perón entraba a la historia argentina por la puerta grande.
La gente escuchó al líder, que ya había mostrado quien era defendiendo muchas causas obreras e instaurando algunas leyes que nivelaban las injustas asimetrías patrón-empleado que atravesaban la vida social y laboral. La dictadura de Farrell creyó que una salida electoral con alguien “de ellos” conduciendo a “la chusma” terminaría siendo un buen círculo, pero una vez más erraron el cálculo. Después de tantas décadas de esfuerzos en formar conciencia de clase terminaba de consolidarse en un modelo estatal-sindical-democrático. Ya no era Perón. Nacía el Peronismo.
¿Qué es el Peronismo? Esa es una respuesta difícil de cerrar, porque es el más amplio de los sentires en la ciudadanía y en tres cuartos de siglo se han hecho muchas construcciones, algunas tan diversas y amplias que cuesta creer que se trate del mismo paraguas ideológico. Sin embargo, la clase trabajadora (no solo obrera), las vacaciones, el acceso a la vivienda, los ancianos y la jubilación, los niños, la educación pública, la Patria Grande y la lucha contra los opresores-explotadores siguen siendo los grandes ejes. Para ello es necesario un Estado fuerte que permita hacer una Patria Libre, Justa y Soberana. Esto distingue al peronismo de otros espacios contemporáneos.
Para otra nota queda una historia inabarcable en varios tomos, donde del primer Peronismo (con la figura interdimensional de Eva Duarte) se pasó al exilio, la resistencia, los duros años 70, el retorno, los desencuentros, los desaparecidos y la tragedia, el retorno a la democracia, el trago amargo del menemismo, el derrumbe institucional y el renacer de la mano de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Actualmente, el justicialismo volvió al Gobierno al frente de una coalición amplia que incluye (al igual que en 1945) a radicales, comunistas, socialistas y otras agrupaciones laborales e intelectuales. El Gobierno que devolvió la democracia en diciembre de 2019 está escribiendo su devenir, en un libro que ya tiene muchísimas páginas. Las que se pueden escribir en poco menos que un siglo.
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