El Hombre, para vivir en sociedad, en una comunidad organizada debe renunciar a parte de sus pulsiones. Éstas quedan, al decir de Freud como un resto generador de malestar. ¿Qué hacer con ese malestar? El Arte permite tramitar lo inefable, lo indecible, el dolor y el malestar que la cultura genera. En tiempos de Pandemia, en los que las renuncias se acentúan en función de un bien común: la vida, pero donde el malestar también aumenta, el Arte nos proyecta y enlaza a otros.CEDIAL acompaña y agradece a los artistas que se sientieron convocados a esta Muestra de ARTE y PANDEMIA
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Del otro lado.
Por Maria Victoria Escoz
La ciudad parece dormida. Cada uno puertas adentro. Las ventanas se abren de par en par como un último intento de alargar los brazos, de mirarse en el otro , de escucharse de lejos. Sólo los gatos van de techo en techo. Quizás los gatos sean el último refugio de libertad. En mi ventana un cielo recortado entre edificios . Hay tantos otros que miran este mismo cielo. Para ellos mi ventana es su horizonte. Así estamos mirándonos de lejos. Imaginándonos. El espacio éste nos tiene atrapados , pero en la fantasía no hay cercos. De todas formas esto del encierro no es nuevo. Cada uno tiene su propio encierro, ese que no está delimitado por ninguna puerta o cerradura, ese que está adentro de uno . No hacen falta rejas para sentirse atrapado. El encierro no es una cuestión física solamente, el encierro está adentro. Allá afuera mi calle respira silencio , apenas un leve murmullo se escapa de las casas , por las mirillas de la puerta. Apenas el sonido de las ramas en el viento. Detrás de esa ventana hay uno que resopla mientras teclea solo en su computadora. Putea al sistema, a la realidad, a su mujer que lo dejó, a la vida que “le tocó”. Lo solo que está se le hace insoportable. En esa otra una parejita aprovecha la cuarentena para hacer del mundo una cama inmensa. Están inmunizados del afuera. Detrás de esa ventana hay dos que se acompañan, se agarran el uno al otro para que no los tome el miedo por la espalda. En cambio en esa otra ventana, hay dos que hace rato no son , se sienten atrapados. En aquel patio unos chicos juegan como si nada pasara. En esa otra casa hay más personas que espacio, parecen salidos de una película italiana. El pibe del cuarto está metido en sus libros, para él es un paraíso estar con él mismo. La música muy fuerte de los chicos de enfrente inunda todos los espacios. La chica del primero tirada en su cama conversa con su chico que está tan lejos. Los separa un mundo, pero cuando ve su rostro en el celular , se mete en su habitación por un rato. Unas amigas se acompañan a lo lejos. El y ella se piensan en secreto. No hay modo de cercar el pensamiento. Mi gata no callejea, prefiere quedarse a mi lado. Yo estoy acá : alargo mis brazos para traspasar mi ventana y alcanzar el otro lado.