Por Adriana Fernandez Vecchi
El presidente electo de Brasil Luis Ignacio Lula da Silva tomó posesión de su cargo tras cuatro años de un gobierno marcadamente neoliberal de derecha y esto representa grandes desafíos.Se presentó un documento con 120 puntos donde el equipo de Lula reveló los objetivos a cumplir desde una mirada multisectorial que está directamente vinculada a las políticas sociales dando batalla a la administración excluyente del pueblo del gobierno de Bolsonaro.
Se destacó entonces la necesidad de reforzar la ley laboral de 2017 dado que está facilita despidos por parte de las empresas. Lula expresó, cuándo hacía su campaña política, qué se necesitaba cambiar esa reforma laboral para sacar al pueblo de la esclavitud.
Otro punto fue la defensa de los pueblos originarios reivindicando sus derechos y se reportó 200 indígenas asesinados, así como, desalojos arbitrarios. Por lo tanto, Lula comunicó en la creación del Ministerio de los pueblos indígenas que será encabezado por la lideresa Sonia Guajajara.
Dentro de las políticas del cuidado ambiental se tiene pensado y se enfatiza la protección de la Amazonía. Para preservar la selva tratará y se creara alianzas regionales para salvaguardar el pulmón del planeta.
Respecto a la educación se planea recuperar la educación como una herramienta para erradicar marginalidad pobreza y violencia. El Estado presente en este aspecto es un factor clave.
Como ya dijimos repetimos lo afirmado en otro documento que lo Latinoamericano se define desde una lógica de la alteridad, desde las diferencias y las referencias absolutas. Afirma y conserva la diferencia y exige siempre la referencia. Se trata entonces de una identidad plural y trascendente: es el nosotros.
Por eso volvemos a afirmar que, lo que sucedió aquí con Lula y en general con nuestros representantes populares es que el líder político es informal casi la figura de un Caudillo. Siempre en desequilibrio entre la pulcritud y el orden político occidental y donde aflora una memoria reprimida del pueblo. Al asumir ese líder o lideresa popular se cristaliza una sacralidad tenebrosa hedionda pero que siempre busca justicia.
Este momento histórico en América Latina donde las derechas han encontrado una vuelta astuta para seguir acumulando poder, la reacción del fondo de este nosotros pueblo busca volver a ganar la democracia. Por eso Lula presidente es un amanecer de los pueblos.
Por eso hoy, la palabra es creer. Solo creer, porque si analizamos los porcentajes de la elección en Brasil nos damos cuenta de que es complejo y ajustado Creer, en la vida pública de la política actual, y en que los sectores progresistas pueden equilibrar la presión de un mundo mafioso y fascista. Y que gane Lula nos permite creer, tener la esperanza para purificar, limpiar y hacer más fuerte la comprensión de qué es posible configurar a través de los esbozos de una apuesta a la equidad a la justicia y a los valores democrático.
Volvemos a afirmar que es la hora de la construcción. Volver y luchar. Ahora se ha ganado las elecciones habrá que conseguir gobernar y luego acumular un poder.