El Che Guevara.
Por Daniel do Campo Spada
Otra de las Embajadas que recibió a muchos refugiados fue la de Argentina. Y allí recaló un argentino hasta allí desconocido pero que en apenas unos años se convertiría en un héroe de proyección mundial. Ernesto Guevara (1928-1967), flamante médico que había arribado alrededor de nueve meses antes del golpe encontró en Guatemala la horneada final a su formación política.Con su amigo Ricardo Rojo (1923-1966) venía de recorrer varios países de América Latina, en un periplo que había incluido Perú, Bolivia, Ecuador, Panamá, Costa Rica y Nicaragua. En ese periplo, viviendo de lo que iban consiguiendo con trabajos como cualquier persona de pueblo, el futuro líder bebió de un trago la realidad latinoamericana que lo marcarían para siempre.
Cuando arribó a Guatemala a finales de 1953, se ganaba la vida con los magros ingresos que le permitían la venta de unos cuadros de Cristo en la localidad de Esquípulas. Pero lo suyo no solo era la subsistencia, que incluía dormir en el piso de la Casa de la Cultura o de algún ocasional local partidario sino que fundamentalmente se terminó de formar en un eje anti-imperialista primero y marxista después.
Su participación activa en las reuniones de la Juventud Comunista y las lecturas que ello implicaba terminaron de formar a uno de los mayores dirigentes del Tercer Mundo. En esos escasos meses guatemaltecos se cruzó con militantes cubanos que por primera vez le mencionarían a Fidel Castro, a quien conocería en el exilio de este en México.
Hilda Gadea (1925-1974), documentalista peruana que se convertiría en su primera esposa fue el puente que tuvo Guevara para conectarse con teóricos marxistas y cuadros políticos formados. Eso, junto a la experiencia de la Revolución guatemalteca fueron formando al líder y lo que terminó consolidando su inclinación a la lucha fue el Golpe de Estado que la CIA yanqui dio en esa primavera centroamericana evitando que frutificara una experiencia popular.
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