Por Mg. Mauro Beltrami.
La idea de territorio remite a una construcción social cuyas referencias simbólicas activadas y significados asociados, que son resultado de disputas entre grupos sociales que ejercen el poder y, por lo tanto, no son espacios neutros sino ideológicos1 (1). A su vez, toda construcción social de un espacio debe entenderse en el marco de la intervención (más o menos directa), de una hegemonía social y cultural, reproducida por medio de un sistema institucional.(2)2 Por su parte, las identidades son también construcciones sociales dinámicas, aunque con razonable grado de fijación y permanencia.(3)3 Cada uno de los referentes simbólicos presenta rangos de significación que son históricamente variables en función de diferentes matrices culturales (4).4 En este sentido, los grupos hegemónicos en el ejercicio institucional del poder buscan imponer un sentido a este, buscando influir en la totalidad de los sectores sociales. Pero estos procesos no son unidireccionales, y la disputa de los espacios simbólicos por parte de otros grupos impulsa la resignificación territorial y la lucha cultural. Como parte del territorio, las ciudades representan un espacio multidimensional por demás significativo, porque en este se desarrollan los procesos institucionales, por resultar los centros de poder administrativo y económico. Además, contienen lugares que son entendidos de forma diversa, donde existen centros y periferias, espacios que se encuentran al margen de la idea central de lo que constituye el sentido de la ciudad.
Por su parte, la literatura es un dispositivo que contribuye a disputar el sentido histórico de un territorio y, además, resultan fuentes para el estudio de la historia política y social. Los textos literarios son de sustancia variada y sus mecanismos de influencia y disputa de sentido difieren según su tipología. Siguiendo a Hyrcyk,5 (5) existen autores que priorizan la adopción de una perspectiva exploratoria de problemáticas de orden estético, más de características teóricas y quizá metafísicas. Junto a estos, coexisten otros autores que, más allá de lo anterior, adoptan un perfil político, materialista y militante, que explicitan sus posiciones en sus trabajos. Cabe considerar que la política condiciona las prácticas literarias, por medio de restricciones impuestas institucionalmente y por el compromiso militante de los intelectuales en el decurso de los procesos sociohistóricos. Del mismo modo, los autores buscan a fijar el sentido de una obra, aunque debe considerarse que siempre la recepción distorsiona o da nuevos significados a lo creado6(6).
Rodolfo Walsh fue un escritor e intelectual políticamente comprometido, que fue construyendo textos que buscaron visibilizar lo invisibilizado por los regímenes instaurados tras el golpe de estado que derrocó a Juan D. Perón (1955). Su trayectoria es variada, y, en el presente ensayo, únicamente se hará referencia a su trabajo “Operación Masacre” (1957), la cual significó la recuperación de una serie de voces que habían buscado silenciarse y la prueba evidente del horror de un régimen dictatorial que buscaba legitimarse como una “Revolución Libertadora” (1955-1958). Puede considerarse a “Operación Masacre” como una denuncia política de los métodos represivos ilegales de la dictadura autodenominada “Libertadora”.
El trabajo se inscribe dentro del estudio de influencias en los procesos culturales provenientes de los procesos represivos y violentos de la dictadura autodenominada “revolución libertadora”. Particularmente, en las disputas por la verdad, lo visible y lo invisibilizado, a través del estudio de la obra de Rodolfo Walsh “Operación Masacre”, cruzando el discurso literario con los procesos políticos y sociales con los que interactuó. El objetivo es estudiar la forma en que la narrativa de Walsh disputa el significado del territorio, pretendiendo abordar la historia política desde el discurso literario de dicho autor. El método que se sigue es el análisis contextual, situando al texto históricamente y analizándolo en función de una serie de elementos contextuales. Por otro lado, se realiza una lectura inmanente de la obra, que consiste en la realización de un análisis conceptual a los efectos de desbrozar el contenido y sus alcances. Asimismo, siguiendo a Gorelik y Arêas Peixoto (2016), se pretende dar una perspectiva urbana a la historia cultural al asociar el texto a la construcción ideológica del territorio (fundamentalmente márgenes periurbanos)7 (7).
Metodológicamente, el trabajo comienza exponiendo las características principales de “Operación Masacre” de Walsh, indagando en su estructura narrativa y el contexto de su emergencia. Posteriormente, se analiza la obra, identificando adjetivaciones territoriales, tanto en la descripción de los personajes, como en el momento de narración de los fusilamientos. Finalmente, se estudiará la forma en la cual Walsh entiende a determinados sitios del espacio urbano, particularmente a los márgenes, como un espacio de disputa de sentidos políticos. En síntesis, el trabajo reflexiona sobre la producción de “Operación Masacre” en su respectivo contexto histórico.
(Cada semana el CEDIAL acerca un capítulo del Ensayo del Mg. Mauro Beltrami, “La narrativa de Walsh en Operación Masacre”.)
