CORONAVIRUS | ¿ A qué mundo vamos?

Por Lic. Claudia Kolaja

La amenaza del coronavirus, sea por sí misma o como la expresión de la existencia de una crisis financiera, de salud, de respresentatividad de los gobiernos, del sistema capitalista. Algo ya no es como era. Esta crisis nos confronta con la ética implícita en las tomas de decisiones de los estados: o se financian bancos y empresas sosteniendo una lógica de mercado o se sostienen los sistemas de salud y la vida de la población.
En medio de esta coyuntura ¿cómo pensar el sujeto actual?
A finales del 1800 el psicoanálisis enmarcado en una moral victoriana pone en evidencia la estructura represiva del sujeto. Mecanismo estructurante. El Super Yo como instancia psíquica que representa los modelos y mandatos del mundo exterior, tanto de las figuras paternas-maternas como las figuras de autoridad derivadas de estos. Y allí las histéricas, seres inteligentes que no se acomodan a la moral ni a lo esperado para la época. El psicoanálisis pone en evidencia el estado de conflicto y los síntomas que atraviesan al sujeto.
Desde allí a la explosión de la globalización hay un camino recorrido donde múltiples variaciones sintomáticas van dejando al descubierto la falla en el Nombre del Padre, como llama Lacan a esa función estructurante y de inscripción del sujeto. En esa explosión de globalización pareciera todo posible: el consumo, los viajes, la falta de fronteras, la elección de genero entre algunas. Como contracara de la misma moneda, la poca tolerancia a la frustración. El consumo se instala como el gran mecanismo para satisfacer el deseo, pero este vuelve a resurgir a la vuelta de la esquina y nuevamente el sujeto envuelto en el discurso capitalista, en la ilusión de completud en el consumo del nuevo producto a adquirir. Esta lógica es la que se encuentra en crisis en el fenómeno de aislamiento que nos trae el coronavirus. Circuito de satisfacción que queda interdicto. Se escucha: “No queremos la cuarentena”, “No se quedan en sus casas”.
¿Con qué sujeto nos encontraremos luego del aislamiento?
Difícil saberlo. Tampoco queda claro con qué modo social, y allí las hipótesis que van desde Chomsky a Zizek y Byung Chul Han, acerca de las diferencias de estado que advendrán.

Lacan

Lacan nos habla de “Un goce que hace falta que no”. En palabras de Freud: las pulsiones que deben acotarse en el Hombre: el incesto y el homicidio. Sus diques de contención están en la cultura.
En el mundo pre-corona parecía faltar ese goce que hace falta que no. Falta de solidaridad, no registro del otro, grandes poblaciones padeciendo hambre, riquezas concentradas en muy pocos, refugiados casi en estado de abandono, migrantes abandonados al mar.
Si algo trae esta crisis es la Igualdad: “Todos podemos morir”. Ya no importa quien tiene más dinero. Este ya no sirve para el consumo, ni para viajar, ni para la compra de objetos lujosos o exóticos que ya no hay a quien mostrar. Ya no compra la vida. Solo circula el virus y lo mortifero. Las soluciones no son individuales sino colectivas y con estados fuertes que respondan rápidamente. El único refugio y defensa: el aislamiento en las casas. Aislamiento en el cual, algunas veces se observan efectos traumáticos similares a las post-guerras: terrores nocturnos, pesadillas, estados de pánico. Han cambiado todos los paradigmas pero aún el sujeto pugna por ser escuchado: solicita la escucha por las redes y en lo singular por vía internet o videollamadas. Escucha que le es negada desde algunos grandes planes de salud y admitido por otros. Aislamiento y silenciamiento. El sujeto y el inconsciente buscarán otras maneras para ser escuchados. Y en esta situación nueva, es sólo con el otro como podemos salvarnos.
Solidaridad, confianza en el otro es lo expuesto, lo que se hace evidente. Apostemos a que sean los nuevos paradigmas en los cuales apoyarnos.

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