Por Daniel do Campo Spada
(TV Mundus para CEDIAL)
A los 93 años se nos fue Hebe de Bonafini. Cuando el domingo 20 de noviembre de 2022 nos despertamos con su partida el mundo pareció detenerse.
Con casi cincuenta años de periodismo voy a cometer algo que tenemos prohibido, que es involucrarnos en la noticia, pero cómo omitir lo que la Madre de todos significó. Cuando mi Viejita se fue en 2013, sentí que todavía me quedaba Hebe. Y para muchos que entendemos la militancia política como un acto de entrega a nuestro país siempre fue una brújula.
En los momentos de duda, mirábamos sus ojos y esperábamos sus palabras. Cuando dudábamos porque no entendíamos algo, ella aparecía como lo que era. Una madre de Todos. ¿Quién puede negar que en un primer momento no sabíamos si Hugo Chávez era una especie de carapintada caribeño o quién era realmente ese Gobernador Néstor Kirchner venido del frío patagónico? Fue ella la que nos aclaró el panorama y nos marcó los tiempos.
En días en los que algunos desprecian a la democracia ella le hizo frente a los dictadores, en el peor momento, porque ahora somos todos valientes, pero ella dejó su cocina en La Plata para salir a buscar a sus hijos. Y terminó buscando a Todos y Todas. Y encima construyó. En medio del dolor buscó Justicia. No se dejó ganar por el odio vacío, pero jamás se dejó atropellar y nunca, pero nunca, dejó de decir lo que había que decir… y que muchísimos callaban.
Jamás imaginó que la segunda mitad de su vida iba a hacer carteles, marchas, solicitadas, reclamos judiciales, fundar la organización de Derechos Humanos más importante del continente, crear una Universidad, entrevistarse con las principales personalidades y poderosos del mundo (incluso con aquellos que la despreciaban) y nunca doblegarse ni desviarse de un ideal que nos enseñó a construir. Papas, Jefes de Estado, militares asesinos, deportistas, intelectuales y artistas recibían su abrazo o su reclamo. Pero sobre todo, el pueblo trabajador era el agasajado en la mesa de su cocina en su casa o en la Casa de las Madres.
Vamos a tomar su bandera, no la vamos a dejar caer. Pero la vamos a extrañar y necesitar.
Hoy perdimos su abrazo, pero sus Hijos, los que ya habían partido y de los que ella dijo haber aprendido seguramente la estaran esperando en la puerta del Cielo. Y la frase no puede ser otra que “Te pasaste Vieja, no lo hubiéramos hecho mejor”.