FRANCIA EN EL LABERINTO

Por Ángel Saldomando

Nada ocurre como consecuencia sólo de una coyuntura, las situaciones políticas se inscriben en tendencias que continúan o se modifican. De allí que los ”sorprendidos” generalmente no tienen mérito. Las recientes elecciones legislativas en Francia generan revuelo por varias razones. Una es la inquietud en los círculos dominantes por la conducción atlantista y neoliberal de la U.E. Otra es si las legislativas francesas confirmarían el viraje a la derecha considerada populista y extremista en Europa. La última es interna, se evidencian los desplazamientos sociopolíticos de Francia, esto es lo que abordaremos. Se ha derrumbado el centro derecha liberal y los centristas socialdemócratas, perdiendo su hegemonía, ello ha levantado una polvareda. Un proceso que ha durado una decena de años, desde el último gobierno del socialista Hollande (2012-2017) que hundió a la izquierda y a su partido y el de Macron (2018 hasta ahora, dos periodos) que ha terminado la faena con el centro derecha. De hecho, Macron fue ministro de Hollande. Ambos en su momento se presentaron como renovadores, modernizantes y como políticos responsables. En la realidad han sido gobiernos integrados en la coalición de intereses globalistas y neoliberal que dirige la unión europea. En políticas nacionales se ha traducido en la descomposición de los servicios públicos, perdida del nivel de vida y salarios, acompañados de privilegios impositivos y transferencia de recursos a los grupos económicos y financieros. La bronca social se acumuló en un país que había construido ciertos equilibrios sociales y distributivos hasta los años 80 del siglo pasado. Momento en que, oh coincidencia, la integración de la unión europea comenzó su deriva neoliberal y de moneda única. El movimiento de los chalecos amarillos (2018) fue la expresión más masiva de descontento de sectores populares, agricultores y provinciales, de los últimos años. Continuadas luego con las manifestaciones mayoritarias contra la reforma de la seguridad social y las leyes de protección de los desempleados, así como la defensa de los servicios públicos. Los argumentos oficiales han sido siempre los mismos, no importa quien gobierne: reformas ineludibles, acuerdo con la unión europea y el chantaje eterno de un inevitable ajuste financiero por el déficit fiscal y la deuda. La bronca se orientó al descredito del gobierno y la propia unión europea. El descontento ha producido un desplazamiento sociológico y político, parte importante de los sectores populares se ha volcado a la extrema derecha del agrupamiento nacional, liderado por Marine Le Pen de vieja estirpe ultra derechista. Mientras que otra parte se ha volcado a la Francia insumisa liderada por Melenchon. La derecha centrista se ha diluido y con ella Macron se desfondó, mientras que la izquierda en sus versiones: clásicas socialistas, comunistas y ahora ecologistas son expresiones menores. Diferentes estudios han evidenciado el desclasamiento de la sociedad francesa, las identidades obreras y populares se han desdibujado producto de la evolución del modelo económico y el alineamiento de la izquierda con la gestión del modelo, cada vez más mínima, en busca de mantener coaliciones centristas y electorales, en alternancia con la derecha. El modo de gobernabilidad terminó siendo muy cerrado para las reivindicaciones populares y muy benéfico para los sectores internacionalizados. El resultado ha caído como una guillotina sobre ese arreglo sociopolítico de social liberales y derechas centristas. Las cartas han quedado repartidas de la siguiente manera.
El Nuevo Frente popular liderado por la Francia insumisa en coalición con socialistas, comunista y ecologistas ha obtenido 180, diputados. Juntos (centro derecha macronista)163. Republicanos derecha clásica 66. Reagrupamiento nacional (derecha extrema) 143. Otros (independientes, regionalistas etc.) 25.
Muchas incógnitas quedan abiertas. Según la constitución el presidente tiene que nombrar el jefe de gobierno en el grupo mayoritario, que corresponde a la izquierda, pero Macron niega que haya un vencedor claro y busca reagrupar derechas y moderados para formar gobierno por alquimia conservadora. El frente popular debe mantener su unidad, buscar un candidato a primer ministro y defender su programa, no será fácil. La extrema derecha clama a la estafa de su triunfo, pero se consuela diciendo que su elección a la presidencia es cuestión de tiempo. Se podría decir que Francia está en un impase con aun tres años por delante de presidencia de Macron, un presidente egocéntrico y que ha terminado por enojar y decepcionar a propios y opositores. Un presidente a la imagen de la descomposición de la gestión del modelo.

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