El Hombre, para vivir en sociedad, en una comunidad organizada debe renunciar a parte de sus pulsiones. Éstas quedan, al decir de Freud como un resto generador de malestar. ¿Qué hacer con ese malestar? El Arte permite tramitar lo inefable, lo indecible, el dolor y el malestar que la cultura genera. En tiempos de Pandemia, en los que las renuncias se acentúan en función de un bien común: la vida, pero donde el malestar también aumenta, el Arte nos proyecta y enlaza a otros.
CEDIAL acompaña y agradece a los artistas que se sientieron convocados a esta Muestra de ARTE y PANDEMIA

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Puan 480

El camino de la diosa,
esa diosa anónima que
me dijo q las mónadas no tienen
puertas ni ventanas.
Que anónimamente me confesó
que conocer es exhumar al ser de la noche del ser sin poder llevarlo a la transparencia del para sí.

Que me habló de las múltiples facetas q tiene el todo y que restauran la bondad divina y la mayor gloria de Dios.

El camino de la diosa,
esa diosa sin nombre que
pronunció ante mí que el arte es aquello que siempre sucede a cierta distancia del cuerpo.

Que Dios es aquello mayor que lo cual nada puede pensarse y que negarlo es violentar el principio de no contradicción.

Que el cuerpo es res extensa tridimensional y que todo pensamiento es pensamiento de algo.
Que puedo dudar de todo menos de que estoy dudando.

Que el ser es aquello que hace que los entes en cada caso sean y que ser pensar y decir forman una ecuación.

Que la nada es un impensable.
Que la guerra de todos es padre y de todos es rey.

Que el arché es el agua y también el aire y más aún el apeiron.
En definitiva, que la filosofía se olvidó del ser y lo confundió con el ente.

Oh diosa anónima!!!, diosa que encontré por primera vez en una avenida llamada Independencia y una segunda vez en una calle llamada Puán,
¿Habrá tal vez una tercera vez? 

Ricardo E.J. Ferrari