PENSAR UNA SEÑAL | EL PODER DE EDIPO. La verdad es ciega.

Quisiera mostrar que en realidad Edipo representa en la obra de Sófocles un cierto tipo de lo que yo llamaría saber-y-poder, poder-y-saber. Y porque ejerce un poder tiránico y solitario -desviado tanto del oráculo de los dioses que no quiere oír como de los que dice y quiere el pueblo- en su afán de poder y saber…
Michel Foucault (1998)

Por Adriana Fernandez Vecchi
Intentamos poner en evidencia cómo el poder opera mediante el discurso y se presenta como verdad a través del decir y el ver. Es así como los medios y las redes de comunicación hegemónicos imponen un pensamiento único. Manipulan a los actores sociales, un biopoder, que consiste en ejercer el poder, administrando la vida de los sujetos. Intenta regular lo que es normal de lo que no lo es, e insta a adaptar a ello a todos los individuos de la sociedad…
Tomaremos para el desarrollo consideraciones de Foucault, M., La verdad y las formas jurídicas, segunda conferencia. Queremos sugerir como las formas jurídicas atestigua en el ver la demostración de un acto. Así el poder incita, suscita y produce, como un espectáculo audiovisual. La relación autoridad obediencia se disuelve en formas difusas como cuidado en la forma de vivir para concebirse a sí mismo dentro del marco de la normalidad. La interpretación supone la garantía epistemológica de la verdad. Pero ¿qué es la verdad?
Los discursos son prácticas que merecen un análisis estratégico, por eso Foucault (1998) dice, “Había llegado el momento pues, de considerar estos hechos del discurso ya no simplemente por su aspecto lingüístico sino, en cierto modo como juegos (games), juegos estratégicos de acción y reacción, de pregunta y respuesta, de dominación y retracción, y también de lucha. El discurso es ese conjunto regular de hechos lingüísticos en determinado nivel, y polémicos y estratégicos en otro”(1) . Abarca el sentido de lo lingüístico, pero lo trasciende. Los enunciados contienen las cosas y éstas a la vez descansan en ellos. No hay entre enunciado y cosas una relación de significante a referente. Se elabora un conjunto de relaciones, prácticas sociales y objetos. Las objetividades y las subjetividades se desarrollan a partir de prácticas y enunciados, y las relaciones de ambos se insertan en la trama constituida por instituciones, políticas, normas, tecnologías, matrices culturales. El enunciado recorre transversalmente todos esos objetos, sujetos, conceptos y es articulado de una determinada manera por un saber. Foucault da el ejemplo (2) de una máquina de escribir; las letras del teclado no constituyen un enunciado, pero dispuestas en un manual para aprender a escribir, se relaciona con un “saber” que determina reglas de formación vigentes. En consecuencia, los discursos del saber forman parte de reglas establecidas en un campo enunciativo y adquieren solidez como actos del discurso que responden a una voluntad de verdad para una determinada época histórica. “Conocimiento y lenguaje se entrecruzan estrictamente. Tienen el mismo origen y el mismo principio de funcionamiento en la representación; se apoyan uno en otro, se complementan y se critican sin cesar. (…) Saber es hablar como se debe y como lo prescribe la marcha cierta del espíritu; hablar es saber cómo se puede y según el modelo que imponen quienes comparten el nacimiento” (3).
Para el autor a partir de los idiomas es posible hacer la historia de un pueblo. Si bien estas afirmaciones surgen del análisis de la época clásica, nosotros podemos vislumbrar su pertinencia en nuestra época. Creemos que el saber y el discurso articulan una visión de mundo de tal modo que establecen reglas tácitas de producción de sentidos. Esas reglas son el linde entre lo verdadero y lo que no lo es. De tal modo que, las reglas del discurso hacen a la organización del poder puesto que, establecen las condiciones circulación y producción de las prácticas. No se trata de que el poder use el discurso, sino que éste mismo lleva implícito las formas de control desde la familia hasta el Estado. Los discursos son la piedra angular que sustenta la organización social y su equilibrio. Historia, saber y poder, forman los códigos de los enunciados sobre la trama del discurso en la que todos participan. En consecuencia, no existe ni discurso neutral ni lenguaje vacío de sujeto. Interiormente a la circulación y producción que entreteje todas las variables expuestas, lo simbólico en tanto discurso masivo, afirma su deseo. Podemos considerar que el imaginario social de un pueblo trata de constituirse en la intersección de las prácticas discursivas y no-discursivas. La realidad aparece en la textura de los enunciados como la realización de un imaginario. Los actores sociales se relacionan con su historia en las redes de poder y éste teje los juegos del lenguaje. Una vez que el discurso, como materia significante llega a los distintos sectores de la sociedad, es objeto de múltiples transacciones y lecturas. Se constituye en punto de partida de otros discursos. Las significaciones son elaboradas por el imaginario colectivo que a través del discurso media como modo de su poder ser. Entre lo empírico y lo enunciable se abre la textura del ser. Las identidades sociales surgen de la construcción de estos procesos.
