Por Claudia Kolaja
¿De qué se trata un Estado? ¿El Estado no es aquel que puede y debe preservar el bien común, aquel que debe proteger y preservar a los sectores que menos tienen, los menos protegidos en el intercambio de los poderes económicos, y en contraposición, protege a los que más tienen, favoreciendo e incrementando sus ganancias, entonces, de qué construcción cultural se trata para el sostén discursivo en uno y otro?
El Estado debe velar por la igualdad de sus ciudadanos. Aún si esto pudiera considerarse un imposible de lograr, es como utopía, como horizonte, al cual intentar advenir.
El Estado es aquel, que también, marca como dirección las distintas expresiones culturales.
“La cultura constituye el esqueleto de sostén de toda actividad humana, una red que conecta los ámbitos económico, político y social, entramada en la vida cotidiana y comunitaria de personas y grupos.” Plantea la Arq. Cristina Álvarez Rodríguez en el libro “Hospital Eva Perón. Una experiencia sanitaria”.
No es lo mismo un Estado que promociona y da lugar al Arte en sus diferentes expresiones: plásticas, visuales, escénicas, poéticas, musicales, ya que éstas hacen a un discurso que acompaña, cuestiona, interroga los devenires sociales, políticos y que hace a la construcción de subjetividades.
Para esto cuenta con herramientas constituidos en espacios como los Centros Culturales, museos, teatros nacionales o locales.
Asimismo existen espacios independientes, de gestión privada, como galerías de arte o pequeños teatros que están afectados por las políticas públicas. Hoy, estos se encuentran en riesgo de supervivencia, peligrando la continuidad de sus actividades debido a los tarifazos que implicarían trasladar esos costos al valor de las entradas para su subsistencia y que podrían llevar a la merma de público o de espectáculos y obras a realizarse.
Esto constituye un vaciamiento cultural.
En relación a los espacios que dependen del ámbito de la ciudad de Buenos Aires, como el Teatro Municipal Gral. San Martín, o el Teatro Presidente Alvear, tienen sus puertas cerradas a la expresión cultural. Algunos Teatros más barriales como el Teatro Regio ofrecen sus obras con un valor de entradas equivalentes a la calle Corrientes. Así también, en el último tiempo de apertura del TMGSM, el valor de una entrada era altamente costosa, subvirtiendo el Espíritu de encuentro de la cultura con los ámbitos populares, volviéndose inaccesible para gran parte del ciudadano.
Todo esto es un mero ejemplo de lo que sucede culturalmente, denostando la “política cultural” selectiva, es decir, para unos pocos y privilegiados.
He tenido oportunidad de concurrir al CCK en el mes de abril pasado y observar que solo 3 salas de exposición se encontraban abiertas en el piso 5 y 6. El resto cerrado. Pude concurrir a este establecimiento en el año 2015, con las salas repletas de exposiciones de artistas provenientes de nuestras provincias. Lugar y ámbito privilegiado para sus muestras.
No sólo es triste ver el vaciamiento de las salas, sino también la expresión cultural imperante en este momento político: una sala de exposición de fotografías del “Ser Nacional”, todos gauchos de la pampa. Y otra de Marcos López “200 años. Pasado. Presente y Futuro” en la que entre variopintas muestras visuales se encuentra la de un obrero (maniquí vestido) durmiendo en el suelo con un envase de Tetra brick en su cabecera.
No es ingenua esa mostración de lo que se considera, hoy, un trabajador: un vago, borracho, descansando con su ropa de trabajo.
Este es el nuevo discurso imperante: vagos los trabajadores, vagos los maestros, vagos los científicos, vagos los negros, vagos los choripaneros y planeros. Siendo el ser nacional reducido a la expresión del gaucho.
Y como hoy dice el Presidente Macri en su alocución junto al Momo Venegas, en el festejo y homenaje del 1° de Mayo, anunciando el cambio en los subsidios que favorecen al empleador, arengando a que necesitan éstos de los empleados. ¿Cuáles? ¿Estos que son denostados en palabras y en sus producciones culturales como los vagos?
Un nuevo discurso se instala desde el Estado y éste va camino a la justificación de la pérdida de derechos de los trabajadores.
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