Por Lic. Daniel do Campo Spada
(CEDIAL)
La pregunta que la mayoría de los comunicadores y politólogos nos hacemos es cómo un partido político que llegó al poder escondiendo sus verdaderas intenciones podría ser enfrentado en su propia lógica. Un cantito muy breve pero pegadizo montado sobre una vieja canción popular terminó causándole al Presidente Mauricio Macri mucho más impacto que marchas opositoras que llegaron como fueron el caso de las del 24 de marzo de 2017 o el 21 de febrero de 2018 a las 400 mil personas. “Mauricio Macri, la p… que te p….” ha calado muy profundamente y se canta en los estadios de fútbol, teatros y hasta en estaciones de subte.
El PRO, partido macrista que en segunda vuelta obtuvo el poder en noviembre de 2015 gracias a su alianza con la Unión Cívica Radical (UCR) es la más profunda experiencia de marketing y política. Apelando a las más modernas técnicas de comunicación, neurociencias y la más mostruosa alianza de multimedios en la historia del país llegaron a la Casa Rosada diciendo nada o bien una cosa por otra.
El macrismo no es una ideología nueva. Es el nuevo nombre que en los 90 tenía el menemismo, que no es otra cosa que “neoliberalismo” en el sentido más rancio de la palabra. Ya en 2007 y tras una experiencia previa fallida logró instalar como Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a un empresario hijo de un empresario muy poderoso (el que realmente hizo la fortuna familiar) en un distrito que siempre presumió de ser el más pensante del país. Curiosamente fue la primera gran presa fácil de los experimentos de Jaime Durán Barba, publicista político de origen ecuatoriano que siempre apela a la estrategia de lo fácil, lo emocional y lo superficial. Con bastante de razón sostiene que los electorados no razonan. Solo votan por la emoción.
De la misma forma que gracias a la infernal maquinaria mediática propagandista que dispone la derecha en Argentina pudieron imponer frases tales como “la yegua”, “la chorra” o “se robaron dos PBI” que no tienen ningún respaldo de realidad, el PRO-Cambiemos ahora sufre con un cantito fácil y tan banal que no se somete a análisis. Los males del gobierno de Macri no pasan por la limpieza moral o no de su madre. Ese no es el tema de esta nota. Lo dañino está en su gestión y sus políticas a favor de las clases poderosas en detrimento de los trabajadores.
“MM, LPQTP” está en la misma gramática que le sirvió al PRO para llegar a la Casa Rosada. El hoy Presidente del Banco Central de la República Argentina (BCRA), Federico Sturzenegger dijo muy suelto de cuerpo y en inglés que Durán Barba les indicaba que no hablasen de nada. Que no elaboraran el mensaje1. La prueba máxima de tener el poder con un discurso vacío fue la apertura de Sesiones Ordinarias que Mauricio Macri hizo en 2018. Pocas veces alguien habló 42 minutos omitiendo todos los temas importantes, ya que no habló de la crisis económica ni de los presos políticos, ni de los asesinatos de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, de la pérdida de soberanía ante bases militares norteamericanas en nuestro territorio, de un submarino hundido con 44 víctimas fatales que ya nadie busca, la represión creciente y una inflación galopante entre otros temas. Por el contrario habló de usar el cinturón de seguridad y de poner a los chicos con su sillita en el asiento de atrás y de que los niños disminuyan la ingesta de azúcares porque somos uno de los países en el mundo que tiene más gordos. Por supuesto en su discurso mental no entran los que viajan en colectivo, tren o los maltrechos subtes porteños, olvidando que los azúcares es propio de alimentaciones de baja calidad (en la mayoría de los casos por bajo poder adquisitivo de los consumidores)2.
El canto que se ha convertido en un insulto cada vez que algún árbitro perjudica a algún equipo de fútbol (que no sea Boca Juniors), en el final de cada función teatral, en un corte de luz, en un subte que se detiene o en cualquier atolladero de tránsito ha impactado y mucho en el PRO. Ni los cientos de denuncias de corrupción contra sus funcionarios ni las marchas multitudinarias han golpeado el casco del macrismo. Sencillamente porque ello no le llega a su electorado, afecto al mensaje simple sin análisis. Ahora bien, la frase fácil, pega. En parte (o en gran parte) porque el electorado que lo vota es como el mismo Macri. No hacemos referencia a lo millonario que se pueda ser sino a la manifiesta poca cultura, que el propio Primer Mandatario no se preocupa en ocultar.