Tomaremos ahora para nuestro análisis el concepto de poder y visibilidad para determinar la incidencia de los discursos y cómo éstos impactan en la conformación de la verdad. El concepto de “estatuto de visibilidad” inherente a los discursos supone la mirada y su relación con el mundo y con los otros. Entonces, determinadas prácticas o discursos son verdaderas en la medida en que adquieren un estatuto de visibilidad, estatuto que “convoca” a la mirada del público, o sea la mirada del otro y son aceptadas. Para profundizar estas afirmaciones trabajamos con la noción de problematización y con la segunda conferencia de La verdad de las formas jurídicas de Foucault. La problematización indica cómo y por qué algún asunto ha sido determinado por prácticas institucionales y aparatos conceptuales. Atiende al conjunto de prácticas discursivas y no discursivas que en su totalidad hace que algo sea tomado como verdadero o falso y constituye el objeto en cuestión como algo científico o político, etc. Las problematizaciones se relacionan con el ver y el decir. Realmente éstas se dan cuando no hay correspondencia entre los fragmentos de verdad que se contactan. Algunas veces pueden ser vistas pero no enunciadas o viceversa. Sobre la base de estas últimas aseveraciones, el autor, propone cómo la tragedia griega de Edipo Rey de Sófocles es representativa de un tipo de relación entre saber-poder y conocimiento aludiendo precisamente al ver y decir. La tragedia de Edipo es para Foucault la historia de la investigación de la verdad que obedece a determinada tipo de prácticas judiciales de esa época. La conclusión a la que arriba: “Occidente será dominado por el gran mito de que la verdad nunca pertenece al poder político, de que el poder político es ciego, de que el verdadero saber es el que se posee cuando se está en contacto con los dioses o cuando recordamos las cosas (…), si se posee el saber es preciso renunciar al poder; allí donde están el saber y la ciencia en su pura verdad jamás puede haber poder político”(4) Pero además de éstas afirmaciones de Foucault, nosotros queremos indagar las prácticas que constituyen el poder y determinar cómo éste se configura e incide en los sujetos implicados. Foucault señala en su análisis sobre Edipo Rey, que el mecanismo de la verdad obedece a la ley de las mitades. A lo largo de la obra de Sófocles se va descubriendo distintas partes de los fragmentos que se acoplan. Por ejemplo: el país se encuentra amenazado por una maldición, la causa es un asesinato, pero ¿quién fue asesinado? Falta la mitad: el nombre del asesino. Se apela para investigar la verdad a “alguien”. Aparece Tiresias adivino ciego y Apolo divinidad del Sol. Mitades oscuridad-luz que hacen aparecer la verdad en forma prescriptiva y de predicción. Aún falta el testigo presente, un esclavo pastor de ovejas que vio lo que ocurrió. Hacia el final de la obra se puede observar cómo el argumento “se ha cerrado por una serie de acoplamiento de mitades que se ajustan unas con otras” La historia se completa cuando se reúnen las mitades: el dios y su profeta, Yocasta y Edipo y el esclavo de Corinto, mitades que se ajustan para reconstruir la totalidad. Esta forma de exposición de la obra consiste en la técnica del “símbolo” “un instrumento de poder que consiste en que “permite a alguien que guarda un secreto o un poder romper en dos partes un objeto cualquiera guardar una de ellas y confiar la otra a alguien que debe llevar el mensaje o dar prueba de su autenticidad. La coincidencia o ajuste de estas dos mitades permitirá reconocer la autenticidad del mensaje, esto es, la continuidad del poder que se ejerce”(5) .

