Por Daniel do Campo Spada
La paritaria es una negociación que realizan dos sectores (trabajadores y empleadores) con un testigo privilegiado y equilibrador que es el Estado (representado en el Gobierno de turno). En algunos casos este último también es el empleador pero con la consideración de que el trabajador a su vez es su representado.
En un país federal hay grandes asimetrías entre las diferentes provincias por lo que los acuerdos nacionales buscan proteger a los trabajadores de aquellos distritos más pobres, evitando de esta forma que las asimetrías se amplíen. Romper este mecanismo es dejar a cada uno librado a su suerte y a las posibilidades diversas de cada área fiscal-geográfica.
En el año 2006 la Argentina había recuperado la paritaria nacional docente pero desde 2017 el Gobierno Nacional ha retrocedido hacia una situación precedente que pone en cuestión no solo el problema federal donde aumenta la desigualdad en los salarios sino que además barre con el derecho laboral de que a igual trabajo igual ingreso. La atomización de la presión sindical es parte de una política integral en la que un federalismo mal entendido nos llevará irremediablemente a los problemas estructurales que se pusieron de manifiesto en la década de 1990.
Los diez años en que las paritarias fueron nacionales se garantizaron pisos mínimos para los ingresos docentes. Luego, cada provincia buscaba acercarse a esa cifra y en algunos casos el Estado Nacional compensaba con partidas especiales lo que estuviera faltando. Las negociaciones se realizaban entre el Ministerio de Educación de la Nación y los cinco gremios nacionales (CTERA, SADOP, UDA, AMET y CEA). Por disposición de Esteban Bullrich, titular de la cartera educativa nacional y del Presidente Mauricio Macri esto no ocurre más.
Si los docentes quedan librados a las posibilidades fiscales y a las decisiones políticas provinciales en pocos años será muy distinto ser educador en un lugar u otro. Esto no solo es un problema de salario sino también ético, porque la experiencia de las décadas pasadas demostró que los mejores docentes buscan los mejores salarios, agudizando la brecha entre distritos ricos y distritos pobres, algo muy lejos de un proyecto nacional.