CEDIAL – Actualidad | Reflexión sobre la prisión domiciliaria a genocidas

Los vecinos de Mar del Plata manifestaron su repudio a la presencia del genocida Miguel Etchecolatz en el barrio Peralta Ramos.
Los vecinos de Mar del Plata manifestaron su repudio a la presencia del genocida Miguel Etchecolatz en el barrio Peralta Ramos.
Por Adriana Fernández Vecchi
El crimen de lesa humanidad es todo acto tipificado como asesinato, esclavitud, desaparición forzada, exterminio, tortura, violación u otros abusos sexuales, persecución y otro tipo de trato denigrante de la persona, a un grupo o colectividad con identidad propia fundada por motivos políticos, culturales, étnicos, religiosos o de género. Son aquellos motivos reconocibles como inaceptables internacionalmente, por su carácter inhumano por ser causantes de grandes sufrimientos físicos y psíquicos y se comenten en forma generalizada y sistemática contra un grupo o población. Estas aberraciones no sólo caen sobre la víctima, sino que producen daño a todo el tejido social tanto en sus organizaciones como en la consecución del bien común.
Todo aquello que resquebraje cualquier tipo de derecho quiebra la malla social, aunque muchas veces denote sus consecuencias los hijos de los hijos. Una de las características de los crímenes de lesa humanidad es su imprescriptibilidad. La prescripción en derecho penal es aquello que dado el transcurso del tiempo la persecución al delincuente se extingue. En cambio, los crímenes contra la humanidad no cesan, es decir deben ser perseguidos en todo tiempo. Esta cuestión denota la gravedad del asunto sobre la humanidad.
Mar del Plata en estos días sufre una burla a sus propios derechos humanos al ser beneficiado un genocida por prisión domiciliaria, quien manejara 21 centros clandestinos de detención.
¿Cómo poner en palabras algo que varias generaciones transitaron? Quién puede borrar de la memoria auditiva el grito sórdido del sufrimiento de tortura o las quejas de las violaciones. Quién puede cicatrizar zanjas de heridas, rostros lánguidos de horas y horas de tortura y risas cínicas burlando sufrimientos.
Tal vez estas manchas de tinta al lector sólo le resulten vocablos, pero la historia son hechos y casos juzgados. Mas allá de todo partido nadie puede dejar de tomar conciencia que cuando cualquier persona es perseguida torturada y asesinada por un Estado Todos, todos, perdemos la libertad. Puede comenzar por un Estado policíaco, puede comenzar con censura pero ¿ qué creatura llamada humana puede desear que otra semejante sufra aberraciones? ¿Qué es una aberración? Todo acto que sobrepase el respeto.
Y si hablamos de Derechos Humanos en sentido amplio, todo hombre tiene derecho al trabajo, al salario digno a no ser manipulado ni rebajado en su condición.
Tal vez la imagen de Mar del Plata sea un signo para leer. Si los genocidas conviven con sus víctimas, que no es sólo aquella persona que estuvo en un centro clandestino, sino que somos todos, ¿qué nos espera? ¿La naturalización del abuso? ¿La escucha de la respuesta superficial y mediática a asuntos de vida o muerte? ¿Qué le espera a nuestros hijos o nietos si piensan diferente?
Qué nos espera a los laburantes si protestamos porque no nos alcanza
Qué nos espera a los jubilados si no podemos atender nuestra salud
Qué les espera a nuestros niños que deben abortar el pensamiento critico
Qué nos espera al diferente que podemos ser acusados por ser diferentes.
¿Quién puede estar bien conviviendo con alguien que ha robado bebés, asesinado y provocado tormentos a adultos y jóvenes y que manifieste el orgullo de haberlo realizado?
Vos que estas leyendo ¿qué pensás?
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CEDIAL TV

1 thought on “CEDIAL – Actualidad | Reflexión sobre la prisión domiciliaria a genocidas”

  1. Pienso que nada d aquello q parece obvio lo es; la batalla política y en el campo de la cultura es constante. No sorprenden los retrocesos en los derechos ni las complicidades en la justicia pero hechos como las manifestaciones y los repudios del pueblo y tb de los propios avergonzados hijos d genocidas son alicientes para la esperanza y recarga d fuerzas. Allá vamos, insistiendo en la no resignación.

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