El Hombre, para vivir en sociedad, en una comunidad organizada debe renunciar a parte de sus pulsiones. Éstas quedan, al decir de Freud como un resto generador de malestar. ¿Qué hacer con ese malestar? El Arte permite tramitar lo inefable, lo indecible, el dolor y el malestar que la cultura genera. En tiempos de Pandemia, en los que las renuncias se acentúan en función de un bien común: la vida, pero donde el malestar también aumenta, el Arte nos proyecta y enlaza a otros.CEDIAL acompaña y agradece a los artistas que se sientieron convocados a esta Muestra de ARTE y PANDEMIA
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DESPERTAR
El viento golpea la persiana
Trae a la orilla del balcón
La sirena del tren de alguna estación
Los motores febriles de una madrugada tardía
También el frío y algún olor a lluvia
Ninguna voz asoma
Tampoco ningún trueno
Los ruidos de la ciudad no despiertan
El aire acondicionado ¿ronronea?
La rapidez de los autos ¿es vitalidad?
El sol comienza a caminar el horizonte
La televisión del vecino es mi radio
(más de 323000 muertos por coronavirus)
(¿cuántos por desnutrición?)
(¿cuántos por falta agua?)
(¿cuántos por guerras democráticas?)
(¿qué hace que una muerte sea enumerada?)
(¿qué hace que otra muerte valga la pena?)
(¿qué hace que otras muertes sean más anónimas que la muerte misma?)
Los ruidos de la ciudad anestesian
(la tele-radio canta que la vida es una fiesta)
(¿cuál fiesta? ¿quiénes son los invitados?)
Un rosa borravino se expande por el cielo
Un tenue sol me mira tras las rejas del balcón
La ciudad empieza a circular
La ciudad es un círculo incesante
Una boca abierta que no come pero duerme
Un cúmulo de luces que hipnotizan
Una velocidad que inhibe
No quiero hoy acallar esta molestia
Esta punzada en el estómago
Este febril pensamiento de mano que escribe
Este insomnio vital
No quiero anestesia ni analgésico
No quiero palabras tranquilas ni estribillos
No quiero salvarme cerrando los ojos
No quiero explicarme la tragedia de la humanidad
“el hombre lobo del hombre”
Cuánta más explicación más olvido
Cuánta más olvido, más obediencia
No quiero
En las resonancias del dolor ajeno
Habrá quizá una fisura, una grieta
Para que el día se tiña con la fuerza inquietante de la noche
Y entonces vislumbre otro mañana
María José Bozzone