Por Alberto Carli
Asombra que se proponga la no realización de “elecciones de medio término” porque les impide a quienes gobiernan llevar adelante el país. La condición de sociedades estatalizadas empezó con los griegos en el siglo V aC. y fue contemporánea a la aparición de un discurso coherente y no contradictorio apoyado en la razón como valor de verdad. El poder se había desplazado de la casa del monarca a la plaza pública donde los ciudadanos libres daban la discusión (recordemos que eran sociedades esclavistas) y allí se dirimían los destinos de la ciudad-estado. Evitar la discusión racional (y las elecciones son una de las formas en que las sociedades democráticas resuelven sus contradicciones) parecería estar lejos del espíritu de la vicepresidenta.
Asimismo se han denominado como “políticos” los paros como si esa condición fuera descalificatoria cuando de lo que se trata es de lo mismo: poner en tensión los intereses de grupos contrapuestos para lograr una síntesis superadora que permita que se continúe con la vida compartida y civilizada. Cosa contrario serían las dictaduras, horrorizadas por la discusión ciudadana.
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