Michael Foucault
Michael Foucault
El poder mantiene su ciclo en tanto que circula por todos los fragmentos que, aunque separados unos de otros, forman un conjunto que le permite manifestarse con una configuración general. En tanto que circulan los mensajes, los mensajeros y los receptores se unifican puesto que, cada uno poseedor de una pieza, encaja con las otras y quedan entramados en la articulación y justificación del poder. Nosotros observamos que este mecanismo produce el efecto de desplazamiento de la representación del poder hacia la necesidad de ensambles permanentes de las mitades que deben ajustarse. El discurso se completa en tanto la significación se centra en la articulación de las partes. En Edipo Rey los fragmentos de mitades se van ajustando en forma recíproca, primero Dios Apolo y el adivino Tiresias, después Edipo y Yocasta, cuyo nivel es el de los reyes; y por último completa el círculo el esclavo, un humilde pastor oculto en el bosque que enuncia la verdad última. A partir de estas consideraciones nosotros advertimos, que es precisamente el pastor escondido, el destinatario de la comunicación y poseedor del saber y la verdad. Cierra la significación de la circulación de los enunciados. En consecuencia, el poder se desplaza a un tercer elemento que mágicamente es el encargado de reunir las partes. Ahora bien, nos preguntamos ¿cómo esta forma de circulación de los discursos impacta en el imaginario social en la conformación de las identidades? Tomaremos entonces el tema de la visibilidad. Para ello nos apartamos de la interpretación foucaultiana de Edipo Rey, respecto de lo que el autor desemboza como “el poder de Edipo”, si bien nos mantenemos en el marco de sus consideraciones. El plano de la enunciación de la verdad a lo largo del argumento de la obra de Sófocles pasa del discurso profético y prescriptivo de los dioses y del adivino hacia una mirada empírica y cotidiana de los pastores. Dice Foucault:” Entre los pastores y los dioses hay una correspondencia: dicen lo mismo, ven la misma cosa, pero no con el mismo lenguaje y tampoco con los mismos ojos.” (6) Este tema de la mirada, el ver es lo que nos interesa. En el desarrollo los personajes ensamblan la verdad de Edipo: Yocasta pregunta “Ves bien, Edipo”. El dios Sol tiene la mirada eterna, todopoderosa y el adivino aún ciego tiene la capacidad de ver el pasado y el futuro. “La mirada aparece también en el nivel más bajo, ya que, si dos esclavos pueden dar testimonio de lo que han visto, ello ocurre precisamente porque han visto” (7). La verdad, lo cierto del decir radica en el ver. Los esclavos ven cómo Yocasta entrega al niño, ven al niño en el bosque, ven que es llevado al palacio de Polibio. Foucault señala que el mismo nombre de Edipo contiene la palabra griega “oida” que significa al mismo tiempo “haber visto y saber”. El ver edípico es el de la mirada autocrática, solo y sin apoyarse en ningún otro, ve con sus propios ojos. Sólo el ver que articula significados entre todos los actores es el que arriba a la verdad. Por eso, Edipo cae frente a la técnica del símbolo mencionada del acoplamiento de las mitades. Se queda ciego puesto que, la visión queda atrapada en la circulación del poder que se ensambla en cada una de las piezas. Lo analizado nos lleva a afirmar que el haber visto funda el testimonio de los acontecimientos. Es garantía del saber el asunto argumental o bien aquello que hace centro reuniendo a partir de la dispersión. El saber queda anudado en las prácticas que se configuran en el encastre de significaciones que se arman a través del ver del conjunto de los fragmentos.
Entonces, lo cierto sólo es posible a partir de la visibilidad que sostiene al propio discurso. Por otro lado, el hacer ver es propio de las prácticas sociales que necesitan poner en escena para captar el sentido del comportamiento humano (8). Poner en escena es dar a ver y esto es el espectáculo. “Porque el espectáculo no lo definen, no lo configuran, sus contenidos sino esa voluntad recíproca de ver (…) El hombre es la única especie dramática, esto es, que siente mirada y que se da a ver, capaz de desdoblar la vida y de vivir de imágenes” El concepto de “voluntad recíproca de ver” se articula con el análisis foucaultiano respecto de la trama de ensambles donde circulan las significaciones del discurso. Hemos ya relacionado esto último con el testimonio del ver para certificar el decir. El espectáculo es dar a ver más allá de sus contenidos, produce a partir de los diversos actores implicados, es una relación social por imágenes. Danzan en las imágenes predicciones y previsiones, divinas y adivinas y éstas se cierran en la mirada empírica y cotidiana Se devela el misterio. Apolo dice en la tragedia “El país está amenazado por una maldición” (9). Las mitades comienzan a reunirse