Por el Ing. Oscar Aldo Vennera
A principios de los años 30 del siglo XX y bajo fuertes presiones políticas y económicas derivadas de acontecimientos anteriores no resueltos, el pueblo alemán estuvo sometido a fuertes tensiones sociales que derivaron en la búsqueda de justificativos a su padecer. Entre estos justificativos se encontraba el culpar a una parte de su población de ser la responsable de sus males.
Ante tales circunstancias y con las características de época y lugar, la política interna se dirimió entre diferentes actores con conceptos sociales e ideológicos opuestos.
Como se sabe, el resultado fue el surgimiento de una concepción política que accedió al poder con el respaldo del pueblo y que luego no tuvo escrúpulos para manejar la propaganda y la desinformación.
Con lenguaje simple y penetrante el poder político promovió la división de la sociedad y, a través de la complacencia, la complicidad o la extorsión de varios sectores, se construyó un sentido común que hizo que se aceptara como practica natural la manipulación de las instituciones, perdiéndose así la libertad y garantías que otorgaba el estado de derecho previo a su irrupción.
Recordemos que el dominio así obtenido sobre todos los poderes públicos se manifestó en el hostigamiento generalizado y eliminación de toda persona o entidad que pusiera de manifiesto su actuación, bajo la acusación de ser enemigos de Alemania.
Nuestra historia también describe situaciones parecidas que se han dado bajo sistemas antidemocráticos.
Ya en estos días, y luego de haber pasado por múltiples circunstancias, muy conflictivas y dolorosas, los argentinos creemos haber aprendido a vivir bajo el respeto de las instituciones cimentadas en un sistema republicano y democrático.
Sin embargo el valor y la vigencia de las instituciones no se mantienes solo con la declamación, es necesario el respeto de ellas por parte de las autoridades y de los ciudadanos.
Basado en ello, debemos tener en cuente que son las autoridades quienes tienen mayor responsabilidad en este sentido, dado que su ejemplo orienta a la sociedad.
Tengamos la habilidad de aprender de lo ocurrido en el pasado y de respetar y exigir el respeto sobre nuestras obligaciones y derechos, observando el comportamiento de nuestros representantes políticos y sociales, asumiendo nuestras responsabilidades en sus designaciones.
Seamos conscientes que está en nuestro comportamiento como ciudadanos el futuro de la República.
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