VISION REGIONAL 4

Por Ángel Saldomando
(Desde Chile para CEDIAL)

1 Chile: Crisis en cámara lenta

El viernes 12 de marzo se abrió el periodo de propaganda electoral para los comicios de abril. Varias decisiones de último momento han enmarcado el evento. La primera fue la aprobación de prolongar el estado de emergencia por 90 días, es decir hasta junio. La segunda es que la votación se desarrollará en dos días 10 y 11 de abril. Estas decisiones se tomaron con fuertes polémicas en el mundo político, pero pasaron. No tanto por el respaldo al gobierno, no sobrepasa el 14% de opinión favorable, sino que por cálculo de sectores en la oposición de conservar el poco orden público que queda en un ambiente incierto y enrarecido.
La pandemia que en un comienzo puso entre paréntesis la crisis abierta con el estallido social de octubre 2019, ha perdido su efecto paralizante y lo único que lo mantiene es la militarización de la calle con el toque de queda y los controles. Pese al avance de la vacunación los datos sanitarios siguen malos, la exasperación crece en la población y los conatos de protesta se mantienen sobre un fondo de descontento social. La propuesta de elegir una convención constituyente, salida de un acuerdo político cupular, imaginada como válvula de escape al descontento tiene por delante escenarios difíciles. Hay obstáculos de peso, la ley electoral que restringe la representación por fuera de los partidos, los 2/3 de convencionales que deberían ser el filtro para aprobar las propuestas y la fragmentación de los grupos pro cambios, podrían dejar una convención constituyente continuista, poco representativa y en un vacío de legitimidad.
Las elecciones de abril, convención constituyente, alcaldes, gobernadores y concejales instalan una cacofonía que, sin embargo, no parece ser capaz de conectar con el estado de la sociedad. Los grupos de poder controlan el proceso, pero están entrampados en su histeria en torno a la defensa del orden público que usan como argumento supremo para acotar los espacios y las posibilidades para el cambio. No se sabe si habrá posibilidad de construir acuerdos y representaciones políticas que sean sólidas y que satisfagan las reivindicaciones mayoritarias. Además, en noviembre habrá elecciones parlamentarias y presidenciales, inciertas por las señales que las de abril podrán generar. La situación de crisis e incertidumbre se expresa en todos los niveles. La reciente remoción de la estatua del general Baquedano (guerra del pacífico y pacificación de la Araucanía) que le da su nombre a la plaza en el centro de Santiago, epicentro de las protestas, ha generado debates políticos y simbólicos que expresan la debacle de todo relato dominante o al menos de consenso. La estatua, dañada en las protestas, ha sido removida para su restauración, corría el peligro de caer con sus varias toneladas de peso, pero el debate en torno a ello ha cobrado una importancia desmesurada. Historiadores y periodistas críticos, situaron el hecho en el contexto del estallido social y sus consecuencias. Afirmaron que se había abierto una disputa en torno a la significación de valores y del relato dominante de los conceptos de estado-nación y sus símbolos, basado en un discurso de elites dominantes muy restringido y excluyente. El vacío dejado por la estatua simboliza, para algunos, justamente el vacío de acuerdo social. Los sectores conservadores reaccionaron en una doble dirección. Acusaron al gobierno de ceder frente a los manifestantes asimilados a violentos y de no ser capaz de garantizar el orden público. Además, en un acto calificado de “desagravio” grupos de derecha coincidieron con militares retirados, incluidos aquellos sindicados como violadores de los derechos humanos durante la dictadura, en torno a la base del monumento. Por otro lado, arremetieron, en diversos medios, contra los considerados progresistas o críticos en términos de incriminación por complicidad intelectual pasiva o activa con los “violentos”. La defensa cerrada del orden público, del simbolismo nacionalista de la estatua, sin referencia al contexto de crisis social, de sus manifestaciones, sin las cuales nada se hubiera reconocido, trasluce una histeria en torno a un orden abstracto que refleja el conservadurismo como ideología. Todo ello contrasta con la reducción de la discusión sobre las causas del estallido y sobre las reivindicaciones de cambio, que mantiene la frustración social. Las violaciones a los derechos humanos se ocultan tras la reivindicación del orden, de las 8.630 causas abiertas por violación a los derechos humanos durante las manifestaciones 3.050 causas han sido cerradas sin consecuencias y del resto solo una ha terminado en condena.

