Por Adriana Fernández Vecchi

Para evaluar a quien votar hay que pensar una cuestión que aqueja a nuestro país con una deuda como la que tenemos. La situación actual presenta un agotamiento de la acumulación determinado por la sobrevaloración de lo financiero. Este asunto produce una crisis profunda que desata una devaluación de cambio real. Un deterioro de los salarios y de las formas de producción nacional. Por otro lado, existe una relación entre la deuda externa y la fuga de capitales al exterior. Este panorama repercute también en las empresas que se endeudan y cierran o achican su producción y por lo tanto aumenta el desempleo. En el 2003 nos encontrábamos en una situación también crítica y podemos tomar unos ítems para recordar para analizar nuestro futuro
• A partir del 2003 hubo un proceso de desendeudamiento y la política privilegió, en lugar de una acumulación financiera, la expansión de económica impulsando la industrialización y el consumo. La reactivación del consumo interno y la industrialización sustituta, permitieron expandir las exportaciones.
• La estatización de los fondos jubilatorios produjo la modificación de la deuda externa, pero hubo una serie de medidas: el canje, el pago al FMI que supone una autonomía en la política económica, congelamiento de los servicios públicos, etc.
• Empoderamiento de los sectores populares: negociación paritaria y las jubilaciones.
• La sustitución de importaciones como un factor que impulsó un crecimiento del PBI
• Abandono de un enfoque monetarista. Modificación de los precios que repercute sobre la producción de bienes y políticas de ingresos expansivas y en consecuencia sobre la recuperación salarial. Expansión del consumo y las exportaciones.
• Sustentabilidad del desarrollo económico por la reducción del peso de la deuda externa.