CITAS:
1.-Para la conceptualización del territorio y sus transformaciones propias del sistema capitalista, se sigue lo expuesto por Bozzano y Velarde (2016), quiénes refieren a procesos entrelazados de historia social y natural, de forma solidaria, complementaria o conflictiva, los cuales acaban por producir una multiplicidad de manifestaciones materiales y simbólicas en espacios categorizados como urbanos, periurbanos y rurales (o tipificados de otros modos). Véase: Bozzano, Horacio; Valverde, Irene. (2016). “Introducción”. En: Bozzano, Horacio; Valverde, Irene (comp.). “Transformaciones territoriales y procesos de intervención en la Región Rioplatense”. Primera edición. Colección Bitácora Argentina, Ediciones Imago Mundi, Buenos Aires. Págs. XIII-XXI.
2.-Siguiendo a Prats, la eficacia simbólica de los referentes culturales depende de muchos factores, entre los cuales incluye como fundamentales: a) La contextualización de los símbolos en prácticas y discursos; b) el nivel de consenso de que gocen referentes y significados; c) la condensación de atributos y significados, considerando que la principal virtualidad de un símbolo es su capacidad para expresar sintéticamente (y emocionalmente efectiva) una relación entre ideas y valores. Prats, Llorens. “Antropología y Patrimonio”. España, Ed. Ariel Antropológica, 1997. Pág. 29.
3.-Amadori y Di Pasquale observan que el problema de las identidades como objeto de estudio tiene un vacío historiográfico relativo, más allá de su importancia. Entienden que la causa radica en la carga negativa del término generada por las dictaduras latinoamericanas y sus miradas esencialistas y homogeneizantes de la misma. Por el contrario, habría que considerar a las identidades “como un coro polifónico, diverso y multiétnico compuesto por varias “voces” que interactúan y se transforman a lo largo del proceso histórico”. Amadori, Arrigo; Di Pasquale, Mariano. (2013). “Introducción Identidades y sentimientos de pertenencia en el espacio rioplatense: miradas históricas entre la colonia y el período independiente”. En: Amadori, A.; Di Pasquale, M. (coord.). “Construcciones identitarias en el Río de la Plata: siglos XVIII-XIX”. Primera edición, Prohistoria Ediciones, Rosario. Págs. 16-17.
4.- Rango de significación es una idea que busca entender las relaciones entre los universos simbólicos legitimados y los diferentes actores sociales que expresan diferentes versiones ideológicas de una identidad político-cultural. La idea es tomada de Bonfil Batalla, quién la utiliza para la idea de patrimonio cultural, pero que resulta valiosa para entender los diferentes significados asignados a un mismo referente por grupos diferenciados. Véase: Rosas Mantecón, Ana María. “Del acervo a la construcción social: los caminos de la antropología para repensar nuestro patrimonio”. En: “Patrimonio histórico y cultural de México”, Instituto Nacional de Antropología e Historia, Colección Científica, 2001.
5.-Hycyk, Paula. (s/f). “Clase 12 – El campo literario entre los 40 y los 60”. Seminario de Historia Social, Untref Virtual. Pág. 3.
6.-Chartier, Roger. (2005). “El mundo como representación. Estudios sobre historia cultural”. Traducción de Claudia Ferrari. Editorial Gedisa, Barcelona. Pág. XI.
7.-Gorelik, Adrián; Arêas Peixoto, Fernanda. (2016). “Introducción. Cultura y perspectiva urbana”. En: Ídem. “Ciudades sudamericanas como arenas culturales”. Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires.
Próxima publicación de esta serie: “Las relaciones contextuales y el tono narrativo de Walsh”
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Desde ya, son Bienvenidos.
Es una maravillosa oportunidad para reflexionarmos acerca de el momento que estamos vivendo.
Desde ya, agradezco mucho.
Excelente espacio y valioso el comentario, que, naturalmente debe entroncarse, el enfoque Walsh, con su realidad inmediata anterior, no puede dejarse fuera, aunque no se lo mencione, a un escritor como Roberto Arlt, que ya estaba pre-anunciando, desde “Los siete locos”, la realidad de la “Revolución Libertadora”, que se extendió, por la vida del país como una mancha de aceite y que no ha cesado, porque tras Aramburu-Rojas, vino Onganía, luego Videla, más tarde Menem (Alsogaray) y finalmente Macri, todo lo mismo, desde el punto de la construcción social que se pone en juego en el análisis de la obra de Walsh, absolutamente necesaria. Pero, por favor, no olvidar cuán enorme ha sido el daño y el dolor de las clases populares en los gobiernos mencionados a posteriori de la “Libertadora”. Gracias. Cordial saludo, Juan Carlos Maldonado (Alción Editora).
Excelente indagación acerca de esta obra histórica política.
Gracias por sugerirme este sitio