2 Bolivia: Sin tregua

Las elecciones del 7 de marzo, regionales y subregionales (gobernaciones y municipales), luego de las presidenciales que restituyeron al MAS en el gobierno, con el presidente Luis Arce, prometían a través de un buen desempeño del proceso electoral y de la expresión de la opinión ciudadana una normalización política; luego de la crisis que obligó a Evo Morales a abandonar la presidencia y el país. Sin embargo, esa posibilidad ha quedado en un estado potencial y corre el peligro de abortar. Dada la situación socioecómica y pandémica no es un escenario para nada deseable. Las elecciones del 7 de marzo fueron precedidas por tres factores que requerían manejo político complejo. La elección contundente de Arce y David Choquehuanca, le dieron la posibilidad de recomponer la dañada institucionalidad y ubicarse en una posición de centralidad que le diera capacidad de gobierno con su propio respaldo. El retorno de Evo y su intento de retomar el control del partido y el liderazgo proyectó sombra sobre el nuevo gobierno y desató la crisis interna del MAS donde el relato único de Evo y Linera había perdido el consenso interno, o al menos la capacidad de limitar las disidencias. Corrientes internas, sociales y territoriales no aceptaron el puro y simple retorno de Evo al liderazgo, sin discusión tanto de las razones de la crisis como el no respeto de las exigencias de apertura política. La diversidad del Mas evidentemente buscaba una canal de expresión en las nuevas condiciones, el proceso fue muy mal manejado por el sector de Evo y desembocó en situaciones de rupturas y acusaciones cruzadas de traición por un lado y autoritarismo por otro. Los reacomodos políticos que se estaban produciendo en el país, contenían, por su parte una incógnita fuerte. No se sabía si el retorno del Mas a la presidencia se traduciría en un apoyo al nivel local y si la crisis interna del partido pese a una oposición fragmentada, repercutiría negativamente.
Los resultados han sido sorprendentes, aunque en algunos casos habrá que esperar segunda vuelta el 11 de abril.
La disminución de votos del Mas entre el 2020 y el 2021 fue de 12 puntos y en las ciudades capitales más El Alto fue de 21 puntos. De seis gobernaciones que ganó el 2015, solo ganó en tres el 2021: Cochabamba, Oruro y Potosí. Pierde Beni y probablemente fracase en Chuquisaca y Pando. En La Paz y Tarija habrá segunda vuelta y es probable que el Mas pierda. En Santa Cruz ganó nuevamente la oposición Lo mismo que en 7 capitales de departamento y El Alto. El MAS ganó en las alcaldías pequeñas mayoritariamente rurales partido mayoritariamente campesino. (Los resultados de las elecciones 2021. EL Mas retrocede frente a una oposición heterogéneas. Manuel de la Fuente. Cochabamba) Las fuerzas de oposición ganan o ganarán en seis gobernaciones y en ocho alcaldías. Son fuerzas muy regionales y heterogéneas. Con estructuras muy débiles. Entre los y las que ganaron hay varios ex masistas, como Eva Copa.