mediante el ver y el decir. La verdad aparece allí donde la mirada da testimonio de ello. Circula el poder allí donde se satisface el ver. La fragilidad del mundo se presenta como espectáculo; “la nueva percepción del mundo que engendra la espectacularización: esa sensación de llenura de vacío, esa reducción de tensión, esa sensación de participación que engendra la satisfacción de ver” Esta percepción del mundo a partir de las imágenes, satisface el deseo y es la red sobre la que se elabora el poder y el discurso. Si el poder se desemboza en la visibilidad del discurso, es porque produce y produce porque a partir de él se da una determinada práctica que estructura lo cotidiano del imaginario social. Moldea la matriz de significación. En síntesis, la verdad es una construcción de prácticas discursivas que se relacionan con saber poder y se atestigua en el ver y decir. Desde esta perspectiva la verdad es expresión ideológica del Poder
La cotidianidad se vive cargada de dramaticidad, tanto a nivel local como global. Pincela la sociedad del riesgo caracterizada por diversas expresiones de inseguridad: pobreza, violencia, carrera armamentista, guerra, hambre, calentamiento global, contaminación, destrucción de los recursos naturales, riesgos ecológicos, riesgos nucleares, energéticos, químicos, nuevas técnicas de ingeniería genética, en fin, una serie de situaciones que amenazan y afectan el desarrollo humano. Sociedad también sacudida por las consecuencias del paradigma neoliberal que penetra y moldea el imaginario social, la vida cotidiana, nuestros comportamientos. Modelo que presenta, entre otras expresiones, un crecimiento con: exclusión, desigual distribución del ingreso, pensamiento único. Prácticas que generan entre otros efectos, ruptura social y pobreza creciente. Por otra parte, está presente la cultura del individualismo, de la competencia por bienes escasos, del culto a la imagen, al propio placer y al éxito.
Es muy sugerente la hipótesis de Habermas al hablar de “la colonización del mundo de la vida”. Colonización por medio de la estructura de poder vertical del modelo que reconocemos y del que se nos impuso participar. Además, asistimos al surgimiento de nuevas subjetividades y a la emergencia de nuevas patologías que afectan la calidad de vida. La violencia, el miedo o el odio se instalan en nuestros espacios cotidianos como formas de rechazo o desecho de una sociedad excluyente. La exacerbación del individualismo como causa de desposesión.
Frente a estas realidades tenemos el gran desafío de colaborar en la construcción de alternativas de vida y humanidad recreando estrategias alternativas de reflexión – pensamiento – acción en las que el desarrollo humano y social, vida – esperanza se articule desde los diferentes espacios y actores de la sociedad civil. Es necesario tejer redes, unir dignidades ya que este mundo está roto, porque se está triturando la dignidad de muchos. Redes para compartir democracia, compromiso con una ciudadanía consciente, crítica y proactiva. La objetividad jurídica depende del sistema institucional que garantice la verdad del hecho desde una perspectiva ética restituyendo el daño que siempre es social.
El conocer es una construcción que camina siempre junto a la incertidumbre y que en todo caso la verdad tendrá que ser configurada por las redes que sujetan un determinado discurso. Un orden determinado no existe hasta tanto es enunciado. Nos referimos a que las cosas tienen una forma que las contienen, pero a la vez las palabras tienen una materialidad. La existencia del enunciado pertenece a los signos, pero éstos producen a la vez objetividades. Sin duda, esta situación nos exige a América Latina reinventar, refundar nuestras propuestas y prácticas desde un pensamiento crítico y transformador a partir de las raíces de nuestras identidades personales, colectivas y profesionales con lucidez y ejercicio solidario, y no solitario.
Queremos terminar con una pregunta para abrir camino más que dar respuestas. ¿Cómo es posible el pronunciamiento ético para construir equidades en redes solidarias apartando la soledad del individualismo? Ahora nos preguntamos, ¿si el garante está mediado por intereses particulares que ejerce el poder?

CITAS.
1.- Foucault, M., La verdad y las formas jurídicas, Barcelona, Gedisa, 1998, p.15.
2.- Foucault, M., La arqueología del saber, México, Siglo XXI, 1970, p.143
3.- 2 Foucault, M., La arqueología del saber, México, Siglo XXI, 1970, p.143
4.- Foucault M., op.cit, 1998, p. 59 5 ibid. p. 45
5.- ibid., p.46
6.- Ibid.. p.48
7.- 8 Ibid.., 47
8.- 9 cfr. Martín Barberi, J., Procesos de comunicación y matrices de cultura, México, Felafacs, 1987, p.62 104 Foucault M., op.cit, 1998 p.63 el subrayado es nuestro.
9.- Ibid.., p. 64

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *