Por Juan Latrichano
Los economistas ortodoxos insisten acerca de que tenemos un déficit fiscal y una presión tributaria muy superiores a los demás países. Sin embargo esto dista de ser verdad. Si miramos el desempeño en la materia, aún de países desarrollados, vemos que no presentan diferencias sustantivas con nuestros resultados. Desde luego algunos países nos superan.
Donde somos líderes absolutos es en la tasa de interés. En efecto, la tasa que aplica el Banco Central para las Letras de Liquidez supera el 60 % anual. Ello representa a priori una tasa real superior al 25%. Desde luego esta tasa se les paga a los bancos en concepto de remuneración por el encaje. Luego la tasa que los bancos aplican a los préstamos ronda el 100%. Es decir que la tasa real en esta materia supera holgadamente el 60%.
No existe país en el que se observe esta situación.
¿Qué proyecto de inversión puede darse en este marco? Ninguno. En consecuencia aquí está la raíz principal de nuestro problema.
¿Qué se puede hacer? Dejar flotar el dólar bajando la tasa de interés a niveles normales. Para que ese deslizamiento no vaya a precios se debe hacer un pacto social con empresarios y trabajadores. Impuesto a la exportación de alimentos mediante.
Ah. Y con la eliminación de la dolarización de tarifas energéticas y del combustible.