Los resultados arrojan algunas pistas sobre la tendencia en el país. El Mas prevalece como partido más grande y organizado frente a la oposición fragmentada. Sin embargo, el hecho que ganaran las disidencias más emblemáticas, como la de Eva Copa, propulsada a un liderazgo nacional desde El Alto, y que se afirmara la diversidad en todo el territorio; muestra que Evo no logró imponer su conducción. La sociedad parece mandar un mensaje de reequilibrio dosificado: el Mas en la presidencia, pero con una nueva dupla y una redistribución de la representación territorial más pluralista y diversa. Este escenario podría haber posibilitado nuevos espacios de dialogo. Pero, aun con resultados en caliente y con segundas vueltas en ciernes, el encarcelamiento discrecional de Jeanine Añez el 11 de marzo reabrió la polarización y además permite un reagrupamiento de la oposición, condimentada por la propia crisis interna del Mas. Sin claridad sobre cómo se gestó esta decisión y quién la motivó, está fuera de contexto. Bien se podría haber organizado una comisión imparcial investigadora, una comisión de la verdad, entre otras medidas que con legitimidad hubieran podido dilucidar frente a la sociedad las responsabilidades de la crisis. La detención sorpresiva de Añez de 5 ex ministros y 4 militares por sedición, golpe de estado y terrorismo, reabre no solo la crisis, sino que se ve como un intento de imponer la tesis de que hubo un golpe de estado, sostenida por Evo. La tesis adversa es que hubo una crisis, presiones por renuncia y sucesión jerárquica dentro de un vacío forzado por las renuncias ordenadas por Evo, las que terminaron con Eva Copa como presidenta del senado y con Añez como presidenta interina. La situación se ha transformado en un lio con resonancia internacional. La tesis del golpe, simplifica y mucho. La crisis abierta desde que Evo forzara su participación en las elecciones, la intervención de la OEA y las debilidades de legitimidad del proceso electoral, ya era un escenario difícil. Los enfrentamientos que se produjeron entre ambos bandos, oficialista y oposición, dejaban dos opciones o se reprimía en un baño de sangre o se provocaba la renuncia. Los militares lo pusieron sobre la mesa, hay que recordar que algo parecido ocurrió con Sanchez de Losada con el Mas en la oposición en esa época. Pero también el secretario ejecutivo de la COB Juan Carlos Huarachi y la defensora del pueblo, Nadia Cruz, abogaron por la renuncia y la sucesión. En bambalinas el sector del Mas que llenó el vacío, negoció la salida y la transición, validando la renuncia de Evo, la sucesión de Añez, la renovación del tribunal supremo electoral y la convocatoria de nuevas elecciones. La crisis nuevamente abierta o nunca cerrada tal vez, desde el referéndum que invalidaba a Evo para presentarse, corre el riego de internacionalizarse y le deja en las manos al nuevo gobierno un regalo envenado.
Hay situaciones que se producen en los países, que, aunque sus coordenadas son en principio internas, se internacionalizan. Las razones pueden ser geopolíticas como en el medio oriente o ciertas zonas de África donde los conflictos internos son utilizados por potencias globales o subregionales. En otros casos, las situaciones internas se internacionalizan por sus repercusiones regionales en los alineamientos ideológicos, que buscan fortalecer o debilitar proyectos políticos en sus implicaciones sociales y económicas. A veces también hay una burda instrumentalización basada en prejuicios ideológicos o cálculos estrechos.
En las crisis sociopolíticas de Argentina en 2001, en Bolivia, en Ecuador en Perú en los 90 del siglo pasado implicaron conflictos internos, renuncias y destituciones presidenciales que tuvieron repercusiones en los debates internacionales sobre las recetas neoliberales y la calidad de la democracia, pero no involucraron abierta y directamente actores internacionales que se alinearan con actores internos. Tampoco fueron calificadas de golpes de estado. La crisis de los 80 en Centroamérica y la de Venezuela actual por el contrario implicaron una peligrosa internacionalización. Paradojalmente la prolongada guerra interna en Colombia, más de medio siglo, fue contenida en sus fronteras y en sus actores nacionales, pese a la evidente inestabilidad de regiones fronterizas y la ayuda militar de Estados Unidos. Y en la actualidad Brasil, pese a los desmanes del bolsonarismo, se haya expuesto internacionalmente por su crisis sanitaria. Desactivar la crisis en Bolivia es necesario, también para la región y para evitar su utilización.

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