Por Adriana Fernandez Vecchi
La elección de un nuevo Papa constituye un acontecimiento de magnitud eclesial y social que trasciende los límites de la Iglesia católica. En este contexto, la reciente elección del Papa León XIV suscita un interés particular por la elección de su nombre, que remite a una de las figuras más influyentes de la modernidad católica: el Papa León XIII. Comprender el significado de este gesto y su posible implicancia requiere una revisión histórica de la obra de León XIII y, especialmente, de su legado en la Doctrina Social de la Iglesia, plasmado de modo paradigmático en la encíclica Rerum Novarum.
Gioacchino Pecci, quien asumió el pontificado bajo el nombre de León XIII en 1878, se destacó por ser un Papa intelectual y diplomático que buscó tender puentes entre la tradición católica y los desafíos sociales de la modernidad. Su pontificado, que se extendió hasta 1903, se caracterizó por una apertura hacia los problemas contemporáneos, en particular aquellos derivados de la revolución industrial, el crecimiento de la clase obrera y el surgimiento de nuevas ideologías políticas y económicas. La elección del nombre León XIV parece, por tanto, indicar una voluntad explícita de continuidad con la visión pastoral y doctrinal de León XIII, así como una renovada atención a las problemáticas sociales de nuestro tiempo.
El legado más destacado de León XIII en materia social es, sin duda, la encíclica Rerum Novarum, publicada el 15 de mayo de 1891. Este documento es considerado el texto fundacional de la Doctrina Social de la Iglesia, ya que constituye la primera reflexión sistemática del magisterio eclesiástico sobre las cuestiones sociales modernas. En ella, el Papa abordó la situación de la clase obrera, condenando los abusos del capitalismo liberal como los excesos del socialismo. León XIII defendió el derecho de propiedad privada, la necesidad de un salario justo, la dignidad del trabajo humano y la importancia de la colaboración entre clases sociales mediante asociaciones y sindicatos.
En Rerum Novarum, León XIII afirma con claridad: “Es necesario que la sociedad civil respire por las dos alas del respeto a la justicia y de la caridad cristiana” (RN, n. 36). Más allá de las cuestiones económicas, la encíclica subraya la necesidad de establecer relaciones sociales fundadas en la justicia, la equidad y la cooperación, condiciones indispensables para una paz duradera. La paz social, en su visión, no es mera ausencia de conflicto, sino fruto de un orden justo que respete la dignidad de todos y promueva el bien común: “La sociedad humana puede ser restablecida en la concordia, siempre que los principios cristianos vuelvan a regir la vida pública y privada” (RN, n. 62).
Además este documento introdujo una serie de principios que, desde entonces, han orientado la reflexión social de la Iglesia: la dignidad de la persona humana, el destino universal de los bienes, la subsidiariedad, la solidaridad y la participación activa en la vida social y política. Además, León XIII reafirmó el papel del Estado como garante del bien común, subrayando que las autoridades civiles tienen la responsabilidad de proteger a los más vulnerables y de promover condiciones de justicia social.
La elección del nombre León XIV, por tanto, no es un simple homenaje histórico, sino una toma de posición simbólica que podría señalar una renovada preocupación por las cuestiones sociales en el contexto actual. En un mundo marcado por la globalización económica, las crecientes desigualdades, las migraciones forzadas, la crisis ecológica y los desafíos laborales derivados de la automatización y la inteligencia artificial, el magisterio social inaugurado por Rerum Novarum conserva una vigencia innegable.
Parece que el nuevo Papa León XIV se podría situar en la estela de su ilustre predecesor, con la intención de actualizar los principios de la Doctrina Social de la Iglesia para enfrentar los “nuevos problemas” de nuestro tiempo. La referencia explícita a León XIII constituye una invitación a releer Rerum Novarum a la luz de los desafíos contemporáneos, reafirmando el compromiso de la Iglesia con la justicia social, la dignidad humana y la construcción de una sociedad más fraterna y solidaria, así continuar con la labor abierta por el Papa Francisco.