El Hombre, para vivir en sociedad, en una comunidad organizada debe renunciar a parte de sus pulsiones. Éstas quedan, al decir de Freud como un resto generador de malestar. ¿Qué hacer con ese malestar? El Arte permite tramitar lo inefable, lo indecible, el dolor y el malestar que la cultura genera. En tiempos de Pandemia, en los que las renuncias se acentúan en función de un bien común: la vida, pero donde el malestar también aumenta, el Arte nos proyecta y enlaza a otros.
CEDIAL acompaña y agradece a los artistas que se sientieron convocados a esta Muestra de ARTE y PANDEMIA
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JHB
Atravesaste las columnas de Hércules, las mismas de las que alguna vez me hablaste.
Pudiste ir más allá del Mare Nostrum, el Mediterráneo de los antiguos, como me enseñaste.
Te animaste a ese gran pozo,
a ese enorme abismo de horror.
De este lado del Éstige, me desgarro buscándote. Y te espero.
No quiero cruzar el Aqueronte y al mismo tiempo quiero volver a verte, quiero escuchar tu voz.
¿Escuchas mi llanto?
Imploro tu retorno y aunque sé que es en vano, mi ser se obstina.
Tengo que dejar irte y tengo que saber quedarme.
Tal vez estés paseando con Gaspard y con Haroldo. Cuanto te querían y cuanto los quisiste…
El sol y tus anteojos negros y tu piel bronceada y el verano.
Amabas el verano.
Ese mismo verano, un día de mucho sol, como a vos te gustaba, te llevó lejos, muy lejos.
Más allá de las columnas de Hércules.
Más allá del Mare Nostrum.
Allí, dónde mis ojos ya no te ven.
Allí dónde no puedo escuchar tu risa.
Ricardo E.J. Ferrari – Marzo 2019